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El Poder De Las Palabras


Enviado por   •  12 de Noviembre de 2012  •  1.452 Palabras (6 Páginas)  •  377 Visitas

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EL PODER DE LAS PALABRAS

PARA LOS QUE AMAN LAS PALABRAS septiembre 2012

Estuve leyendo después de muchos años "Confieso que he vivido" de Pablo Neruda, uno de mis poetas favoritos, del cual puedo decir que "guardo silencio ante su poesía", y que reconozco como maestro y artesano por excelencia de las palabras. Leer sus memorias significó en esta ocasión volver a dialogar con el poeta y con la poesía. Para muestra un botón, el texto donde él se refiere a "las palabras" inspiró en mi esta reflexión que quiero compartir con ustedes.

EL PODER DE LAS PALABRAS

“…Todo lo que usted quiera, sí Señor, pero son las palabras, las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas…las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… brillan como piedras de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… las agarro al vuelo cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes, ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como ágatas, como algas, como aceitunas”...[1]

Para Pablo Neruda, poeta chileno, (premio nobel de literatura 1971), las palabras son más que un conjunto de sonidos articulados y-o representaciones gráficas que expresan una idea o concepto. Para Neruda las palabras son su materia prima, el preciado instrumento de trabajo, siente que puede beber las palabras y moldearlas, darles forma hasta lograr con ellas su mejor poema.

Neruda se acerca tiernamente al ser amado a través de las palabras que pueden sonar a música en los oídos de una mujer enamorada:

“Para que tú me oigas

Mis palabras se adelgazan a veces

Como las huellas de las gaviotas en las playas.

Collar, cascabel ebrio

Para tus manos suaves como las uvas.

Y las miro lejanas mis palabras.

Más que mías son tuyas.

Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.

Ellas trepan así por las paredes húmedas.

Eres tú la culpable de este juego sangriento.

Ellas están huyendo de mi guarida oscura.

Todo lo llenas, tú, todo lo llenas.

Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,

y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.

Ahora quiero que digan lo que quiero decirte

para que tú las oigas como quiero que me oigas.

(Fragmento del Poema V)

Con las palabras, Pablo Neruda logró crear poemas inolvidables, como el que citamos. Por eso consideraba las palabras “más valiosas que el oro que se llevaron a España”. Así es como un creador tiene la facultad de sentir el valor de las palabras…

¿Sabía usted que Dios también consideró de importancia suprema a las palabras?

Por su palabra fue creado el universo: “Y dijo Dios, sea la luz y fue la luz”. (Gn 1:3) como también lo confirma el Nuevo Testamento: “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que no era, fue hecho de lo que no se veía”( Heb 11:3) y esa misma palabra es la que sigue sustentando: “…el cual siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder” (Hebreos 1:3).

La palabra de Dios siempre fue, es y será poderosa. Nada puede compararse con la palabra de Dios.

Es interesante notar que Dios da tanto valor a la palabra oral pero a la vez también a su palabra escrita. Ya que él mismo escribió y reconoce la escritura como un poderoso instrumento para influir en las personas. El quiso legar a su pueblo su ley escribiendo de su propia mano, sí, Dios se preocupó por escribir por si mismo el testimonio de las palabras que anhelaba que su pueblo recordara y pusiera por obra:

“Y dio a Moisés cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios” (Exodo 31:18)

“Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas”. (Exodo 32:16)

¡Qué privilegio más grande el del pueblo de Israel, ser receptores

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