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Delos


Enviado por   •  16 de Marzo de 2014  •  Ensayo  •  1.247 Palabras (5 Páginas)  •  146 Visitas

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Llegan a Delos, consagrada a Apolo, donde los recibe Anio, sacerdote del dios y viejo amigo de Anquises. Consultada por medio de él la voluntad de Apolo, éste ordena a los troyanos, descendientes de Dárdano, que busquen la patria donde se originó su linaje. Anquises interpreta erróneamente la declaración del dios y aconseja ir a Creta, patria antigua de Teucro. (73-117). Sacrifican otra vez para propiciar a los dioses, y abandonan las costas y bogan entre las islas del Egeo; siguiendo las indicaciones de Anquises, se dirigen a Creta, a donde los llevan vientos favorables (118-131). En cuanto llegan a tierra, Eneas se dedica a la edificación de Pergamea, su nueva ciudad, y distribuye casas y campos y aprueba bodas y da leyes. En medio de tales tareas, cae sobre los troyanos una epidemia implacable que los abruma con la enfermedad y la muerte. Anquises sugiere la necesidad de volver a Ortigia a consultar otra vez el oráculo de Apolo, para pedirle que les señale el camino que deben seguir. Apolo no permite que ese regreso se efectúe, y envía como mensajeros a los dioses penates de Troya y los introduce en el sueño de Eneas. Éstos le indican cuál es la patria que debe buscar: Hesperia, llamada también Italia.

Es la tierra en que nació Dárdano, y en la cual deberá incrementarse su estirpe (132-170). Despierta Eneas y, obedeciendo las órdenes trasmitidas por los penates, busca a Anquises, después de hacer oración y ofrenda a los dioses, y le expone ordenadamente los designios de la voluntad divina: hay que ir a las tierras ausonias, porque Creta les está vedada a los troyanos. (171-179) Cuando Anquises oye nombrar a Dárdano, aviva sus recuerdos y reconoce el error en que cayó al pensar en acudir a la patria de Teucro; y viene a su memoria el hecho de que Casandra, al descubrir el futuro de su linaje, cantaba a menudo acerca de Hesperia y los reinos ítalos. Convencido, aconseja seguir los mandatos que llegaron al sueño de su hijo y los troyanos alegres abandonan la tierra infectada y de nuevo recorren el mar en sus naves. (180-191).

Otra vez la tormenta los desvía de su rumbo. Desorientado Palinuro (1) el piloto, las naves yerran a ciegas durante tres días y sus noches. Por fin, a la cuarta mañana, divisan tierra habitada. Arrían las velas, y con los remos se dirigen hacia ella en busca de un puerto. Eneas y los suyos han llegado a las Estrófades (2), islas que son la morada de Celeno (3) y otras Arpías (4), deidades funestas. (192-218). Sin saberlo, los troyanos atacan con la espada las vacadas y los rebaños cabríos que pacen libremente, y se preparan un banquete con los animales muertos. Súbitamente, bajan volando de los montes las Arpías, y arrebatan las viandas y manchan todo cuanto llegan a tocar. Buscan los troyanos un lugar más apartado y vuelven a poner mesas y altares; otra vez aparecen las Arpías y repiten su triste hazaña. Toma las armas la gente de Eneas, y lucha para ahuyentar a las aves monstruosas, pero resultan invulnerables. Por fin, Celeno se asienta en una altísima roca, y habla con voz profética (219-246). Revelar lo que Apolo le dijo: los troyanos llegarán a Italia y entrarán en sus puertos. Pero antes de fundar la ciudad que pretenden, sufrirán un hambre tan grande que los obligará a comerse sus propias mesas. La Arpía alza el vuelo. Se espantan los troyanos por el augurio, Anquises invoca a los dioses y hace sacrificios en su honor. Luego ordena reanudar el viaje. Navegan hacia el norte, entre las islas del mar jonio: Zaquintos, Duliquio, Same, Néritos, Itaca (5). Dan la vuelta al promontorio Leucadio (6), y toman

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