Generos Teatrales
Enviado por gabrield12 • 16 de Mayo de 2012 • 1.922 Palabras (8 Páginas) • 2.046 Visitas
GÉNERO TEATRAL
El hecho teatral tiene una existencia milenaria. Su desarrollo ha dado lugar a múltiples variantes, aunque, sin embargo, tienen en común a peculiar serie de rasgos distintivos:
– La creación de las obras responde a un objetivo único, y distinto al de los demás géneros: se crean para ser representadas. Lo esencial es la capacidad de construir como presente vivo la realidad de la acción dramática.
– En la representación teatral se da un doble sistema de comunicación: los actores se comunican entre sí, y al mismo tiempo, comunican la obra al público.
– Se emplean varios códigos a la vez: el verbal –el texto dramático-, y otros no verbales –los decorados, la iluminación, el sonido, etcétera-.
-ELEMENTOS DEL GÉNERO TEATRAL
Acción
Son todos los acontecimientos que suceden en escena durante la representación
relacionados con la actuación y las situaciones que afectan a los personajes. Dicho de otro
modo, la acción es el argumento que se desarrolla ante nuestros ojos cuando asistimos a
una representación teatral. Este argumento suele estar dividido en actos o partes (también
denominados jornadas). La antigua tragedia griega no se dividía en actos, sino en episodios
(de dos a seis) separados entre sí por las intervenciones del coro. A partir del teatro romano
se generalizó la división en cinco actos, hasta que Lope de Vega (1562-1635) redujo la
El teatro: drama y comedia J.C. Carrillo Martínez 2
acción a tres actos, división que llega hasta hoy. Si dentro de un acto se produce un cambio
de espacio, entonces se ha producido un cambio de cuadro, con lo que dentro de un acto
puede haber distintos cuadros según los espacios que aparezcan. Por otra parte, cada vez
que un personaje sale de la escena, o bien cuando se incorpora uno nuevo, se produce una
nueva escena. Un acto constará de tantas escenas como entradas y salidas de personajes
haya.
Personajes
Son quienes llevan a cabo la acción dramática a través del diálogo. Debido a las limitaciones
espacio-temporales de una obra teatral, es difícil que podamos asistir a una caracterización
psicológica profunda de todos los personajes, por lo que sólo son analizados con
detenimiento los protagonistas. Los personajes se suelen valer de la mímica o los gestos
como complemento al discurso. Estas expresiones fisonómicas o gestos suelen obedecer a
las acotaciones del autor, aunque en algunas representaciones es el director de
escenografía el que dicta los movimientos de los actores, en ocasiones, de manera distinta a
las acotaciones. Con la eclosión del teatro durante el Siglo de Oro (XVI-XVII), aparecen una
serie de personajes o tipos característicos que representan actitudes o comportamientos
ideales, tales como el galán, la dama, el padre o hermano de la dama, el gracioso como
contraste al galán, el criado criticón o el soldado presumido y fanfarrón. A partir del
Romanticismo no podemos hablar de tipos determinados, sino de personajes que
evolucionan ante los ojos del espectador.
Tensión dramática
Es la reacción que se produce en el espectador ante los acontecimientos que están
ocurriendo en la obra. Los autores buscan el interés del público mediante la inclusión de
momentos culminantes al final de cada acto, lo cual contribuye a que se mantenga la
atención hasta el desenlace. La tensión dramática pone en juego recursos como el avance
rápido de la acción justo después de la presentación, de modo que se pone inmediatamente
en marcha el conflicto; momentos que van retardando el desenlace, con lo que el interés
aumenta, y el denominado anticlímax, cuando el conflicto que presenta la acción llega a un
desenlace inesperado o no previsto.
Tiempo
No es fácil el tratamiento del tiempo en una obra dramática, ya que ésta se desarrolla ante
los ojos del espectador y las posibilidades que ofrece una novela, por ejemplo, son
prácticamente infinitas en comparación con una obra teatral. Hemos de tener en cuenta que,
por un lado, está el tiempo de la representación, es decir, lo que dura la obra teatral (dos o
tres horas, habitualmente). En ese tiempo se debe desarrollar una acción determinada, que
puede durar lo mismo que la representación, o más, con lo que los personajes deberán
hacer referencia al tiempo que transcurre (prolepsis), denominado tiempo aludido. Así,
hemos de diferenciar entre tiempo de la representación, tiempo de la acción y tiempo
aludido.
Como hemos dicho arriba, las obras se suelen dividir en actos o jornadas. Normalmente, si
se produce algún salto temporal, éste estará situado entre dos actos, y serán los personajes
los encargados de informar, mediante sus palabras, del tiempo que ha transcurrido con
respecto al acto anterior. Aristóteles, en el siglo IV a. C., estableció en su Poética unas
sencillas técnicas que ayudaban a evitar los saltos espaciotemporales: se trata de la regla
de las tres unidades, según la cual la acción de una obra dramática sólo se podrá
desarrollar en un día (unidad de tiempo), en un único espacio (unidad de lugar) y con un
solo hilo argumental, sin acciones secundarias (unidad de acción). Lope de Vega rompe con
estas reglas tan estrictas y el teatro del Romanticismo (XIX), siguiendo las directrices de
El teatro: drama y comedia J.C. Carrillo Martínez 3
Lope en su Arte nuevo de hacer comedias, consagrará la ruptura definitiva con la Poética de
Aristóteles.
Diálogo
Las conversaciones que los personajes mantienen entre sí hacen que la acción avance.
Estas conversaciones se pueden producir entre dos o más personajes. En algún momento,
un personaje, apartándose del resto o desviando su mirada, puede hacer un comentario en
voz alta, destinado al público, que no es oído por el resto de personajes. Este recurso se
denomina aparte. Mediante los apartes los personajes realizan reflexiones en voz alta,
hacen comentarios malintencionados o declaran un pensamiento que puede ser de utilidad
para el desarrollo de la acción. La finalidad de los apartes es la de informar al público. Por
otra parte, uno de los recursos más característicos del teatro es el monólogo: discurso que
un personaje, normalmente solo sobre el escenario, pronuncia para sí mismo a modo de
pensamiento o reflexión, aunque en realidad
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