El Niño Lider
Enviado por yuzbely • 27 de Junio de 2012 • 2.560 Palabras (11 Páginas) • 508 Visitas
El niño líder
El niño líder suele ser carismático, despierta la simpatía entre sus compañeros por su porte, su gracia, su amabilidad, su inteligencia, su pensamiento ágil y practico y por su facilidad para comunicarse. Como consecuencia de ellos estos niños se convierten en el centro de las reuniones a las cuales asisten, suelen ser nombrados delegados del grupo ante diferentes instancias, son ensalzados y adquieren mayor confianza en si mismo y en sus capacidades, lo cual es bueno porque les permite alcanzar nuevos logros y mejores condiciones personales, hechos estos muy apreciados en nuestras sociedades competitivas de hoy.
El peligro se presenta cuando estas cualidades no logran integrarse de una manera armónica y sana a la personalidad del niño y empiezan a desviarse hacia objetivos y metas perjudiciales y malsanas, como cuando se orientan hacia el pandillaje y la delincuencia o cuando adquieren una cierta hipertrofia del yo que los vuelve egocéntricos, egoístas, autoritarios, arrolladores y abusadores. Es aquí cuando los padres y los educadores debemos estar muy atentos para orientarlos a fin de aterrizarlos un poco, para convertirlos en personas pensantes, razonantes y de buen corazón y para evitar en su comportamiento desviaciones nocivas en su conducta y actitudes despóticas y abusivas en su comportamiento hacia los demás.
Formación de los líderes para el cambio
Cada época tiene sus lideres y el ritmo del proceso social obliga a estos a dar mayor o menor énfasis en las actividades que se cumplen dentro de la colectividad. El ritmo variable, de acuerdo con los adelantos científicos y técnicos de una época, obliga al conductor a manejar los instrumentos del cambio o por lo menos a saber seleccionar las personas con capacidad suficiente para hacerlo, en forma tal que el rendimiento no retrase o este en desacuerdo con los propósitos concebidos por el planteamiento.
En la época parsimoniosa de la colonia, cuando las comunicaciones se hacían en carreras movidas por bueyes o en diligencias tiradas por caballos, en barcos a vela; cuando las cartas y documentos se escribían a mano, las funciones de líder seguían el ritmo impuesto por las circunstancias dentro de las cuales se movía. Después que aparecieron los modernos sistemas de comunicación y el avión surca los aires a velocidades no imaginadas; luego que el hombre pone su planta en la luna, los líderes han de estar “a la altura de los tiempos”. Tal aceleración tiene profundas consecuencias para la educación. En efecto, afirma Alver Toffler, en su libro “El Schoce del Futuro”, que “La tecnología de mañana requiere no millones de hombres ligeramente instruidos, capaces de trabajar al unísono, en áreas infinitamente repetidas; no hombres que acepten las órdenes sin pestañear, conscientes de que el precio del pan depende mecánicamente de la autoridad; sino hombres capaces de juicio critico. De abrirse camino en medios nuevos, de contraer rápidamente nuevas relaciones en una realidad sometida a veloces cambios”. No será suficiente la perspicacia, sino que a esta ha de agregarse la sabiduría y la habilidad de usar conocimientos para prever el futuro.
La formación de los líderes dentro de ese mundo conmovido y en constante proceso de cambio. Se requiere una estructura educativa de tal naturaleza que ponga bajo el dominio de los educadores instrumentos de pareja eficacia de los que utilizan en la industria y en los trabajos que el hombre realiza o realizará en esa sociedad del futuro. Esto no quiere decir, sin embargo, que la escuela ha de convertirse en una fábrica deshumanizada de producir trabajadores para la industria. Su tarea humana es la de forjar caracteres, personalidades libres, capaces de fijar su propio rumbo, su destino futuro. Es obvio que ese hombre estará también dotado de habilidades y saber técnico acordes con los requerimientos de la época.
Indispensabilidad de los líderes
La industrialización y la urbanización tornan a los hombres cada día más inter-dependientes. Las obras en que intervienen los trabajadores son el producto de varias personas mancomunas para producir. En esa forma el liderazgo o management, se hace indispensable e ira creciendo en lugar de disminuir en el futuro. Se ha dicho que no es posible pensar que la escuela continúe funcionando a imitación de las fábricas y talleres que existen dentro del mundo contemporáneo, con un maestro que actúa como capataz de un grupo de alumnos que cumplen tareas previamente fijadas por un reglamento o por un texto usado en clases.
Nuestras escuelas de hoy no están adoptadas ni siquiera para realizar las tareas que el medio actual precisa. Están regimentadas por reglamentos anticuados y utilizan textos que no corresponden a los que se espera como resultado de la educación. Según el sicólogo Herbert Gerjont, citado por Toffler, apunta que: “La nueva educación debe enseñar al individuo como clasificar y reclasificar la información, como comprobar su veracidad, como cambiar las categorías en caso necesario, como pasar de los concreto a lo abstracto y viceversa, como considerar los problemas desde un nuevo punto de vista, como enseñarse a si mismo. El analfabeto de mañana no será el hombre que no sabe leer, sino el que no ha aprendido la manera de aprender”.
La escuela del futuro
La formación y el entrenamiento de los líderes del futuro crea a los educadores y al estado una gran responsabilidad. Necesitamos hombres capaces de descubrir los obstáculos en el camino antes de tropezar con ellos. Que se mantengan en constante vigilancia para avizorar los cambios y preverlos.
La escuela del futuro, además de preparar al hombre para la realización de una tarea específica deberá encaminar su actividad a formar un hombre sensible a los cambios que se producen en el mundo y que están transformando rápidamente, con la vida del ser humano, las circunstancias que lo rodean. Ese hombre del futuro debe poseer una flexibilidad de espíritu que le permita adaptarse a la vida supe industrial o postindustrial. Pensaba Karl Mannheim que “en una sociedad dinámica como la nuestra solo puede ser eficaz una educación para el cambio mismo. Esta consiste en una formación del espíritu exenta de todo dogmatismo, que capacite a la persona para levantarse por encima de la corriente de los acontecimientos en ves de dejarse arrastrar por ellos”.
Se dice fácil lo que respecta a las características de una nueva escuela y la propia flexibilidad que imprimirá a sus enseñanzas, que no son cuestiones de método únicamente sino de postura frente al futuro. Precisa ocuparse de lo que va en la Era contemporánea es el cambio de ocupaciones, tan frecuente que la estabilidad en determinadas actividades se concibe como excepcional. Lo corriente en Inglaterra es que el hombre cambie
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