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El Crítico Es El Político De La Literatura


Enviado por   •  29 de Octubre de 2013  •  678 Palabras (3 Páginas)  •  183 Visitas

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El crítico es el político de la literatura

La buena crítica es aquella que acierta a destacar la singularidad de la obra que examina, contribuyendo a su comprensión y a su divulgación. Lo que diferencia radicalmente a la crítica de la publicidad y del llamado periodismo cultural es su voluntad de ordenamiento, es decir, de insertar la experiencia de la lectura –en el caso de la crítica literaria– en una estructura de significaciones susceptible de ser compartida colectivamente.

En esta estructura está comprendida lo que se entiende, de hecho, por literatura: un sistema de relaciones que confiere contornos reconocibles a lo que de otro modo sería un magma informe e indeciblemente vasto de textos. Es en atención a su conocimiento de este sistema, y al concepto que se hace de él, que el crítico se siente impelido a reprobar determinadas obras que a su juicio repiten sendas ya recorridas o se sitúan por debajo del nivel alcanzado previamente por otras obras. Por ahí se produce el conflicto de la crítica con los agentes del mercado y de la cultura de masas, quienes, indiferentes a tales apreciaciones, miden el valor de una obra en razón de su éxito, de su aceptación por parte de una gran cantidad de lectores.

Lo que se entiende comúnmente por crítica es un género bastardo nacido del ayuntamiento de la crítica –en su sentido más amplio y más cabal– con el periodismo. Lo propio del reseñista es tener que resolver, por vía de su solo instinto, la dificultad que entraña sostener y divulgar una actitud crítica en un medio que tiende a obviarla; asimilándola a cualquiera de sus dos pilares fundamentales: la información y la opinión. La crítica no es, en rigor, ninguna de las dos cosas, ni siquiera una y otra combinadas. No es información porque emite juicios. Y no es opinión porque no se funda en la subjetividad del crítico: éste actúa en nombre de una idea de la literatura que, por mucho que sea la suya propia, en cierto modo lo trasciende. De ahí que el crítico sea capaz de disociar, llegado el caso, entre su inclinación personal y el valor público que a su juicio alcanza una determinada obra. Y es que el crítico es, por así decirlo, un político de la literatura: su función es social, se dirige a la comunidad de los lectores, crea esa comunidad, no se ciñe a su gusto privado. Todo intento de reducir la crítica a una opinión personal equivale a una reducción de aquélla.

Los criterios del reseñista son móviles, cambiantes, oportunistas. El reseñista debe ser sensible a las circunstancias que rodean la recepción del libro en cuestión, a los factores de todo tipo que determinan su lectura, y obrar en consecuencia. ¿Cuestiones extraliterarias? Vale, ¿y qué? El reseñista debe tenerlas en cuenta, e incorporarlas a su discurso, pues no interviene en un campo despejado de interferencias. Lo que lo

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