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Explicacion Del Porque


Enviado por   •  31 de Agosto de 2014  •  773 Palabras (4 Páginas)  •  165 Visitas

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Quiso la suerte que pasara por allí el joven rey, que se interesó por su vida y su trabajo.

— ¿Dices que tienes una hija?

— Sí, Majestad, tengo una hija que, además de ser muy bella, es tan habilidosa que sería capaz de hilar paja y convertirla en oro.

— Una doncella así me convendría. Si tu hija es tan hábil como dices, tráela mañana al palacio; quiero convencerme si es verdad lo que dices.

— Señor, aunque pobre, soy honrado y leal.

— Pues así habrá de ser, porque en el caso de que tu hija no tenga tales habilidades ordenaré que los ahorquen a ambos.

Al día siguiente por la mañana la joven fue conducida al palacio, donde la metieron en una alcoba que tenía grandes montones de paja y en la que sólo había una rueca y una banqueta. Allí un criado de palacio le dijo:

— Ponte a trabajar de inmediato, porque si para mañana no has convertido en oro toda esta paja, su Majestad te mandará ahorcar. Y salió de la habitación dando un portazo.

Al quedarse sola la joven rompió a llorar desconsoladamente.

— ¡Ay, Dios mío, por qué habrá dicho mi padre que yo sería capaz de hilar la paja para convertirla en oro, si eso es imposible!

La joven seguía llorando cuando sintió una musiquilla y, de pronto, apareció un enanito muy sonriente que le dijo:

— ¡Buenos días, molinerita! ¿por qué lloras?

— ¡Ay, señor, el rey me manda que hile toda esta paja y la convierta en oro y no sé cómo empezar!

— ¿Qué estarías dispuesta a darme si yo hilo toda la paja y la convierto en oro?

— Yo no tengo ninguna joya que darte, pero ayúdame y haré cualquier cosa por ti.

— Bueno, bueno, prométeme que cuando te cases me entregarás el primer hijo que tengas.

— ¡Pero si yo no me pienso casar!

— Bueno, bueno, pero tú prométemelo.

— Está bien, pero luego no sufras por el desengaño.

El enanito se puso a trabajar con tal velocidad que en poco tiempo tuvo hilado hasta el último puñado de paja.

Al día siguiente por la mañana, el rey quedó asombrado al ver aquel montón de oro y pensó que la forma de asegurarse aquella riqueza era hacer que la molinera fuera su esposa.

— Estoy orgulloso de ti hasta tal punto que voy a casarme contigo.

— ¡Pero, señor, yo no...!

— ¡Nada, nada, —la interrumpió el rey—, mañana mismo nos uniremos en matrimonio!

Se casaron y fueron felices. Y al pasar un año la cigüeña les trajo un tierno infante.

Un día que la joven reina estaba a solas con su hijito se le apareció el enano y le dijo:

— Buenos días, Majestad, vengo para que cumplas vuestra promesa. ¿O acaso la has olvidado ya?

— ¡No, por favor, señor,

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