Exclucion Social Y Educativa
Enviado por • 6 de Noviembre de 2012 • 1.183 Palabras (5 Páginas) • 505 Visitas
EDITORIAL. Acabar con la exclusión social: Un reto para la educación del siglo XXI
Aunque acabar con la pobreza y la exclusión no es tarea fácil, el compromiso con la solidaridad y la justicia social es tarea de todos, también de los docentes y de la educación.
Cada 17 de octubre se celebra el Día internacional para la erradicación de la pobreza como consecuencia de un movimiento ciudadano que tuvo lugar en París en 1987 y que en 1992 sería reconocido por la ONU. 2010 ha sido declarado Año Europeo de lucha contra la pobreza y la exclusión social, que tiene vital importancia en la sensibilización acerca de la inclusión social. No son necesarias efemérides para traer a lo que últimamente se llama “agenda”, ya sea política o social, la existencia de la pobreza y la exclusión, si bien suelen ser aprovechadas para impulsar actos diversos con intenciones también diversas. En todo caso, se debería evitar que sirvan para “excluir” el conocimiento de las causas y de los causantes de las situaciones de injusticia, de desigualdad, de violencia directa o de las estructuras (para otros, estructural) que perpetúan la pobreza y la exclusión, al tiempo que incorporar las alternativas posibles, porque sin una convicción de transformación, frente a la de perpetuación, no es posible vislumbrar otro futuro próximo ni lejano.
Recordemos en este punto que podemos encontrar dos modos de entender la utopía: como un imposible que nos conduce a la resignación, a la pasividad, a la aceptación sumisa ante cuanto ocurre, anclados en el pesimismo y el fatalismo; o como una causa suficientemente importante, necesaria, y por ello percibida con ilusión, entendida como esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo, y que conlleva al compromiso, aun pensando que difícilmente pueda conseguirse.
En este contexto, cabe recodar que el pasado mes de septiembre se celebró una Cumbre de la ONU sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que concluyó con la adopción de un plan de acción mundial para alcanzar ocho objetivos de lucha contra la pobreza, en la fecha límite propuesta que es 2015, y el anuncio de los principales nuevos compromisos para la salud de las mujeres y los niños, además de otras iniciativas contra la pobreza, el hambre y la enfermedad.
Porque la convicción y el compromiso nos lleva a la acción transformadora y, en nuestro caso, consideramos que debe aludir a una triple dimensión complementaria: la universitaria, como universitarios que somos – hemos sido; la profesional, como docentes y como ciudadanos activos, responsables y democráticos. Y más particularmente apostando por las potencialidades de la educación para perseguirla y lograrla. Porque frente a la confrontación queda la complementariedad; frente a la violencia queda la paz positiva, que incluye no sólo la ausencia de guerra y de violencia directa sino también la presencia de justicia, de igualdad, de derechos humanos, de desarrollo humano; frente al fatalismo el compromiso solidario; frente a la competición la cooperación y colaboración.
La educación nunca ha sido ajena a los procesos de pobreza y exclusión social, unas veces para justificarlos y para profundizar en la segregación, para evitar “contactos” entre personas, grupos y colectivos diferentes; otras muchas para favorecer el acercamiento, el diálogo, la inclusión. Por ello se debe favorecer la reflexión y el mejor conocimiento sobre la exclusión social y el papel que juega y debe jugar la educación como factor de cohesión, de integración, de formación para la inclusión, lo que requiere tomar en consideración distintos principios teóricos y prácticos, distintas perspectivas y enfoques: una orientación que hemos perseguido. La exclusión y la vulnerabilidad educativas se definen por las
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