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Día de descanso.


Enviado por   •  27 de Mayo de 2014  •  Ensayo  •  1.186 Palabras (5 Páginas)  •  173 Visitas

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Día de descanso.

No fue sino hasta el siglo IV que las leyes del Imperio Romano, reconociendo el ritmo semana ¡dispusieron que el "día del sol" los jueces, las poblaciones, las ciudades, las corporaciones y los diferentes oficios dejaran de trabajar. Esto facilitó mucho a los cristianos poder observar el Día del Señor sin impedimentos, Los Concilios han mantenido, aún después de la caída del Imperio las disposiciones relativas al descanso festivo. Aún en los países donde el día festivo del calendario civil no corresponde al cristiano (por ejemplo en Israel el sábado y en los países musulmanes el viernes), el domingo es para los cristianos el día del Señor y los fieles deben reunirse para celebrar la Eucaristía.

Por otra parte la relación del día del señor con el descanso semanal, va más allá de la perspectiva cristiana. La alternancia entre trabajo y descanso, propia de la naturaleza humana, es querida por Dios mismo: el descanso es cosa sagrada, condición para que el hombre no se deje absorber totalmente por los compromisos terrenos, corriendo el peligro de olvidar que Dios es el Creador, del cual depende todo.

El trabajo en nuestros días puede ser una pesada servidumbre, principalmente en regiones pobres donde subsisten condiciones laborales inhumanas. Cuando la Iglesia, a lo largo de los siglos ha legislado sobre el descanso dominical, lo ha hecho pensando sobre todo en los siervos o empleados y trabajadores para hacer más llevadera la existencia y permitir a todos santificar el domingo. El descanso, según el Papa León XIII, es un derecho del trabajador que el Estado debe garantizar.

El descanso semanal corresponde a una necesidad y a la dignidad humana y permite gozar juntos la posibilidad de descansar y hacer fiesta.

Por medio del descanso dominical, el hombre puede tomar distancia de las cosas materiales por las cuales nos inquietarnos tanto, dando lugar a los valores del espíritu; las personas con las que convivimos recuperan su verdadero rostro en el encuentro y diálogo sereno. La misma naturaleza con sus bellezas plenas de concordia y armonía, pueden ser descubiertas y gustadas profundamente. Es un día de paz del hombre con Dios, consigo mismo y con sus semejantes.

Después de seis días de trabajo - cinco ya para muchos- el hombre encuentra la distensión como una verdadera necesidad. Hay que procurar que los cristianos, aún en las condiciones de nuestro tiempo, procuren que la legislación civil contemple su deber de santificar el domingo. Se debe organizar el descanso dominical de modo que sea posible participar en la Eucaristía absteniéndose de trabajos y asuntos incompatibles con la santificación del día del Señor.

Para que el descanso no sea algo vacío o motivo de aburrimiento, debe comportar enriquecimiento espiritual, mayor libertad, comunión fraterna y los cristianos deben elegir entre los muchos medios de diversión o de cultura que la sociedad ofrece, aquellos que estén de acuerdo con los preceptos del Evangelio. Así el descanso dominical afirma la primacía absoluta de Dios y libera al hombre de la esclavitud de las necesidades temporales. El día del Señor se convierte así en "el día del hombre".

El domingo debe ofrecer también a los fieles la ocasión de dedicarse a las actividades de misericordia, caridad y apostolado. La alegría va siempre acompañada del amor, y la Eucaristía dominical compromete al cristiano, que aunque no es de este mundo, es luz del mundo y sal de la tierra y glorifica al Padre ante los hombres.

San Pablo pide a los corintios que "cada primer día de la semana, cada uno de

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