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El Retrato Hablado.


Enviado por   •  8 de Junio de 2014  •  8.656 Palabras (35 Páginas)  •  416 Visitas

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Introducción

Debemos ubicar al retrato hablado para los efectos de comenzar este sucinto trabajo, como uno de los tipos de identificación criminal o judicial.

La identificación criminal fue y sigue siendo uno de los retos principales de la Criminalística como disciplina, que si bien no es un área única, tiene por supuesto gran relevancia por cuanto se dirige fundamentalmente a la individualización de las características bien sea fenotípicas o genotípicas del criminal a los efectos de su identificación y captura.

El retrato hablado debemos clasificarlo además como una subdivisión de la identificación personal dirigida a la determinación de las características físicas del presunto delincuente, generalmente a las fisiognómicas.

Este tipo de identificación es común para delitos tales como robo, hurto con escalamiento, secuestros, lesiones personales cualquiera que sea su tipo, violaciones y en todas aquellas donde el testigo o el agraviado tuvo contacto visual con el delincuente, desconociendo cualquier tipo de identificación del mismo.

Esta modalidad surge como una necesidad ante el desarrollo de los de la protección otorgada por los derechos humanos al delincuente, ya que el delincuente desde épocas remotas trató de diferenciársele con características individualizadas causadas por el hombre mismo.

Antecedentes y Evolución Histórica del Retrato Hablado:

Desde el antiguo Egipto específicamente en el periodo Ptolemaico (330 a.c.- 30 a.c.) se utilizaba un sistema sorprendentemente parecido al retrato hablado. En cuanto a esta aseveración encontramos que el Criminólogo Alemán Heindl, estudió descripciones egipcias, llegando a la conclusión de que el método utilizado era muy complicado, lo qué fue simplificado paulatinamente hasta concluir con las señas más Importantes, lo que se asemeja a los criterios modernos; igualmente sucedió en la época del Imperio Romano.

El 10 de Junio del año 196, existe una filiación griega bastante detallada y precisa que dice así: "Un joven esclavo de Aristógenes, hijo de Crisipo -el Diputado de Aldanda- que lleva el nombre de Xermon, alias 'Nelios' ha huido. Es un Sirio de Bambike, de unos dieciocho años de edad, de talla mediana, sin barba; tiene las piernas rectas, el mentón con fositas una verruga en forma de lenteja en la cara izquierda de la nariz, una cicatriz en la comisura izquierda de la boca y está tatuado con caracteres bávaros en la muñeca derecha. Lleva una bolsa conteniendo tres minas y diez Dracmas de oro, un anillo de plata sobre el que está representado un vaso de perfumes y una raqueta. Se halla vestido de una clámide y de un delantal de cuero y va acompañado del esclavo Bión, rechoncho, ancho de espaldas, de ojos verdosos y que se halla vestido de una túnica y de la pequeña capa de esclavo". Este documento se encuentra en poder de la policía de Hamburgo siendo presentada en la exposición de Dresden celebrada en 1903”.

De la cita anterior podemos inferir que la identificación del hombre delincuente cobró importancia desde épocas remotas de la historia, aunque este tipo de descripciones para esa época son excepcionales por cuanto a los Galeotes Delincuentes, Esclavos o Prisioneros de guerra a quienes se les obligaba a remar en Galeras, ya fuese por el cumplimiento de una condena o a consecuencia de una situación especial. También se les hacia una marca de hierro candente en la frente o en la espalda, que facilitaba su distinción.

Otro método utilizado en épocas remotas para la identificación de delincuentes era el de la mutilación, procedimiento este que se aplicaba al miembro del cuerpo que había pecado, así se amputaba la mano derecha o izquierda del ladrón y se cortaba la lengua al calumniador.

La costumbre de marcar desapareció recientemente en este siglo. En Rusia por ejemplo cortaban las narices a ciertos criminales para identificarlos y los condenados a cadena perpetua que se enviaban a Siberia eran marcados en la frente y en ambas mejillas. En 1860 quedo abolido definitivamente en Rusia este método de identificación, ya que antes había desaparecido del resto de Europa. En Francia se ejecutaba poniéndole al reo, con hierro candente, la flor de lis, signo real.

Antes se herraba el rostro y después la espalda. En 1724 los ladrones (Vouleurs) debían ser señalados con una "V" si no eran reincidentes; al serlo se les enviaba a las Galeras y eran estigmados de nuevo con "GAL". Fue abolido al terminar la Revolución, pero se introdujo más tarde por una Ley del año X (23 Floreal) para los reincidentes, falsarios, monederos falsos. Otra Ley de 1806 la extendió a los incendiarios y quedó definitivamente abolido en 1832. Para esta fecha ya había desaparecido en Alemania, pero en Holanda continuó empleándose hasta el año 1854 y en China hasta 1905.

En España se vio en el Siglo XVI herrar en el rostro a los esclavos, como puede leerse en el "Celoso Extremeño", Cervantes, cuya obra en uno de sus pasajes dice así: "…compró cuatro esclavas blancas herrolas en el rostro...". En América según Herrera en Cuba se mandó a tatuar con un hierro candente a los criminales. El Cabildo Municipal de la Habana el 15 de Enero de 1610, acuerda que a todo esclavo cimarrón se le corten las orejas "para que si vuelve a huir se le conozca". Incluso en los estados pontificios se marcaban dos llaves en forma de aspa cruzada, en el brazo de los ladrones.

En la época medieval y hasta mediados del siglo XIX, las descripciones sufrieron un retroceso por cuanto no tenían la calidad de las egipcias, y peor aún no seguían ningún método.

Bentham de gran influencia jurídica en su época, propuso marcar a los individuos en su cuerpo con una señal indeleble de su personalidad. Por supuesto la opinión pública rechazó su propuesta porque abarcaba a personas honradas y honestas para que no fuese considerado discriminatorio.

Como última utilización conocida del tatuaje tenemos el método de los nazis aplicados en los campos de concentración, con el fin de localizar la filiación y raza de sus prisioneros.

A principios del siglo XIX, surgieron los denominados desfiles de identificación en Londres. A consecuencia de la imposición de mayores penas para los reincidentes, los delincuentes hacían todos los esfuerzos para parecer que era la primera vez que cometían delitos por lo que se realizaban los desfiles de las personas arrestadas semanalmente a los efectos de que los funcionarios más experimentados de los distintos circuitos de la ciudad

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