ELEMENTOS DE CANTOS Y JUEGOS
Enviado por luzmaria68 • 30 de Octubre de 2012 • 4.517 Palabras (19 Páginas) • 874 Visitas
El caballero de la armadura oxidada
Robert Fisher..........Ediciones Obelisco
1. El dilema del caballero
2. En los bosques de Merlín
3. El sendero de la Verdad
4. El Castillo del Silencio
5. El Castillo del Conocimiento
6. El Castillo de la Voluntad y de la Osadía
7. La Cima de la Verdad
Capítulo 1 El dilema del caballero
Hace ya mucho tiempo, en una tierra muy lejana, vivía un caballero que pensaba
que era bueno, generoso y amoroso. Hacía todo lo que suelen hacer los
caballeros buenos, generosos y amorosos: Luchaba contra sus enemigos, que
eran malos mezquinos y odiosos. Mataba dragones y rescataba damiselas en
apuros. Cuando en el asunto de la caballería había crisis, tenía la mala costumbre
de rescatar damiselas incluso cuando ellas no deseaban ser rescatadas y, debido
a esto, aunque muchas damas le estaban agradecidas, otras tantas se mostraban
furiosas con el caballero. Él lo aceptaba con filosofía. Después de todo, no se
puede contentar a todo el mundo. Nuestro caballero era famoso por su armadura.
Reflejaba unos rayos de luz tan brillantes que la gente del pueblo juraba haber
visto el sol salir en el norte o ponerse en el este cuando el caballero partía a la
batalla. Y partía a la batalla con bastante frecuencia. Ante la mera mención de una
cruzada, el caballero se ponía la armadura entusiasmado, montaba su caballo y
cabalgaba en cualquier dirección. Su entusiasmo era tal que a veces partía en
varias direcciones a la vez, lo cual no es nada fácil. Durante años, el caballero se
esforzó en ser el número uno del reino. Siempre había otra batalla que ganar,
otro dragón que matar u otra damisela que rescatar. El caballero tenía una mujer
fiel y bastante tolerante, Julieta, que escribía hermosos poemas, decía cosas
inteligentes y tenía debilidad por el vino. También tenía un joven hijo de cabellos
dorados, Cristóbal, al que esperaba ver, algún día, convertido en un valiente
caballero .Julieta y Cristóbal veían poco al caballero porque, cuando no
estaba luchando en una batalla, matando dragones o rescatando damiselas,
estaba ocupado probándose su armadura y admirando su brillo. Con el tiempo, el
caballero se enamoró hasta tal punto de su armadura que se la empezó a poner
para cenar, y a menudo para dormir. Después de un tiempo, ya no se tomaba la
molestia de quitársela para nada. Poco a poco, su familia fue olvidando qué
aspecto tenía sin ella. Ocasionalmente, Cristóbal le preguntaba a su madre qué
aspecto tenía su padre. Cuando esto sucedía, Julieta llevaba al chico hasta la
chimenea y señalaba el retrato del caballero.
He ahí a tu padre, decía con un suspiro.
Una tarde, mientras contemplaba el retrato, Cristóbal le dijo a su madre:
!Ojalá pudiera ver a padre en persona!
!No puedes tenerlo todo! respondió bruscamente Julieta.
Estaba cada vez más harta de tener tan sólo una pintura como recuerdo del rostro
de su marido y estaba cansada de dormir mal por culpa del ruido metálico de la
armadura. Cuando paraba en casa y no estaba absolutamente pendiente de su
armadura, el caballero solía recitar monólogos sobre sus hazañas.
!Entonces, quítate esa armadura para que pueda ver quien eres en realidad!,
le exigió.
!No puedo quitármela! !Tengo que estar preparado para montar en mi caballo
y partir en cualquier dirección!, explico el caballero.
!Si no te quitas esa armadura, cogeré a Cristóbal, subiré en mi caballo y me
marcharé de tu vida!
Bueno, esto si que fue un golpe para el caballero. No quería que Julieta se fuera.
Amaba a su esposa y a su hijo y a su elegante castillo, pero también amaba a su
Finalmente, tomó una decisión. Continuar llevando la armadura no valía la pena si
por ello había de perder a Julieta y a Cristóbal. Enganchado. Desesperado, intentó
levantar la visera pero, por desgracia, también estaba atascada. Aunque
tiró de la visera una y otra vez, no consiguió nada.
El caballero caminó de arriba abajo con gran agitación. Cómo podía haber
sucedido esto? Quizá no era tan sorprendente encontrar el yelmo atascado, ya
que no se lo había quitado en años, pero la visera era otro asunto. La había
abierto con regularidad para comer y beber. Pero bueno
El caballero se entristeció mucho porque Julieta no creía que estaba intentado
quitarse la armadura. El herrero y él lo habían intentado, y lo siguieron intentando
durante días, sin éxito. Cada día el caballero se deprimía más y Julieta estaba
cada día más fría. Cuando el caballero regresó a casa, Julieta le chilló:
!Tu hijo no tiene más que un retrato de su padre, y estoy harta de hablar con
una visera cerrada. No pienso volver a pasar comida por los agujeros de esa
horrible cosa nunca más! !Éste es el último puré de cordero que te preparo!
!No es mi culpa si estoy atrapado en esta armadura! Tenía que llevarla para
estar siempre listo párala batalla. De qué otra manera, si no, hubiera podido
comprar bonitos castillos y caballos para ti y para Cristóbal?
Julieta encontrara el amor en brazos de otro caballero, uno que estuviera deseoso
de quitarse la armadura y de ser un buen padre para Cristóbal.
Sin embargo, el caballero tenía que irse, así que, una mañana, muy temprano,
montó en su caballo y se alejó cabalgando. No osó mirar atrás por miedo a
cambiar de idea.
Al salir de la provincia, el caballero se detuvo para
...