ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Fuentes Sobre La Obesidad Infantil

6 de Septiembre de 2013

5.082 Palabras (21 Páginas)710 Visitas

Página 1 de 21

FUENTE 1

Obesidad infantil: el poder de la alimentación y la actividad física

Desde hace miles de años, en diversas culturas, la obesidad ha sido valorada de muy distintos modos; se la ha relacionado, por ejemplo, con el atractivo físico, la fuerza y la fertilidad. Algunas de las piezas artísticas más antiguas, conocidas como figurillas de Venus, representan una figura femenina obesa. También, en culturas donde escaseaba la comida, ser obeso era considerado un “símbolo de riqueza y estatus social”. Afortunadamente, dicha concepción ha evolucionado y, actualmente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la obesidad como “la enfermedad epidémica no transmisible más grande del mundo”. Desde hace dos décadas, la comunidad científica ha advertido que el problema se incrementa en todo el mundo. En México y particularmente en Sonora, el aumento del sobrepeso y la obesidad es alarmante y no sólo para las personas adultas, pues cada vez son más los niños afectados por la llamada “epidemia del siglo XXI.” Estudios acerca de la tendencia epidemiológica de la obesidad reportan que, de continuar al mismo ritmo, para el año 2010, uno de cada dos habitantes será obeso.

Los estudios evidencian que el sobrepeso y la obesidad se asocian con riesgos de desarrollar enfermedades del corazón, arterioesclerosis y diabetes mellitus, incluso a edades más tempranas de las que nos imaginamos. En México, las encuestas nacionales de salud de los años 1999 y 2006 demuestran que tanto el sobrepeso como la obesidad en niños de entre 5 y 11 años aumentaron casi un 40%. La última encuesta nacional reveló que en el país, 26% de los niños en edad escolar presentan sobrepeso y obesidad. En Sonora, los datos son aún más preocupantes, pues el 40% de los niños y el 35% de las niñas padecen sobrepeso u obesidad.

¿Qué estamos haciendo mal?, ¿en realidad no nos alimentamos bien? Diversos estudios han mostrado que eso está ocurriendo, pues en nuestras dietas se ha incrementado el consumo de alimentos altamente energéticos, preparados con azúcares simples y de elevado contenido graso (bebidas gasificadas o gaseosas, dulces, pastelillos, helados). ¿Qué ha provocado estos cambios en la dieta? Se acepta que las modificaciones en los patrones de consumo de alimentos se asocian a los estilos de vida modernos. Así, en la actualidad es relativamente fácil adquirir comida preparada y rápida, altamente grasosa. Además, nuestras conductas de compra están influidas por la apertura comercial del modelo económico global en que vivimos. Es fácil el acceso a tiendas de autoservicio que ofrecen una gran variedad de alimentos nuevos, pero desafortunadamente de poco valor nutricional y elevado aporte calórico.

Se ha señalado que la introducción de la “dieta norteamericana” (hamburguesas, papas fritas, helados, pizzas) en nuestro patrón de alimentación, es una de las principales causas del incremento de la obesidad en niños y adolescentes de la región. Sin embargo, la dieta típica sonorense incluye una cantidad considerable de alimentos de alto valor energético como los frijoles “maneados”, tamales, menudencia, gallina pinta, tacos de carne asada, etcétera, que aportan fibra, vitaminas y minerales, pero que adquieren un alto componente de grasa durante su preparación. Para precisar un poco lo anterior, en términos cuantitativos en la dieta sonorense actual, el 35% de las kilocalorías diarias consumidas provienen de las grasas totales, cuando lo máximo recomendable es de 30%. Además, el consumo de colesterol se encuentra aproximadamente 17% por encima de lo recomendado8. En contraparte, estudios regionales indican que en general la población tiene una escasa ingestión de frutas y verduras, nutrientes indispensables de una dieta adecuada, ya que son los principales alimentos que aportan fibra, vitaminas y minerales. Lo anterior indica que, por sí sola, la dieta sonorense es un factor de riesgo para el desarrollo de sobrepeso y obesidad en infantes. Si a ello añadimos la introducción al mercado local de alimentos de la “dieta norteamericana” y el acelerado incremento en su consumo, es posible considerar que estemos frente a un severo problema de nutrición pública. Lo anterior es un llamado de alerta para los tomadores de decisiones, los diseñadores de políticas públicas, la comunidad científica e instituciones educativas, organizaciones civiles, padres de familia, maestros de educación primaria, entre otros, para que tomen acciones concertadas y conjuntas que ayuden a prevenir el sobrepeso y obesidad de los niños y adolescentes. Aproximadamente 4 de cada 10 niños en Sonora presentan sobrepeso u obesidad. Una típica aproximación inicial para solucionar este problema es hacer énfasis en la cantidad de alimentos que se consumen y no en la cantidad de energía que se debería gastar. Se acepta que ambos aspectos son importantes y deben trabajarse con el mismo interés, sin embargo, una conducta colectiva de las sociedades modernas es que casi siempre se busca alcanzar la meta sin hacer mucho esfuerzo.

