EDUCACIÓN INCLUSIVA E INTERCULTURAL

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REFLEXIÓN

Si bien los valores universales son el parámetro que establece una sana convivencia, también las culturas, costumbres y formas de pensamiento deben de serlo.  En ocasiones creemos que nuestra verdad es absoluta y olvidamos que vivimos en una aldea global.  Ya no se puede pensar que somos sociedades independientes, en donde no tenemos que involucrarnos unos con otros.  Antes de iniciar mi reflexión sobre el documento, quiero hacer una reflexión personal sobre lo que vivimos actualmente y que considero es un ejemplo de vida para el mundo. Desde marzo del 2019 hemos experimentado un cambio drástico que nos llevó nuevamente a vivir adentro.  Adentro de nuestra casa para protegernos de una enfermedad mortal, para convivir de nuevo con la familia, para trabajar y generar ingresos desde el hogar.  Además, nos enseñó al mismo tiempo a convivir y comunicarnos con el mundo a través de la tecnología.  Esto quiere decir que no podemos seguir pensando que somos sociedades independientes.  Nos enseño que cuidarnos a nosotros mismos, es cuidar a los demás y lo principal nos sensibilizó al mundo. Entonces volvemos otra vez más a entender que una cultura, costumbres, ideologías y políticas de cada país, no nos separa, vivimos todos bajo el mismo techo, y en la misma tierra.  Por tal motivo conjugar nuestros valores hacia el respeto a las diferencias es una tarea que nos obliga a entender que vivimos todos juntos.  

Una de las formas aprender a convivir dentro de una aldea global es definitivamente la educación. Una educación intercultural genera la esperanza para un futuro, en donde comprendemos nuestras diferencias, pero al mismo tiempo nos solidarizamos entre culturas y naciones.  Pluriculturalmente hablando estamos inmersos en mercados globales, las puertas del turismo están abiertas a todo el mundo, y desafortunadamente las riquezas y las oportunidades de crecimiento no son las mismas, por eso se viven las desigualdades. Es por ello que se han establecido normas internacionales en donde se equilibren las oportunidades, los convenios y aperturas de mercados para que los países generen fuentes de trabajo, políticas educativas que favorezcan crecimiento por igual para todos, que al mismo tiempo se abren a otras culturas para enriquecernos.  Esta apertura por lo tanto debe generar una interculturalidad para que en cualquier centro educativo o institución no se hable de integración, sino de inclusión, es decir que, si vivimos en una diversidad, la forma de aprender debe ser por igual para todos, pero tomando en cuenta nuestras diferencias al mismo tiempo.

Por otro lado, entendemos que la educación no solo abre puertas a todos en el mundo, sino que también abre diferentes métodos de aprendizaje para los que no pueden aprender de la misma forma, para una sociedad diversa, en donde se hablen diferentes idiomas y lenguas, y en donde se vivan y aprendan diferentes culturas e ideologías, que no se juzgue por la condición social, color o religión.   Por lo tanto, todos los que estamos trabajando en el sector educativo nos enfrentamos a un reto.  Es urgente la necesidad de darle un tratamiento pedagógico – social a las diferencias culturas y lenguas para apostar todos los elementos hacia un desarrollo cognitivo, social, político y económico como una forma de enriquecimiento mutuo.

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