Discurso Octavo

Señores directivos, profesores, apoderados, queridos alumnos de octavo año B.

Este momento marca el cierre de una importante etapa, en la cual cada uno de ustedes vivieron muchos cambios: el paso de la niñez a la adolescencia, cambios y transformaciones propias de la juventud, por lo que nos llevó tiempo conocernos.

Pasamos por malos momentos que con esfuerzo logramos superar, pero también disfruté de su entusiasmo y alegría. Vivimos situaciones alegres y otras no tanto, pero en éstas siempre estuvo el ánimo, el sentimiento y el deseo de que fueran mejores.

Estoy segura de que guardan hermosos recuerdos de su Enseñanza Básica, recuerdos de momentos de encuentro y de desencuentro, de ánimo y de desesperanza, de alegría y de tristeza, de satisfacción y de frustración.

Sé que todo no ha sido fácil, pero también han vivido momentos de crecimiento, y eso me lo han demostrado durante todos estos años que hemos permanecido juntos, con su gran energía y potencialidad, las que bien encausadas contribuirán en la formación de seres capaces de desenvolverse en un mundo que cada día requiere de mayor esfuerzo y de mejores intenciones.

A mis apoderados, quisiera recordarles que sus hijos son el gran tesoro que DIOS les regaló, y ellos siempre los necesitaran, no los abandonen en su nueva etapa, apóyenlos,….no necesitan ni deben hacer las cosas por ellos, pero siempre estar presentes y expectantes….gracias por haber confiado en nuestro colegio.

Llega el momento de la despedida, de nuestra separación, pero antes quiero entregarles mis últimos consejos como su profesora jefe: sigan siendo los jóvenes buenos, agradables, alegres y afectuosos de siempre. Como tantas veces les he insistido, vivan y convivan en el respeto, y por último no pierdan de vista sus metas, no se impacienten, siempre hay tiempo.

Les deseo a todos ustedes, de todo corazón, toda la suerte y el éxito.

Con cariño, su profesora Jefe.

Gracias

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