ENSAYO / CONTENIDOS DE PREESCOLAR NUEVO MODELO EDUCATIVO 2017
Enviado por rubenan31 • 19 de Septiembre de 2018 • Ensayo • 3.090 Palabras (13 Páginas) • 341 Visitas
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INTRODUCCIÓN
Como nosotros bien sabemos hoy vivimos en un mundo complejo e interconectado, cada vez más desafiante, que cambia a una velocidad inédita. En muchos sentidos, más que una era de cambios, nos encontramos frente a un cambio de era. Para lograr este objetivo necesitamos una auténtica revolución de la educación.
Durante este presente ensayo se abordaran una serie de temáticas relacionadas con los contenidos de preescolar para el Nuevo Modelo Educativo 2017, tomando en cuenta diversas cuestiones.
Estos contenidos tienen como prioridad el desenvolvimiento inicial de las habilidades, destrezas, conocimientos y saberes del niño en el nivel básico fase inicial de la educación obligatoria. Todas estas cuestiones se trabajan mediante un proceso de aprendizaje en el cual maestro-alumno interactúan para lograr un propósito específico que se apega a un fin general para lograr lo planteado. Este Nuevo Modelo se enfoque en lo Humanista, en donde se busca que el alumno sea el centro del proceso educativo tomando en cuenta sus necesidades, gustos y preferencias para un mayor alcance de conocimientos. Los aprendizajes clave que se pretenden que el educando desarrolle son más que claros, el logro de estos aprendizajes posibilita que la persona en este caso el niño, desarrolle un proyecto de vida y disminuye el riesgo de que sea excluido socialmente.
En esta marcha se formaran ambientes de aprendizaje en los cuales implican un espacio y un tiempo donde los participantes construyen conocimientos y desarrollan habilidades, actitudes y valores para su bien común de ellos mismos.
Por último, al finalizar este ensayo se plasmara una conclusión. En ella se rescatara la información más relevante de este presente trabajo como forma de reflexión
CAPACIDADES PERCEPTIVO-MOTRICES
Las capacidades perceptivo- motrices son aquellas que nos permiten coordinar mediante los sentidos aquellos movimientos que realizamos día con día con nuestro propio cuerpo, que nos ayudan a adaptarlo a su contexto y entorno en el que vive. Algunos autores plantean este término de distinta manera, es el caso de Castañer y Camerino (1992) que lo definen como “el conjunto de capacidades directamente derivadas y dependientes del funcionamiento del sistema nervioso central”.
En el nivel preescolar en Educación Física es importante motivar a los niños hacia la práctica amplia, continua y sistemática de variadas experiencias motrices, ya que por medio de las habilidades motrices se aprenden los contenidos de tipo perceptivo, y a su vez el desarrollo perceptivo en interacción con las capacidades físico motrices y sociomotrices, que con ellas se potencian la posibilidad de mayor eficiencia y eficacia en el aprendizaje y desarrollo de las habilidades motrices.
Las capacidades perceptivo-motrices básicas son: La corporalidad o esquema corporal, la espacialidad y la temporalidad. De estas capacidades se derivan otras las cuales son: La lateralidad, el ritmo, la estructuración espacio-temporal, el equilibrio y la coordinación. Todas estas destrezas y habilidades que el niño de preescolar tiene, pero que a su edad no las ha desarrollado por completo, le permitirán realizar diversidad de actividades físicas en un futuro.
La corporalidad o esquema corporal lo podemos entender por la imagen mental que tenemos de nuestro propio cuerpo, de sus posibilidades de movimiento y de cada una de sus limitaciones espaciales dentro de un entorno. Este concepto se relaciona con el del gran autor Le Boulch (1987), que lo define como “el conocimiento que tenemos de nuestro cuerpo en estático o en movimiento, en relación con sus diferentes partes y el espacio que le rodea”. En esta, existe una evolución y un proceso que nosotros como educadores físicos debemos de tener en cuenta para su desarrollo. Este proceso conlleva a distintas etapas las cuales son:
- Periodo sensoriomotor (0-2 años): a esta etapa se le conoce como etapa figurativa o “nivel del cuerpo vivenciado”: El niño pasa de los primeros reflejos a la marcha y a las primeras coordinaciones, para conseguir al final de la misma una imagen difusa de su propio cuerpo.
- Periodo preoperatorio (2-8 años): conocida como etapa representativa o “nivel de discriminación perceptiva”: el niño utiliza su cuerpo de un modo cada vez más preciso, perfecciona su motricidad global, percepción corporal y espacial, se da la afirmación definitiva de la lateralidad y empieza a reconocer su derecha y su izquierda.
- Periodo de operaciones concretas (8-12 años): conocida como etapa operativa o “nivel de la representación mental del propio cuerpo”: en esta se desarrolla la independencia segmentaria, posibilidades de relajación a nivel global y segmentario, representación mental del propio cuerpo, mayor inteligencia, entre otras actividades que conllevan un poco más de dificultad al realizarlas. (Piaget, 1985)
La espacialidad la definimos como el mundo exterior que rodea al niño, el mundo que va descubriendo con el paso de los años y el cual aprende a separar de su propio cuerpo según va pasando el tiempo.
Conforme el niño va creciendo, se va adaptando a su espacio, a su entorno y contexto. Debemos de tener en cuenta que el niño en su desarrollo inicial, esta cuestión lo mira como algo nuevo y le da por indagar acerca de cada una de las cosas que lo rodean. Blázquez y Ortega (1984) nos dicen que “Tener una buena percepción del espacio radica en ser capaz de situarse, moverse, orientarse, tomar direcciones múltiples y de analizar situaciones y representarlas”.
De esta capacidad perceptivo-motriz (espacialidad) se derivan tres componentes: Orientación espacial, organización espacial y estructuración espacial. Estos integrantes conforman un todo, extendiendo la capacidad al máximo y dominándola de una mejor manera.
La tercera capacidad es la temporalidad la cual se relaciona con el tiempo y su percepción. Fraisse, (1989) la define como “conjunto de acontecimientos que siguen un orden o distribución cronológica y una duración cuantitativa del tiempo transcurrido entre los límites de dichos acontecimientos”. Por ello, el niño que inicia una acción motriz debe prever su duración, la distribución de los componentes en el tiempo, el ritmo de ejecución óptimo, etc. (Conde y Viciana, 1997).
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