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¿Cómo Influye La Cultura En Los Roles De género Establecidos Socialmente Y cómo Afecta La Discriminación De género A La Democracia?


Enviado por   •  13 de Octubre de 2014  •  2.480 Palabras (10 Páginas)  •  367 Visitas

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“Hemos tenido la moral del sometimiento y la moral de la caballerosidad y la generosidad: ahora los tiempos están maduros para la moral de la justicia”. Ésta cita pertenece al texto de John Stuart Mill, un autor del siglo XIX, que aunque ya hace varios años de la escritura del libro, sus escritos son mucho más vigentes y asertivos que muchos otros que se escribieron tiempo después. A pesar de la época y de lo remoto del escrito, como él dice, los tiempos ya están maduros para la moral de las costumbres, y para la moral de la justicia, partiendo de esta cita, el objetivo que quiero mostrar en este trabajo es cómo influye la cultura en los roles de género establecidos socialmente y cómo afecta la discriminación de género a la democracia. Lamentablemente estos roles siguen vigentes en nuestra sociedad a pesar de vivir en “tiempos modernos” y esto no nos permite vivir en lo que llamamos “democracia.”

Para comprender mejor el desarrollo de este ensayo, debemos dominar algunos conceptos básicos sobre este tema. Cómo ya vimos en clase, el concepto de sexo hace referencia a las características físicas, biológicas, anatómicas, fisiológicas y cromosómicas de los seres humanos, en cambio, “el género es el conjunto de ideas, creencias y atribuciones sociales, que se construye en cada cultura y momento histórico con base en la diferencia sexual.” Aunque se podría decir que hay diferenciaciones de acuerdo con la cultura, la clase social y el grupo étnico.

“No se nace mujer: se llega a serlo.” La frase, escrita por la conocida autora Simone de Beauvoir en El segundo sexo resume e indica de forma favorecida varias convicciones. Muestra que el vocablo “mujer” tiene un significado que va más allá de lo biológico; se refiere a un nivel cultural, social e histórico. “Existe un reducto para la libertad –para la liberación– a pesar del enorme peso de las circunstancias.” Y cuando hablamos de la libertad, estamos hablando también de la igualdad y de democracia.

Es una ironía denominar el término de “circunstancias” al extenso proceso de la inequidad, injusticia, desigualdad, exclusión, dominación y opresión que a lo largo de millones de años ha quebrantado a las mujeres y todas estas “circunstancias” van contra la democracia.

En pleno siglo XXI, la mayoría de las sociedades, todavía se estructuran en función de las diferencias de sexos, la cual lamentablemente determinan también el destino de la gente “atribuyéndoles ciertas características y significados a las acciones que unas y otros deberán desempeñar –o se espera que desempeñen–, y que se han construido socialmente.” La Carta de las Naciones Unidas reafirma la fe en los derechos humanos fundamentales, “en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, al igual que reafirma el principio de la no discriminación” y proclama que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y que toda persona puede invocar todos los derechos y libertades proclamados sin distinción alguna y, por ende, sin distinción de sexo”.

El papel de la democracia se vincula mucho con el tema de género. Pues según Dahl, la igualdad de derechos es igual a la igualdad de la democracia. Para el mismo autor, “el gobierno democrático es caracterizado principalmente por su aptitud para responder a las preferencias de sus ciudadanos, sin implantar diferencias políticas entre ellos.” Por lo que la distinción de sexo sería una diferencia política. Con esto me cuestiono lo engañados que estaban los mexicanos al pensar que vivían en una democracia, si no se otorgó el voto a la mujer hasta 1953, hace apenas 60 años.

Hoy en día podemos observar que las sociedad que se dicen llamar democráticas donde supuestamente se promueve la igualdad y la libertad, no son firmes ni consecuentes con sus fundamentos, pues sus estructuras siguen favoreciendo la exclusión de muchos, si no es que de la mayoría de sus habitantes.

Por ejemplo, Dahl hace referencia el caso de Suiza, donde tenían una de las técnicas de debate más desarrolladas y evolucionadas del mundo, por lo que se creía que su régimen era altamente democrático. Sin embargo, las mujeres (que eran la mitad de la población)seguían excluidas del derecho al voto. La Unión Soviética, que no tenía prácticamente ningún sistema de debate público, el dictamen era universal. Para que esto se lleve a cabo es necesario que los ciudadanos tengan igualdad de oportunidades para: formular sus preferencias, manifestar públicamente dichas preferencias entre sus partidarios y ante el gobierno, recibir por parte del gobierno igualdad de trato, libertad de expresión, asociación, voto, libertad de información, entre otros.

“Los roles de género son conductas estereotipadas por la cultura,” en las sociedades. Son labores que se espera que realice esa persona simplemente por su sexo. Por ejemplo, frecuentemente se ha “asignado” a los hombres el rol de político, mecánico, jefe, del fuerte, del macho, caballero, de proveedores del hogar, jefes de familia, los que son responsables para tomar decisiones, etcétera, y a las mujeres, el rol de amas de casa, maestras, enfermeras, bonitas, cuidadosas, carismáticas, entre otros.

En las sociedades con tradición, la mitad de las personas han sido sometidas, sólo en razón de su sexo. “Peor aún: tales prácticas criminales han sido consentidas, cuando no justificadas y legitimadas explícitamente, por los diversos regímenes sociales, culturales, políticos y religiosos.”

El repugnante e indigno resultado de este montón de humillaciones es que durante muchos años dejaron de considerarnos como lo que somos (mujeres) y aprendieron a ver en nosotras, un estado natural de las cosas. De este modo, “la discriminación a las mujeres llegó a ser invisible... A medias, porque son muchas las voces, femeninas y masculinas, que han denunciado la infame situación.”

Estas ideas no son conscientes, simplemente florecen de la herencia familiar y de lo que nos “marca” la sociedad.

La casa, es el lugar compuesto por las aquel donde ocurre la vida cotidiana, armado por los lazos sanguíneos o parentesco. Es el lugar donde se aprenden los valores básicos y el lugar dónde aprendemos a ver “las cosas normales” desde pequeños. Se podría decir que aquí es el lugar dónde la tradición franquea de generación en generación. En el pasado, en la mayoría de los hogares, las madres era la que propiciaban a esta desigualdad, fomentando en los hijos estos “roles de género,” por lo que paralelamente ellas mismas hacían que la sociedad fuera no justa y por lo tanto no democrática.

Cuando las mujeres eran esclavas, establecían un vínculo permanente con sus amos, lo cual fue

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