El Despegue Cafetero
Enviado por 900925 • 9 de Septiembre de 2012 • 3.712 Palabras (15 Páginas) • 840 Visitas
EL DESPEGUE CAFETERO (1900-1928)
La economía entre 1900 y 1920
1. La guerra y la reconstrucción del orden económico
La Guerra de los Mil Días, con la cual se abrió Colombia al siglo XX, fue sin duda el enfrentamento civil más largo y brutal y el de más devastadores efectos para la economía nacional.
La todavía incipiente economía cafetera, que desde 1870 había empezado a prosperar, especialmente en Cundinamarca y los Santanderes, que a fines del siglo XIX producían poco más del 80% del café colombiano, se vio particularmente afectada, justamente porque fueron aquellas regiones las que se convirtieron en el principal escenario de las actividades bélicas. Ello se sumó a la severa depresión del sector externo iniciada poco antes del comienzo de las hostilidades y ocasionada por el deterioro en el precio de las exportaciones.
No menos gravosa fue la forma de financiar la guerra. Los precios de los víveres y artículos de primera necesidad se desbordaron, a tal punto que en 1901 el gobierno decretó la importación de víveres durante la contienda, hasta 60 días después en su terminación. Se encarecieron también las tarifas de transporte.
Las haciendas cafeteras, debieron soportar el descenso de precios del café a la mitad de lo que habían sido durante los primeros cinco años de la década, se vieron agobiadas aún más por el conflicto: la interrupción de los transportes, el encarecimiento de los fletes, el reclutamiento forzoso de trabajadores para formar los ejércitos o el abandono de los campos para eludir aquel reclutamiento, acabaron afectando no sólo las cosechas sino la organización misma de las haciendas, apoyadas sustantivamente sobre la fuerza de trabajo.
Las escasas fábricas de manufacturas, lo mismo que las industrias textiles prácticamente desaparecieron, o quedaron semiparalizadas.
La reconstrucción económica y política del país no era fácil, se comenzó por reformar el sistema monetario adoptando el patrón oro, se creó la junta de amortización, se reordenó el presupuesto público y la dispersa y confusa legislación aduanera y arancelaria e inició algunos intentos proteccionistas que, aunque tímidos, insinuaban ya las nuevas orientaciones del país para los años siguientes. Sin embargo, también contribuyó Rafael Reyes, quien adoptó una nueva política económica sustentada sobre la centralización fiscal, el proteccionismo y el impulso estatal a las actividades empresariales.
Reyes encaminó la gestión estatal a la búsqueda de una sana administración fiscal, la estabilización del sistema monetario y el regreso al patrón oro, la restauración del crédito de Colombia en el exterior y la atracción del capital extranjero, al tiempo que mejoraba el sistema de transportes y estimulaba la agricultura de exportación, no sólo de café sino de otros productos como el azúcar y el banano.
El aumento de aranceles, conjuntamente con numerosas permisos generales y particulares para la importación de maquinaria y materias primas, el establecimiento de subsidios, las garantías sobre el rendimiento de capital para determinadas empresas, la celebración de contratos de privilegios, etc., crearon un sistema proteccionista más operativo y eficaz y representaron estímulos al amparo de los cuales comenzó a consolidarse el naciente andamiaje industrial del país. Como complemento esencial de lo anterior, el gobierno de Reyes emprendió una política agresiva de transportes (construcción de ferrocarriles, ampliación de carreteras y obras para mejorar la navegación).
2. La expansión cafetera
Sin duda, el hecho decisivo de las primeras décadas del siglo XX fue la expansión de la economía cafetera, sustentada no en el sistema de haciendas, sobre la cual se había desarrollado la producción del grano en los Santanderes, Cundinamarca y en algunas zonas de Antioquia en las últimas décadas del siglo XIX, sino en la pequeña producción parcelaria del occidente del país.
El sistema hacendario se caracterizaba no sólo por la baja modalidad de la mano de obra y su escasa integración al mercado monetario, sino por una organización de la producción en la que se trataba de disminuir la inversión de capital representado en la incorporación de técnicas y elementos de trabajo que pudiesen elevar la productividad.
Con esto, surgen dos características en la organización de las haciendas: la búsqueda de formas de uso de la mano de obra que disminuyeron el peso de los costos salariales, la paulatina disminución del capital necesario para modernizar la producción representada en elementos de trabajo.
Por otra parte, la integración de los procesos de producción y comercialización de café unida a los altos costos de transporte, hicieron que la producción cafetera dependiera fuertemente de coyunturas excepcionales en el mercado internacional del grano.
Lo que la producción parcelaria del occidente introdujo de nuevo en el cuadro de la economía exportadora nacional fue un mayor impacto del café sobre el mercado interno de bienes agrícolas e industriales y, además, una separación entre los procesos de producción y comercialización del grano.
En la base de la expansión de la economía parcelaria en el occidente colombiano estuvieron dos procesos hasta cierto punto complementarios, que harían del café el producto privilegiado de estas regiones: la expansión de la frontera agrícola resultante de la colonización antioqueña y el hecho de que el café se adaptaba particularmente bien al tipo de asentamientos surgidos de la colonización.
El café se acomodaba bien a la economía parcelaria una vez que ésta hubiera logrado estabilizarse, porque no requería grandes inversiones de capital; además, es un producto durable y de fácil procesamiento, de modo que no era necesaria la inversión en maquinaria cara, ni estaba sujeta a economías de escala significativas; finalmente, se combinaba bien con otros cultivos de subsistencia.
Las consecuencias del desarrollo cafetero del occidente colombiano, con el cual se consolidaría el sector exportador, deben verse en el marco de las limitaciones al desarrollo económico global del país a comienzos del siglo XX. Habría que subrayar, entre las consecuencias más notables del desarrollo cafetero, la desvinculación de la producción interna de las fluctuaciones de los precios externos, gracias al divorcio entre los procesos de comercialización y producción, que no quedaban ya en manos de un mismo agente (el hacendado), sino de casas extranjeras, los primeros, y de pequeños propietarios, los segundos.
El café se constituyó en el núcleo de la expansión del mercado interno, no tanto por lo que significaba la economía parcelaria en tanto que mercado para los productos
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