El Poder Y La Torre
Enviado por Catherine23 • 18 de Enero de 2014 • 1.698 Palabras (7 Páginas) • 185 Visitas
El 11 de diciembre, Hugo Chávez Frías, el extravagante y radical presidente de
Venezuela, se sometió a su cuarta cirugía contra el cáncer y desde entonces ha
languidecido en un hospital de La Habana bajo una celosa guardia. Sólo familiares y
allegados políticos cercanos —y, se presume, los hermanos Castro— tienen permiso
para verlo. No ha habido ningún vídeo de él sonriendo desde su cama de hospital ni
animando a sus seguidores. Funcionarios del gobierno reconocen que está
experimentando “severas dificultades respiratorias”, a pesar de los rumores de que
está bajo un coma inducido y conectado a un respirador. La presidenta de Argentina,
Cristina Kirchner, visitó La Habana la semana pasada llevando una Biblia para Chávez.
Y aunque no comentó si lo llegó a ver, tuiteó poco después: “Hasta siempre”. Los
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partidarios de Chávez insisten en que el presidente se está recuperando, y que incluso
firmó un documento- una prueba de vida que se exhibió debidamente a la prensa. Pero
el mensaje de Kirchner sonaba como un último adiós.
Es apropiado que Chávez haya escogido Cuba como el mejor lugar para recuperarse,
ya que el país ha sido un segundo hogar para él durante mucho tiempo. En noviembre
de 1999, Fidel Castro lo invitó a dar una charla magistral en la Universidad de La
Habana. Chávez, un ex-paracaidista militar, se había convertido en presidente de
Venezuela apenas nueve meses antes, pero ya contaba con una audiencia embelesada,
incluyendo a Castro, a su hermano menor Raúl y a otros altos cargos del buró político
de Cuba. El discurso de Chávez estuvo lleno de expresiones de buena voluntad hacia
Cuba y elogió a Castro, a quien llamó “hermano”. Era imposible pasar por alto las
implicaciones de su visita. Desde el fin del subsidio soviético, ocho años antes, Cuba
luchaba por sostenerse y Venezuela era una nación rica en petróleo. Chávez había
viajado con una delegación de la empresa petrolera nacional. El presidente, ya en ese
entonces un orador expansivo, habló durante noventa minutos, y Castro sonrió
atentamente todo ese tiempo. El hombre que estaba a mi lado susurró que nunca
había visto a Fidel mostrar tanto respeto por otro líder.
Esa noche, una multitud llenó el Estadio Nacional de Béisbol de La Habana en ocasión
de un partido amistoso entre jugadores veteranos de las dos naciones. El ambiente era
festivo. Chávez pichó y bateó para Venezuela, jugando las nueve entradas. Castro,
vestido con una chaqueta de béisbol sobre su uniforme de faena militar, fue el
mánager de Cuba y aprovechó para darle a su huésped una lección en tácticas: a
medida que el juego avanzaba, Castro infiltró jóvenes impostores al campo de juego,
disfrazados con barbas postizas que luego se arrancaron, desencadenando aplausos y
risas en la audiencia. Al final del juego Cuba ganaba cinco a cuatro pero, como declaró
Chávez, “tanto Cuba como Venezuela han ganado. Esto profundizó nuestra amistad”.
Antes de que pasara mucho tiempo, Cuba empezó a recibir envíos de petróleo
venezolano a menores precios, a cambio de los servicios de docentes, médicos e
instructores deportivos cubanos que trabajaron en un enorme programa de alivio de la
pobreza lanzado por Chávez. Desde el año 2001, decenas de miles de médicos cubanos
han proporcionado tratamiento a los pobres de Venezuela, y personas con
enfermedades de la vista han recibido atención médica en Cuba, en el marco de un
programa que Chávez llamó, con su típica grandiosidad, Misión Milagro.
Como parte no escrita del acuerdo, Chávez también adquirió una ideología. Desde el
principio él era un ferviente discípulo de Simón Bolívar, libertador de Venezuela y su
máximo héroe nacional. Poco después de haber asumido el poder, Chávez cambió el
nombre del país a República Bolivariana de Venezuela. Bolívar era un modelo
complicado: fue un luchador carismático por la libertad, cuyas sangrientas campañas
liberaron a gran parte de América del Sur de la España colonial. Pero, a pesar de ser
admirador de la Revolución Americana, Bolívar era mucho más un autócrata que un
demócrata. Para Chávez, Castro era el Bolívar de los tiempos modernos, el actual
guardián de la lucha antiimperialista. En 2005, después de un largo período de estudio
y reflexión, Chávez anunció que había decidido que el socialismo era la mejor
propuesta de progreso para la región. En sólo unos pocos años, con sus miles de
millones en petróleo y guiado por Castro, Chávez resucitó el discurso y el espíritu de
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la revolución izquierdista en América Latina. Él transformaría Venezuela en lo que
llamó, en su discurso en la Universidad de La Habana, “un mar de felicidad y de
verdadera justicia social y paz”. Su máximo objetivo fue elevar a los pobres. En
Caracas, la capital del país, los resultados de esta irregular campaña están a la vista
de todos.
*
Los colonizadores españoles que fundaron Caracas en el siglo XVI lo hicieron con
cuidado: situaron la ciudad en las montañas, en vez de la cercana costa del Caribe,
para protegerla de piratas ingleses y de los indios que merodeaban. Actualmente, la
costa ubicada a diez millas de distancia de la ciudad es accesible por una carretera
escarpada entre las montañas construida por órdenes del fallecido dictador militar
Marcos Pérez Jiménez, quien dominó el país durante la década de los cincuenta. De
cruel carácter y ampliamente odiado en su país, Pérez Jiménez fue derrocado después
de sólo seis años como Presidente, pero dejó tras de sí un impresionante legado de
obras públicas: edificios gubernamentales,
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