Evaluación Como Ayuda Para Seguir Aprendiendo

EVALUACIÓN COMO AYUDA PARA SEGUIR APRENDIENDO.

Aurora Lacueva.

¿Cuáles son las características de una evaluación para seguir aprendiendo? ¿Qué se debe evitar al evaluar? ¿Cuál es la importancia del error en el aprendizaje?

- Evaluación, piedra de toque de la enseñanza.

La evaluación pone a prueba la autenticidad y la coherencia de los principios pedagógicos, la escuela debe de fomentar la reflexión, la participación y luego se evalúa. La evaluación señala aquello que es realmente valioso en la escuela, puesto que implica para los estudiantes, aprobar o no aprobar, y ser ubicados en una jerarquía de calificaciones.

Si se quiere que los estudiantes se orienten hacia aprendizajes profundos, hacia el razonamiento, la aplicación práctica de lo aprendido, la valoración fundamentada, eso es entonces lo que se debe evaluar.

- Las múltiples funciones sociales de la evaluación.

La evaluación a partir de ejercicios vacios de verdadero significado, plagados de términos a memorizar, tiende a desfavorecer aun más a los estudiantes de sectores de menores ingresos. A menudo el control social es parte de la evaluación, el fracaso, al cual el estudiante es empujado por circunstancias sociales y escolares, es tomado como justificación de la salida temprana del sistema educativo. La finalidad de la escuela en nuestra actual sociedad es precisamente fabricar el fracaso.

- Evaluación como ayuda.

Que la evaluación se centre en ser una ayuda para que el estudiante siga aprendiendo mejor. Se trata de darse cuenta y realzar los logros de los alumnos, con ello ganan mayor conciencia de sus éxitos, de lo que saben, de lo que dominan, siendo base para sus posteriores esfuerzos. Se trata también de tomar nota de los errores y las insuficiencias.

Es natural que el alumno, cometa errores en su esfuerzo de aprendizaje y es donde la evaluación sirve para priorizarlos en las cosas a trabajar, a seguir practicando. La evaluación como ayuda es un reto, porque ayudar es más sutil y complejo que calificar.

- Evitando los juicios “totalitarios” sobre los niños.

Una evaluación “integral” toma en cuenta no solo los saberes dominados, sino también rasgos muy complejos y difíciles de juzgar como curiosidad intelectual, actitud cooperativa, liderazgo, responsabilidad o iniciativa.

Se sugiere que el educador este pendiente de características profundas de la personalidad de cada niño, que lo vea como una persona, y que diseñe estrategias sutiles para ayudar a cada alumno a mejorar aspectos donde el docente crea encontrar debilidades.

- No hay evaluación objetiva.

Toda evaluación es desde una perspectiva, desde un punto de vista. Si los alumnos dominan ciertos conocimientos, manejan ciertos procedimientos y sustentan determinados valores. Lo importante es ejercer una subjetividad a la hora de evaluar; aclarando qué es lo que consideramos importante evaluar y por qué, estudiando con cuidado la situación de cada niño al respecto.

- Se evalúa una situación transitoria, no un estado fijo.

Lo que se evalúa es un logro o una insuficiencia existente en un momento determinado. Una persona está en permanente cambio: los errores presentes pueden corregirse, los logros expandirse. Lo que interesa es comparar logros del alumno con su situación anterior y estimar cuánto ha progresado en su esfuerzo de aprendizaje, en lugar de comprar a los alumnos entre sí en algún momento determinado.

- De la ignorancia al conocimiento y del conocimiento a la ignorancia.

Referente al aprendizaje, es importante reconocer que no se va siempre de la ignorancia al conocimiento, sino también en dirección contraria. Al contestarnos ciertas preguntas, esas respuestas nos llevan también a nuevas interrogantes.

La evaluación conclusiva tiende a congelar el proceso: lo dominado es asunto finiquitado; el que tiene dudas no sabe, y el que carece de interrogantes sabe, cuando en verdad con frecuencia es lo contrario.

- El error es parte del aprendizaje.

Los errores, las dudas y las insuficiencias son parte normal del proceso de aprendizaje. Los errores ayudan al docente a determinar dónde debe hacer hincapié la nueva enseñanza, que apoyos resultan más necesarios. Las respuestas “equivocadas”

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