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EL EDUCADOR LASALLISTA DE HOY


Enviado por   •  14 de Diciembre de 2014  •  7.587 Palabras (31 Páginas)  •  343 Visitas

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El EDUCADOR LASALLISTA DE HOY

INTRODUCCION

A lo largo de estos últimos años, los educadores lasallistas hemos asistido a un despertar creciente por conocer las raíces del estilo educativo lasallista. Al mismo tiempo se pone especial interés en profundizar en aquellos rasgos que definen su identidad. Se ha suscitado de forma espontánea la necesidad de actualizar el estilo educativo que, desde sus raí¬ces en el pensamiento de Juan Bautista De La Salle, responda a los desafíos que hoy plantea una educación cristiana de calidad.

Hemos seleccionado los pensamientos más significativos de “La Guía de las Escuelas” y de las “Meditaciones”, como principales fuentes inspiradoras del proyecto educativo de una institución educativa lasallista, y buscar su cohesión con los de otros documentos educativos más recientes.

Para poder influir en los ámbitos más profundos de la persona, el educador lasallista debe cuidar cierto tipo de relaciones con los jóvenes:

Preocuparse y tomar los medios necesarios para conocerlos personalmente de manera realista y profunda. No faltan técnicas para ello, pero más importa el Interés, la cercanía, la solicitud por conocerlos.

El conocimiento personalizado no puede convertirse en rutina psicológica mas bien debe tener como objetivo comprender al otro, conocer sus capacidades, aspiraciones, proyectos y dificultades, para, con respeto, poderle ayudar

Eso se consigue demostrando interés afectuoso y obrando con paciencia. Vivir con los jóvenes, compartir su vivencia escolar y extraescolar, captar sus intereses, sus valores, sus ambiciones y sus riquezas, promoviendo en ellos todo aquello que crea positivo.

Por eso, la escuela lasallista se preocupa por encarnarse en el ambiente de forma lúcida, realista y eficaz. Encarnarse en la escuela, en el ambiente y en las personas que trabajan en dicho ambiente, es lo que debe caracterizar y definir de forma peculiar a cada escuela lasaliana. En la lectura de la Guía de las Escuelas, encontramos ya diversos pasajes que animaban a los primeros Hermanos a descubrir y a respetar los valores culturales del ambiente de donde provenían los alumnos

LA ESCUELA LASALLISTA

El salto de nuestra Historia es de 350 años. Se han sucedido sistemas de Gobierno, Grandes Imperios, Guerras y Revoluciones. A primera lectura se diría que la Educación ha servido de poco, ya que la sociedad no evoluciona en la dirección humanizadora que la educación se propone como meta. A pesar de ello, todos los países siguen con la mira puesta en esa labor social de primera necesidad como es educar.

Dentro de las macro-organizaciones de los Estados, nuestras obras educativas tienen un cometido particular, siempre dentro de la limitación pero con grandes posibilidades de influencia. La historia nos respalda y nos impulsa, somos nosotros quienes la hacemos y quienes debemos responder ante los retos de la sociedad con fidelidad creativa.

La reflexión reciente sobre la finalidad de la educación, entendida como “norma de acceso interactivo del alumno a su entorno” (Comunidad Europea), nos permite centrarnos en los dos polos de la relación: educador-educando; el primero como mediador, el segundo como sujeto activo de su aprendizaje; pero hemos de introducir un tercer elemento: el contenido mismo de la mediación.

La Escuela enseña a aprender

Toda persona, así como todo grupo social, realizamos constantemente el aprendizaje que llamamos: aprender a vivir; aprender de la vida, la vida te enseña. Cada día se nos presenta como algo nuevo, en parte dominado por la costumbre y en parte como tema de aprendizaje. Hoy aprendemos una lección de nuestras relaciones laborales; mañana un nuevo descubrimiento científico, un nuevo libro, el resultado de ciertas actitudes de los políticos; un día soleado nos ayuda a percibir colores y formas antes descuidadas, mientras que el día sombrío nos invita a descubrir mundos más o menos sentimentales. Y así durante toda la vida.

Para estar en el mundo como aprendiz, hemos necesitado entrenamiento: mediaciones sobre la percepción de las cosas, sobre las actitudes con los demás, hábitos y destrezas en el descubrimiento de la realidad, sentido crítico y capacidad de admiración. Es un entrenamiento para ser.

Por esta misma razón pondremos a la escuela el primer deber de enseñar a las personas a aprender. El conocimiento del universo ocupa gran parte del tiempo dedicado a la enseñanza. El universo lo entendemos como totalidad en la cual la persona está integrada como agente de conocimiento, de dominio y de armonía. Las distintas materias que enseñamos cobran sentido pleno cuando contribuyen a desarrollar esas tres capacidades de cada individuo: conocer el mundo es saberlo nombrar con significado; dominarlo es contribuir a regular el progreso; darle armonía es crear ámbitos de libertad y felicidad.

No se puede quitar importancia a los contenidos escolares, por mucho que se insista en otros aspectos como “procesos, desarrollo de capacidades”, etc. Los contenidos tienen, a mi modo de ver, tres virtudes importantes:

• Su capacidad para estructurar la percepción de la realidad, la visión de la vida desde el conocimiento objetivo, que supera toda visión egocéntrica y meramente intuitiva. Cada alumno deberá elaborar a lo largo de los años escolares su propio constructo –en términos de Kelly– es decir, aquella forma de “ver el mundo” integrada por las experiencias, los conocimientos y los propios deseos. Esta integración se convertirá en llamada para transformar el mundo y hacerlo habitable en todos sus aspectos.

• Los contenidos pueden estructurar el yo y la subjetividad, si bien esto no ocurre de modo automático. Más que los contenidos o la cantidad y precisión con que se aprenden, importa su asimilación, su significado y la voluntad de elección que desarrollan en el alumno. Hay un aspecto de los contenidos que tiene suma importancia: su valor prospectivo o dinámica de la cultura y de la utilidad social. En el juego dialéctico entre conocimiento y subjetividad se forja la persona. De ahí la importancia que damos al término “significado de los contenidos”: qué estructuras mentales, qué niveles de aplicación y generalización desarrollan, de modo que queden en la subjetividad de la persona como estructura útil para su vida.

• Además, los contenidos permiten la continua reconstrucción de la experiencia. Nuestra historia es la constatación del cambio en el tiempo y de nuestra actividad por vivir adaptados a dicho cambio. Nuestro alumno vivirá en medio de mensajes culturales, de personas, de hechos y todos ellos podrán convertirse en parte

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