Depresion

LA DEPRESION:

UN INTENTO POR PROBAR SI ES CAUSA O CONSECUENCIA

La búsqueda del conocimiento humano ha llevado a los hombres a adentrarse en terrenos de lo divino, para quizás aceptar al final como única y dramática conclusión que existen paraderos limitados, saberes que escapan a nuestro entendimiento, o naturalezas que no estamos llamados a descifrar, porque pertenecemos a una escala menor de la creación, en aquella posición en donde el saber y el entender se dividen por caminos tan distintos como inexplorados.

Para evolucionar rápidamente en el razonamiento que se quiere, inicialmente podemos valernos de la más clásica definición de depresión, la cual la deja como : un trastorno emocional que en términos coloquiales se presenta como un estado de abatimiento e infelicidad que puede ser transitorio o permanente , caracterizado por sentimientos de inutilidad, culpa, tristeza, abandono y desesperanza profundas.

A diferencia de la tristeza normal, o la del duelo, que sigue a la pérdida de un ser querido, la depresión patológica es una tristeza sin razón aparente que la justifique, y además grave y persistente. Puede aparecer acompañada de varios síntomas relacionados, incluidos las perturbaciones del sueño y de la comida, la pérdida de iniciativa, el auto castigo, el abandono, la inactividad y la incapacidad para el placer.

La depresión, el más frecuente de todos los trastornos mentales, afecta a hombres y a mujeres de cualquier edad y clase social, aunque las mujeres, y las personas en ciertos periodos del ciclo vital (adolescencia, menopausia y andropausia, y en general los periodos de crisis o cambios importantes) parecen ser las más afectadas.

Cuando se intenta un acercamiento con la acumulación de conocimiento que se tiene sobre la depresión, la primera impresión que se logra es quizá que se trata de un “padecimiento humano”; o ¿quienes de nosotros hemos escuchado que un animal se encuentre deprimido? Solo algunas publicaciones liberales en extremos que le asignan un grado de conciencia a los animales, podrían considerar que semejante disminución de capacidades pueda ser sufrida por un ser que no experimente emociones.

Planteamientos semejantes nos podrían estar alejando de la espiritualidad, por el simple hecho de comparar las dolencias humanas con las de los seres irracionales, como si los sentimientos fuesen asunto de conexiones vertebrales y redes nerviosas, y no asunto de auras y energías metafísicas .

Debo hasta aquí aceptar, que no queda claro aún entre los más entendidos en asuntos fisiológicos ni psicoanalistas, cual debería ser considerado el origen de un padecimiento que aún no está nadie seguro si se hereda o se desarrolla.

Vale bien la pena entonces resumir nuestras inquietudes para tratar de explicar las causas de este padecimiento, que ocupara parte central de este trabajo y dejará abierta la puerta para que siendo complementado se adicione un conocimiento mas cercano a las exigencias de las comunidades enfermas.

Valga primero decir que no se tiene claro que la Depresión sea un mal del cuerpo o del alma y en ese sentido cabe la duda sobre su adecuado tratamiento utilizando psicoterapia y medicación.

Como segundo aspecto crece la duda y así quedará planteado como una de las primeras conclusiones

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