Economía Social
Enviado por racr • 12 de Julio de 2015 • 3.527 Palabras (15 Páginas) • 224 Visitas
EMPRENDIMIENTOS ECONÓMICOS SOLIDARIOS
LUIZ INÁCIO GAIGER
1. Definición
Los emprendimientos económicos solidarios abarcan diversas
modalidades de organización económica, originadas en la libre asociación
de los trabajadores, con base en principios de autogestión,
cooperación, eficiencia y viabilidad. Aglutinando a los individuos
excluidos del mercado de trabajo, o motivados por la fuerza de sus
convicciones, y en búsqueda de alternativas colectivas de supervivencia,
los emprendimientos económicos solidarios llevan a cabo
actividades en los sectores de la producción o de la oferta de servicios,
de la comercialización y del crédito. Se presentan en forma de
grupos de producción, asociaciones, cooperativas y empresas de autogestión
y combinan sus actividades económicas con acciones de
índole educativa y cultural, valorando el sentido de la comunidad de
trabajo y el compromiso con la colectividad social en la cual se insertan.
Las prácticas específicas de dichas empresas se inscriben en una
nueva racionalidad productiva, en la cual la solidaridad se convierte
en un sostén de las iniciativas, ya que generan resultados materiales
efectivos y ganancias extra-económicas. El trabajo en consorcio actúa
en pro de los propios productores y otorga una connotación bastante
más amplia a la noción de eficiencia, referida igualmente a la
calidad de vida de los trabajadores y a la satisfacción de objetivos
culturales y ético-morales. Ese espíritu se diferencia de la racionalidad
capitalista –que no es ni solidaria ni tampoco inclusiva– y de la
solidaridad popular comunitaria –desprovista de los instrumentos
adecuados a un desempeño social y económico que no sea circunscrito
y marginal–. Además de ello, dado el papel decisivo de un conjunto
creciente de organizaciones y agentes mediadores, los
emprendimientos solidarios suelen buscar o crear mecanismos e ins-
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LA OTRA ECONOMÍA
tituciones de articulación, representación e intercambio, tanto en el
ámbito económico como en el político. Constituyen así la célula
propulsora básica, con sus vinculaciones y extensiones, de la economía
solidaria.
Desde el siglo XIX, se registran intentos de instituir formas comunitarias
y democráticas de organizar la producción y el consumo, en
respuesta a las aspiraciones de igualdad económica y a la necesidad
de garantizar medios de subsistencia para la masa de trabajadores
despreciada por las empresas capitalistas. Según la reflexión teórica
que esa realidad emergente plantea, las empresas solidarias expresan
una proliferación de formas de economía alternativa, distintas a la
lógica mercantil capitalista, y de alternativas económicas, por tratarse
de establecimientos viables, capaces de asegurar su reproducción
social. Ellos incrementan, de manera posiblemente duradera, la gama
de modos de producción no-capitalistas (Santos, 2002). No obstante,
esas virtudes no están determinadas, sino que constituyen tendencias
y posibilidades que se materializan con mayor o menor intensidad,
de acuerdo con las condiciones objetivas y subjetivas en las que
cada experiencia se desarrolla. Su éxito depende, además, no sólo
del escenario en el que actualmente se encuentran, sino de la inversión
que se hace en ellas. Así, al señalar los aspectos nuevos y prometedores
que las experiencias de la economía solidaria están
demostrando, el concepto debe ser entendido principalmente como
un instrumento para la verificación de casos concretos, según las
cuestiones y los ángulos de análisis que propone, al mismo tiempo
que evoca un direccionamiento histórico posible, bajo el prisma de la
actuación en la sociedad.
2. Génesis y desarrollo histórico
El término emprendimiento económico solidario usualmente ha
servido para referirse a los más variados tipos de experiencias de la
economía solidaria. A grandes rasgos, abarca modalidades de trabajo
a las cuales recurren los individuos que viven ordinariamente del
empleo de su fuerza de trabajo y en las cuales encuentran refugio
categorías sociales puestas al margen de los sistemas convencionales
de ocupación y de distribución de la riqueza, dependientes del sector
privado y del Estado. Adoptan, en proporción variable, arreglos co-
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EMPRENDIMIENTOS ECONÓMICOS SOLIDARIOS
lectivos en la posesión de los medios de producción, en el proceso de
trabajo y en la gestión del emprendimiento, minimizando la presencia
de relaciones asalariadas. Dichas prácticas están ancladas en la
economía de los sectores populares, de la cual son una extensión y
donde encuentran primariamente su sustrato y su funcionalidad.
Expresan, así, una inflexión de la economía popular de base doméstica
y familiar, o también, en algunos de sus segmentos, una
reconversión de la experiencia obrera del trabajo, a través de la socialización
de los medios de producción y de la democratización del
poder económico.
La actual expansión de esas iniciativas remite tanto a capítulos
anteriores de la historia de la lucha de los trabajadores como a corrientes
de pensamiento y acción política. Sus raíces más lejanas se
ubican en el siglo XIX europeo, cuando la proletarización del mundo
del trabajo provocó el surgimiento de un movimiento obrero asociativo
y de las primeras cooperativas autogestionadas de producción (Singer,
1999). Esa praxis estuvo íntimamente vinculada a la matriz intelectual
y política que, desde allí, evolucionó por caminos diversos: socialistas
utópicos (Saint-Simon, Fourier), anarquistas (Proudhon,
Kropotkin), cooperativistas (Owen, Gide), cristianos (Le Play,
Raiffeisen) y socialistas (Jaurés, Pannekoek). El enfrentamiento operado
entre esas vertientes, a medida que surgían experiencias de autogestión
en otros continentes y de episodios que marcan la historia
política del siglo XX, condujo a una abundancia de abordajes y a la
entrada en escena de nuevas referencias, particularmente en el área
del pensamiento cristiano (Teilhard de Chardin, teología de la liberación)
y del socialismo (Castoriadis, Mariátegui), hoy gradualmente
dirigidas
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