¿Por qué ahora nos movemos menos?, ¿qué ha pasado con nuestra actividad física? Los patrones de actividad física de niños y adultos han cambiado dramáticamente en todo el mundo, fundamentalmente debido a estilos de vida más orientados al confort, que se basan más en el desarrollo tecnológico. A diferencia de nuestros padres y abuelos, ya no caminamos tanto para trasladarnos de un lugar a otro, tampoco gastamos la energía que empleaban nuestros ancestros para conseguir alimentos. Una premisa simple que ha sido propuesta por investigadores del concepto de “ambiente construido”, es que la gente use menos el carro para desplazarse y camine más, si encuentra ambientes propicios para hacerlo. El mundo industrializado ha dotado a la sociedad de sistemas de transporte motorizados que reducen el tiempo de traslado y evitan la fatiga de caminar grandes distancias. También ha proporcionado la televisión, los videojuegos y algunos otros medios de entretenimiento que nos hacen permanecer en casa. Nuestros trabajos nos hacen permanecer largas horas sentados frente a la computadora, reduciendo la posibilidad de gastar energía. Esto ha sido denominado por los expertos “ambientes obesogénicos (ambientes que contribuyen con la obesidad)”, que favorecen el sedentarismo y el escaso gasto energético. De hecho, algunos estudios demuestran que el 70% de la población mundial no es lo suficientemente activa para gozar de buena salud.

Los niños son particularmente vulnerables a algunas de las desventajas de la modernidad. Por ejemplo, a diferencia de hace dos o tres décadas cuando aún se practicaban juegos que promovían la socialización (las rondas infantiles, los juegos grupales) y había espacios físicos relativamente seguros (menos parque vehicular, menos capacidad vehicular para desarrollar altas velocidades), hoy día es poco factible que se practiquen juegos en las calles, pues estas son poco seguras. Adicionalmente, son pocos los espacios recreativos (parques públicos de fácil acceso geográfico, caminos peatonales y áreas para practicar ciclismo recreativo), y la gran mayoría de los programas escolares de educación física no cumplen con los propósitos de fomentar la actividad física como un complemento necesario del desarrollo intelectual de los niños y adolescentes.

Ante el panorama mencionado, surge de modo natural una serie de cuestionamientos como los siguientes: ¿se han diseñado y están operando programas multidisciplinarios y multisectoriales para combatir el problema de la obesidad de los niños sonorenses? ¿Cuál es el impacto alcanzado con los programas preventivos ya establecidos? ¿Son apropiados los programas de educación física en nuestro sistema educativo? ¿Saben los padres cómo alimentar correctamente a los niños? La experiencia indica que una intervención exitosa para limitar la obesidad infantil debe incluir la adquisición de conocimientos en nutrición, un aumento en el nivel de actividad física y la reducción de horas dedicadas a la televisión. En este sentido, debemos aprovechar la capacidad y disposición de aprendizaje de los niños. Diversos estudios demuestran que si se les enseña a hacer las cosas bien, como adquirir los hábitos del ejercicio y del comer bien, ellos los practicarán. Entonces, ¿por qué no enseñarles a comer bien? ¿Será posible que en el aula se les enseñe a comer de la misma manera como se enseña matemáticas, historia o lectura?

FUENTE 2

Generalidades médicas sobre la obesidad en niños

Dra. María Isabel Hodgson B. - Universidad Católica de Chile

La prevalencia de obesidad en la población infantil y adolescente ha aumentado significativamente en las últimas décadas, llegando a constituir un importante problema de salud pública. La situación nutricional de los niños, en Chile, se enmarca dentro de un modelo de transición epidemiológica, en que se han superando en gran medida los problemas de deficiencia y se enfrenta a un aumento de la malnutrición por exceso. La prevalencia de obesidad en población bajo control de 0 a 6 años, ha aumentado en un 65% en los últimos doce años, alcanzando cifras de 7.6% para obesidad y de 17.8% para sobrepeso, en 1998. En niños que ingresan a Primer Año Básico, la prevalencia de obesidad se ha duplicado en igual período y, según estadísticas de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas de 2000, el 18% son obesos. En escolares y adolescentes, el aumento del sobrepeso y de la obesidad es aún mayor, con un incremento anual en la tasa de prevalencia de 1.5 puntos porcentuales,

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (33 Kb)
Leer 20 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com