Eduacion Vial

Seguridad vial

Fecha de Publicación: 2012-03-01

Es impresionante que contando con una buena legislación, ésta pase a ser letra muerta al momento de registrar los siniestros de tránsito en las carreteras del país. Las 99 muertes ocurridas en los días de Carnaval producen dolor y desconcierto. Vidas arrancadas y familias destruidas. Los “accidentes” de tránsito por culpa consciente, nunca han sido accidentes, sino actos lamentablemente originados por los infractores y voluntariamente provocados por los usuarios de nuestras carreteras que tienen como protagonistas a las cooperativas de transporte público.

Durante el último feriado vimos a la Policía de tránsito, dar recomendaciones en torno a realizar una conducción responsable, a no ingerir alcohol si se va a conducir un vehículo, a usar el cinturón de seguridad, a respetar los límites de velocidad, y en fin, múltiples recomendaciones que muy probablemente quedaron en el olvido de quienes por casualidad se toparon con esos avisos al encender la televisión, al leer un diario o al escuchar la radio. La pregunta que debemos plantearnos es ¿qué se va hacer al respecto? ¿Cómo evitar que decenas de ecuatorianos sigan muriendo en las calles y carreteras durante los días festivos o de fin de semana? ¿Cómo vamos a evitar que cada año la mortalidad por accidentes de tránsito sigan superando la escalofriante cifra de 5.000 personas fallecidas?

Cerca de 208.000 personas han sido víctimas de accidentes de tránsito en los últimos tres años en Ecuador. De esa cifra, 85.000 quedaron con alguna discapacidad y 18.000 murieron, de acuerdo con cifras oficiales. Esta situación de desolación y desesperanza en medio de indignación y vergüenza muestra una situación de anomia en donde no hay nada ni nadie que lo detenga, por más que la Ley vigente advierta en el papel su severidad y contundencia. Ni el Gobierno con tendencias autoritarias ha podido poner coto a la corrupción y la impunidad que impera en el caso del tránsito y la transportación terrestre, mientras continuamos pagando con el costo alto de vidas humanas y el dolor de la gente la irresponsabilidad vial.

La seguridad vial debe ser una política pública continua y regular en el tiempo para que pueda producir efectos sostenidos. No se sabe cuál es la estrategia en educación vial que se pretende desarrollar en el presente y en los próximos años, salvo las repetidas declaraciones que se hacen cada vez que se denuncia y lamenta una tragedia de tránsito. Es hora de dejar atrás los espejismos y las reformas a las normas de tránsito y aplicar sanciones drásticas a los irresponsables.

Es urgente, además, que de una vez el Gobierno ponga suma urgencia en la tarea de fiscalizar a los responsables de la seguridad vial, cooperativas de transporte y autoridades de tránsito, que hasta ahora, digámoslo en el mejor de los casos, han estado ausentes en la

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