El Recuerdo Y La Ventana
Enviado por Frutti • 10 de Marzo de 2013 • 2.466 Palabras (10 Páginas) • 284 Visitas
El recuerdo y la ventana.
Ella estaba sentada como todas las tardes leyendo un poco de literatura de García Márquez; decía que solo él la entendía, que estaba enamorada de sus letras y poesías.
Mónica era una mujer de veinte años, acababa de terminar una relación con un chico, el era rey de un país, de esos que tienen un nombre raro y que difícilmente sabes donde se ubican.
Esa tarde se cumplían seis meses de su partida, ella solo podía sentir tristeza y el corazón roto; la tarde estaba lluviosa y gris, como la vida de Mónica.
- ¡Qué llovizna tan fuerte! – dijo Mónica al tiempo que se puso cómoda en un sofá e inicio de nuevo su martirio de recuerdos… Recuerdos que se escurrían por aquella ventana de su habitación que tantos momentos dulces le regaló.
Se preguntaran como fue que toda esta historia comenzó; pues bien les contare.
Todo comenzó un día igual a todos los demás; Mónica estudiaba la universidad, la carrera de Psicología para ser mas especifico. Era una chica solitaria que acostumbraba a pasar el tiempo leyendo; su único amigo era un león que poseía como mascota, William era su nombre; solo a él era a quien le contaba sus pesares.
Aquel día al que me refería, ella hacía lo de costumbre, leía un libro a la sombra de un árbol, sus ojos estaban inmersos dentro de la lectura, cuando de pronto una voz interrumpió su lectura.
- Disculpa, no sabes dónde está la biblioteca, es que soy nuevo y no conozco el plantel – dijo una voz amable.
Ella sin levantar la mirada respondió – Sigue de frente y en el tercer edificio das vuelta a la izquierda.
- Muchas gracias, y disculpa si interrumpí tu lectura.
- Sí, como sea, no hay problema – continuaba con los ojos enterrados entre las páginas.
- ¿Cómo te llamas?
Extrañada por la pregunta, levanto la mirada y suspendió su lectura.
- Y, ¿Cómo para que quieres saber?
- Me pareces interesante y además no tengo amigos por aquí, sería bueno socializar.
- Soy Mónica – respondió dudosa aun - ¿Y tú quien eres?
- Me llamo Nicolás, soy nuevo – le sonrió – Por cierto, ¿Qué lees?
- Memoria de mis putas tristes.
- ¡Qué buenos gustos tienes!, Gabriel era un buenazo.
Esta respuesta despertó cierto interés en Mónica
- ¿En serio lo conoces?
- ¡Claro! Antes acostumbraba a leer mucho.
Y ese fue el inicio de una plática; el inicio de una amistad entre estos dos.
Esa misma noche la plática la puso tan de buenas que Mónica llegó radiante a casa.
- ¡William! ¡William! Tengo algo que contarte.
- ¿Qué pasa mujer?, no ves que intento dormir.
- Ay! Tú solo duermes, ¿Qué crees que pasó hoy?
- ¿Insultaste a alguien en la calle? – soltó una risita burlona
- No tonto, conocí a alguien en la universidad
- ¡Naah!, no me digas - dijo en tono sarcástico.
- Ya en serio Will, te juro que esto fue distinto, es alguien agradable, creo que tengo un nuevo amigo – algo en su rostro la hacía ver muy feliz.
- Entonces, ¿Ya no soy tu mejor amigo eh?
- No, no digas eso, pero, ¿no decías tú que debería de tratar a otras personas?, creo que es buen momento para intentarlo.
A así fue como comenzó una buena amistad entre ellos, de vez en cuando se reunían para hablar de libros, ecología y tomar café, y cuando no podían verse se escribían por chat.
La confianza que existía entre ellos crecía a cada momento.
- Te vas a enamorar Moniquita, y entonces estarás jodida jajaja – le decía William al tiempo que peinaba su melena.
- ¡Claro que no! Alucinas, eres un Leoncito parlante que imagina cosas que no son, él y yo somos solo buenos amigos okay?
- ¡Ayy Aja! ¿Apoco los mejores amigos se miran con ojitos de tortolo?, acéptalo ahí hay algo y lo sabes jeje; además me cae bien y se ve que es buen tipo. La otra noche que vino a cenar con nosotros me hizo reír mucho.
- ¿Tú crees que es lindo? – dijo con voz amorosa
- Ya ves como si te gusta
- ¡Ay! Obvio no, solo era una pregunta.
Nicolás y Mónica se frecuentaban más, les gustaba salir a los parques o ir a tomar café. Cierto día en una de sus tantas andancias Nicolás le dijo a Mónica:
- Moni, te has convertido en alguien súper especial para mí, eres mi amiga y más que eso eres una gran confidente, y pues por eso quiero contarte un secreto.
- ¡Eres gay! Jaja – le dijo bromeando
- No, no soy gay mensa jaja . Es algo más importante que eso, pero promete que guardarás el secreto.
- Okay, okay, pero ya cuéntame
- Verás, en realidad yo no soy mexicano, provengo de un país poco conocido de Europa, llamado Monitoria y pues, digamos que… yo… soy… su… monarca.
- Jajajaja – se carcajeó Mónica - ¡No manches! Ahora si te volaste la barda, que digo la barda, toda la casa. Mejor di que querías vacilarme o invítame de esa madre que te fumaste.
- No es broma Moni (puso cara de tristeza), no te rías, te juro que lo que digo es verdad.
- ¿Neta?, Lo siento, perdón pensé que bromeabas, es que eso que dices suena imposible, pero sígueme contando.
- Lo sé, es como una locura pero es verdad, como te decía, mi país es pequeño y hace tiempo fui nombrado rey, pero la verdad es que no me siento preparado, no quiero ser rey; yo quiero una vida tranquila como la que llevo aquí en México, contigo, con Will. Sé que en algún momento tendré que volver, pero la verdad no quiero.
- Órale, eso es, algo que no habría imaginado de ti, pero ¿Por qué no ser rey?
- No lo sé, son tantas responsabilidades, tantos problemas, no me gustaría decepcionar a mi pueblo.
- No digas eso, yo sé que puedes, eres muy capaz y sé que lo harías bien. Y pues la verdad te agradezco que me hayas confiado ese secreto, me siento alagada al saber que piensas que puedes confiarme algo tan importante.
- Gracias a ti por existir Moni, te quiero.
- Te quiero también Nico.
Esa tarde platicaron de eso y otras cosas, y bebieron mucho café juntos; al caer la noche se despidieron y cada quien tomo su camino.
Ya estando en casa Mónica decidió contarle a Will, ya que sabía que Nicolás también lo apreciaba mucho…
- ¡No inventes! ¿Rey?, órale, ves te dije que era un buen partido, ¿Quién lo diría no?
- Sí, es increíble, pero yo lo apoyo en su decisión. Pero tú callado eh, porque esto es súper ultra secreto.
- No voy a decir nada Moni, soy una tumba
- Mas te vale condenado gatote parlanchín – lo abrazo
La recamara de Mónica estaba repleta de libros discos y
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