El Matrimonio Aymara
Enviado por carla zegarra • 23 de Junio de 2013 • 1.248 Palabras (5 Páginas) • 8.130 Visitas
EL MATRIMONIO
El matrimonio, en la tradición aymara, es un ritual de paso que iguala a hombres y mujeres como jaqi, personas humanas.
Se estiman aptos para el matrimonio a los hombres entre 28 y 31 años de edad; a las mujeres, entre 24 y 26 años. Aun así, otros requisitos son de mayor importancia. El hombre debe saber arar y techar una casa
Casarse, hacerse jaqi, tiene sin embargo implicaciones muy importantes en relación a la comunidad. Por un lado, el matrimonio determina los derechos de sucesión sobre las tierras. Por otro, establece los deberes de la pareja (chacha-warmi) con el grupo comunitario. En efecto, la nueva familia se incorpora al sistema de cargos, a través del cual el hombre principalmente desempeñará una serie de funciones anuales, desde la organización de las fiestas agrícolas hasta la jefatura comunal (jilaqata). Del éxito de sus tareas dependerá el prestigio de toda la familia. Este camino (thakhi), de hecho, lo recorren juntos la pareja, puesto que la mujer participa en las decisiones del marido, pudiendo incluso llegar a sustituirlo ocasionalmente. Los diferentes cargos exigen, además, la redistribución de los excedentes de la producción familiar, en cuanto debe garantizarse durante las distintas celebraciones alimento y bebida suficiente para todos.
En relación a los derechos sobre las tierras, en aquellas comunidades donde la tradición ha sido menos intervenida, hombres y mujeres heredan por igual. De esta manera, los terrenos de la madre pueden pasar a sus hijas tras el matrimonio, de generación en generación. Esta norma, sin embargo, no es la que predomina actualmente. La propiedad en los territorios Aymara ha pasado por varios procesos de cambio en los últimos cinco siglos, incluyendo la expropiación latifundista y reformas agrarias que otorgaron títulos de propiedad preferentemente a los hombres.
El caso es que tradicionalmente las hijas heredaban de la madre y los hijos del padre, algo que sólo se mantiene en algunas comunidades. Probablemente esta línea de sucesión determinara también que la madre diera su apellido a las hijas, y el padre a los hijos. Lo cierto es que ninguna mujer casada suele utilizar el apellido del esposo, conservando el suyo que proviene del padre.
Está claro, desde luego, que la propiedad de las mujeres sobre la tierra se ha reducido considerablemente en el transcurso del tiempo. No obstante, es posible que haya hombres que no posean tierras dentro de su comunidad. Al casarse fuera de ella, deberá trabajar las de su esposa, sin derecho a heredar puesto que la propiedad pasaría sólo a los hijos.
Uno de los mayores acontecimientos para esta cultura es el matrimonio, el cual celebran con mucho esplendor, siguiendo y respetando una serie de tradiciones.
Los matrimonios se realizan generalmente en el mes de agosto, por considerarse este tiempo como muy apropiado para garantizar la prosperidad y fertilidad. Están aptos o maduros para el matrimonio, los varones entre los 28 a 31 años, y en el caso de las mujeres, de 24 a 26 años.
Para casarse, el varón debe haber sido ya padrino de bautismo, tener cantidad suficiente de vestimentas, saber uncir y arar con la yunta, techar una casa, etc.
La mujer debe haber ocupado el cargo de watachu y de qchwa, haber sido madrina de bautizo y guía en los carnavales; tener ropas suficientes, saber cocinar, sembrar, tejer, etc.
Hasta antes del matrimonio los hombres y mujeres son considerados menores o gente incompleta.
Por medio del matrimonio, la pareja accede a una condición superior en la organización social aymara, recién ahí son considerados persona humana o gente completa.
Es muy importante seguir y respetar las costumbres y los requisitos dentro del matrimonio, aunque existen excepciones para casos muy especiales.
Ejemplo de ello es el caso del hijo único o hijo mayor de una viuda, sólo en estos casos
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