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El Primer Encuentro


Enviado por   •  24 de Octubre de 2014  •  1.353 Palabras (6 Páginas)  •  341 Visitas

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Se trata ante todo de planificar cuidadosamente la primera sesión del primer día escolar. Es en definitiva el día del primer encuentro importante con la clase. Hay que procurar, a ser posible, estar en el aula antes que los alumnos y, a su llegada, saludarlos individualmente y preguntarles su nombre. Eso nos ahorra pasar lista al inicio de la clase, procedimiento similar al de pasar revista a unas tropas, que no agrada á la mayoría y que da sensación de inseguridad. Cuando se procede así, casi siempre se dirigen los alumnos juiciosamente a sus puestos, y se bromeará sólo en voz baja. Cuando suene la campana, todos guardarán el silencio deseado.

En ese momento cobramos ánimo y hacemos lo siguiente. Como primera medida nos presentamos ante la clase, decimos y escribimos nuestro nombre en la pizarra, cuando no sea muy inteligible. Decimos: «Soy vuestro nuevo profesor durante este período de tiempo, y os voy a dar clase en tal materia (si se trata del sistema por asignaturas)". Sigue una corta charla en la cual formulamos nuestras intenciones de trabajar en común con empeño y de aprender algo. Dejamos en claro nuestra esperanza de que la clase coopere, y de que así las cosas serán interesantes y satisfactorias para todos. Decimos también que el trabajo en común requiere, por supuesto, un orden, cuya falta a nadie deja satisfecho. Esperamos, por tanto, que los alumnos se muestren cooperativos también en este punto. Como contrapartida, esperamos hacer todo lo que sea necesario para ayudarles en su trabajo y aprendizaje, y estamos a su disposición cuando se presenten dificultades. Variamos naturalmente las palabras de acuerdo a la edad y a las características de la clase. Si sabemos o sospechamos que la disciplina no ha sido de lo mejor. nos mostramos un poco más decididos; si la clase se muestra algo tímida, procuramos desde el primer momento manifestamos entusiastas y dar confianza. Naturalmente, no pretendemos, en ningún caso, eliminar de inmediato el recelo natural que muestra una clase ante un profesor nuevo, puesto que el efecto podría ser el opuesto, y que los alumnos perdieran cierta distancia natural. No es perjudicial no ganarse todas las simpatías desde el primer día. Tenemos tiempo; es también necesario, para construir una buena relación humana.

De todos modos, debemos saber que en este primer encuentro no lograremos dar del todo la impresión que hubiéramos deseado. Posiblemente tengamos también un poco de miedo. Por lo menos estaremos relativamente tensos y algo excitados. No debe preocuparnos; eso también es natural que nos suceda en nuestro primer encuentro con una clase. Pero, si queremos mostramos todo lo relajados y naturales que sea posible, nos debemos recoger interiormente antes de que lleguen los alumnos, pensar un poco y decirnos a nosotros mismos, que queremos saludarlos con firmeza, aunque también muy cordialmente, y que queremos percibirlos como amigos, no como enemigos.

Tenemos que hacer el propósito de no mostramos susceptibles cuando algo no marche como lo esperamos; cuando un alumno realiza alguna torpeza o intenta provocar. Sabemos que las reacciones desproporciona son señal de debilidad serán entendidas como tal por los alumnos. QuIen esta seguro de sus cosas podrá tener algo de permisividad, sin devolver el golpe inmediatamente de manera desproporcionada. Si pasa algo desagradable aclararemos con firmeza tranquila que no nos gusta, puesto que perjudica el trabajo en común y la armonía.

Si no tenemos un plano de los puestos de los alumnos en el aula, podemos hacerlo nosotros mismos, si se trata de alumnos pequeños (con los de más edad podemos encomendar la tarea a alguno de ellos). Lo prepararemos por anticipado, de tal manera que sólo necesitemos consignar en él los nombres. Puesto que los conocemos por la lista, podremos fácilmente entenderlos cuando los vayan diciendo, y no daremos motivo a bromas al confundirlos con otro que suene parecido. Los nombres son sonidos producidos en contextos arbitrarios, más difíciles de entender que las palabras dentro de las frases.

Aunque no tengamos una idea precisa de lo que hayan avanzado en su trabajo, no debemos comenzar preguntándoselo

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