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El Tren Nocturno


Enviado por   •  21 de Noviembre de 2013  •  642 Palabras (3 Páginas)  •  245 Visitas

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Chirriaron los frenos del tren y la maquina se fue deteniendo. El chirrido y la súbita sacudida despertaron a Ramón, que dormía sentado en un compartimiento del tren.

Se limpió la comisura de la boca con una mano, y descubrió que la saliva había llegado hasta el cuello del abrigo. En ese momento se alegró de ser el único ocupante del compartimiento. Desempañó el vidrio de la ventanilla y miró hacia afuera. Árboles altos y arbustos entrelazados con la oscuridad de la noche fue lo que alcanzó a distinguir. Era obvio que por allí no se encontraba ninguna estación ni parada. Pensó que si se habían detenido allí era por alguna emergencia.

Descorrió la puerta del compartimiento. Otros pasajeros también se asomaron en el angosto pasillo.

Un guarda cruzaba apresuradamente por él, y Ramón aprovechó para preguntarle:

- ¿Sabe por qué nos hemos detenido aquí, señor?

- No lo sé. Alguien accionó el freno de emergencia. Voy hasta el frente a ver qué pasa. Usted no se preocupe. Vuelva a sentarse que ya regreso a informarles a los de este vagón.

- Gracias.

El guarda fue detenido por las preguntas de otros pasajeros, les contestó casi lo mismo y consiguió llegar al siguiente vagón, donde lo asaltaron con más preguntas.

Ramón regresó a su asiento, pero ahora presentía algo malo. Siempre se había considerado muy intuitivo, y la experiencia lo corroboraba.

Siempre viajaba liviano, solo con un bolso, pero con cosas útiles en él, una buena costumbre que provenía de su pasado, cuando fuera niño explorador. Bajó su bolso del portaequipaje y lo dejó sobre sus piernas.

Al escuchar el primer grito se puso de pie. Casi al instante sonaron otros gritos. Eran gritos de terror y agonía. Algo muy malo estaba ocurriendo en los primeros vagones.

Siguiendo la naturaleza del ser humano, y como no sabían de qué se trataba, muchos intentaron llegar a los primeros vagones, pero los detuvo la gente aterrada que huía en dirección contraria. Entonces el miedo controló la situación. El griterío creció. Entre los gritos de terror se escuchaban ahora gruñidos extraños y órdenes que se gritaban en una lengua desconocida.

Ramón reaccionó más fríamente que los otros. Por largo que fuera el tren no servía de nada huir hacia el último vagón. Intuyó que las puertas estaban obstruidas de alguna forma, o bloqueadas por los causantes de aquel desorden, o lo que fuera aquello.

Abrió la ventanilla, arrojó su bolso y saltó después hacia afuera. Cayó rodando para minimizar el impacto y utilizar ese impulso para escabullirse rápidamente entre la maleza que crecía al lado de la vía. Tras la maleza había una canaleta. Desde allí vio que otro pasajero intentaba ahora salir por la misma ventanilla que utilizara él, pero algo lo detuvo y lo jaló hacia adentro, para seguidamente atacarlo

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