Docentes IPAE

Señores autoridades de la mesa de honor

Señores catedráticos de nuestra facultad

Señores padres de familia

Familiares

Público en general

Promoción

En esta noche tan especial, nos embarga una gran emoción al tener por encargo de nuestros compañeros, evocar vivencias y emociones en tan pocas palabras, y es que la universidad se convirtió en nuestro segundo hogar y ustedes la extensión de nuestra familia.

Recordar que hace unos pocos años, acudimos con ilusiones y con muchos temores, más de uno creyó que el esfuerzo en ingresar a la universidad era de por sí la mayor proeza, pero nada más alejado de la realidad, ya que nos esperaban muchas horas de desvelo en este proceso de adaptarnos a esta nueva etapa.

Aún para nuestros padres ha sido un proceso difícil, dejamos de ser estudiantes de horario definido, a ser jóvenes sin tiempo y con muchas ocupaciones encima, además de equilibrar nuestras actividades, el nuevo ritmo de sueño y alimentación.

Y recuerdas que muchas veces nuestro almuerzo fueron unas galletas o un pancito con pollo y no porque no nos gustase comer, sino porque en realidad estábamos en un camino a contrarreloj, donde todas nuestras tareas eran importantes y donde los primeros días no terminamos de conocer a los demás miembros de todos nuestros trabajos grupales.

Claro, como olvidar además las amanecidas con la enorme pila de pendientes, nuestras actividades en casa y aveces los descontentos de la familia y de los amigos, los momentos libres se acortan y muchas veces nuestras esperanzas de salir ilesos eran nulas.

Todo era nuevo y por lo tanto pensábamos mucho, que si tal respuesta estuvo bien, que si tal estructura fue la mejor que pudimos haber realizado, y no sólo en lo académico, porque esa costumbre se trasladó hasta para cosas tan cotidianas como elegir entre dormir cinco minutitos más al día siguiente o ir a comer un pollito con los amigos por la noche, luego de haber sobrevivido a una buena ronda de prácticas.

Y con ello me has leído la mente, qué sería de nosotros aquí presentes, de no haber tomado esas decisiones correctas en esos días, eso sí, vistas desde una retrospectiva, a pesar de que en su momento nos quedamos con incertidumbre por largos días y aún después de que todo estaba hecho y no había marcha atrás.

Y es que en nuestra vida universitaria, aprendimos que la confianza es una herramienta vital, por ejemplo tenemos confianza desde las pequeñas cosas, tales como el cálculo de tiempo para llegar a clases saliendo de nuestro centro de labores, y si aumentamos la apuesta, confiamos en la señora que vendía panes, porque en una sola mordida ponemos nuestro destino en riesgo, y me refiero a que pudimos caer enfermos y faltar a clases, o rendir exámenes, o algún trabajo grupal para el cual nosotros fuimos los organizadores, y si subimos un escalón más, confiamos en las personas clave de nuestro entorno, nuestros profesores a los que damos por hecho cada una de sus palabras y enseñanzas, a nuestros empleadores, que nos darán el respaldo y el apoyo en lo que necesitemos para seguir estudiando y poder estar esta noche aquí y lo más importante, en nuestros padres, que nos han sabido aconsejar y encaminar cuando ha sido necesario.

Y aunque no estemos convencidos de todo en un primer momento, confiamos.

Es un constante juego de dados este tema para nosotros, porque no sabemos cómo resultará todo, pero somos conscientes que si no lo hacemos, nos negamos la oportunidad de seguir avanzando y seguir creciendo.

Y a medida que avanzaba el tiempo, las aulas fueron escenario de buenos momentos, de cada asignatura cursada, de cada tarea encomendada, y es que no somos ajenos a las expectativas que tuvimos todos los miembros de la promoción, cada uno con cierta visión de lo que necesitaba para su crecimiento profesional.

Hoy estamos contentos por la reafirmación de la culminación de esta etapa, vemos que el esfuerzo invertido ha rendido sus frutos y que luego de una larga jornada de constantes preocupaciones, entramos en un breve periodo de paz, como una oportunidad para repostar y proyectarnos.

Muchos de los aquí presentes nos hemos enfrentado a temores constantes, el avanzar cada ciclo, ir acumulando conocimientos, nos demandaba no sólo dejarlo en la teoría y en la experiencia de los salones de clase, sino en ya ampliar nuestra visión para aceptar lo que además es un requisito, y nos referimos a nuestras prácticas.

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