Cuento

Munù.

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Había una vez en Rusia en el 1860, una niña  llamada Menere que completaba sus diez años de edad en el orfanato estatal (este lugar tenía un ambiente fúnebre y no tenía calefacción). El 9 de agosto de este mismo año, entro una pareja muy entusiasta por las puertas de aquel orfanato buscando adoptar a un niño, tras la angustiosa noticia de que la mujer había quedado estéril; por un desafortunado accidente de tránsito, que hizo que perdiera su hijo y la capacidad de volver a quedar embarazada. María sintió un fuerte escalofrió y en su mente tenía la esperanza que el niño que escogiese tendría el espíritu de su hijo fallecido (puede sonar un poco descabellado, pero en realidad todos tenemos en nuestra mente esperanzas que nos hacen cegarnos de la realidad). Su esposo el francés Sade Villareal no era muy fanático de los niños, así que le expuso a su esposa sobre la posibilidad de adoptar una niña; María negó con su cabeza y una mirada penetrante (aunque esta mujer no conociera el sexo de su hijo fallecido, estaba obsesionada con obtener un varón). Sade empieza a reconocer que su esposa estaba presentando síntomas de algún trastorno mental, pero ella seguía negándose a recibir ayuda; el pensó en una manera de mantener una actitud comprensiva y serena, sin embargo, las actitudes que tomaba su esposa no eran las mejores; en todo el alboroto de ambos, no se percataron que en el orfanato no cumplía las leyes de salubridad necesarios y que los niños que habitaban allí no tenían una vida digna. Menere entro a la habitación donde se encontraba la pareja y la administradora del orfanato, se llevó una gran sorpresa, ya que a este lugar no asistían regularmente interesados en ser padres adoptivos, los pocos que iban a el lugar era a dejar nuevos integrantes o hacer algunas donaciones

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