Globalización Y Educación Superior En México
HPrieto21 de Noviembre de 2013
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INTRODUCCIÓN.
Las instituciones de educación superior (IES), al igual que todos los espacios al interior de una sociedad dada, reciben múltiples influencias, a la vez que interactúan, de/en una diversidad de factores económicos, políticos, sociales y culturales. El impacto de esas influencias es determinado por las formas específicas en que se concibe, y se operativiza, el papel designado a la institución o espacio de referencia. En la historia más reciente de países como el nuestro, destaca el factor económico y las relaciones que implica, entre otras: educación superior-desarrollo económico y educación superior-investigación científica-desarrollo científico y tecnológico.
En México, la educación superior comienza en el siglo XVI cuando la Corona Española establece la Real y Pontifica Universidad de México por Cédula Real el 21 de septiembre de 1551, iniciándose los cursos el 25 de enero de 1553. De acuerdo a ello, en el periodo del primer liberalismo latinoamericano del siglo XIX hasta la época de José Vasconcelos, se transforman en “Universidades de abogados”, incorporando el antiguo ideal “iluminista” del estado docente. De esa fecha hasta los 70’s, se inicia del supuesto de que las universidades servían a la sociedad brindando educación a los jóvenes que ingresaban a sus aulas, preparándolos en las profesiones liberales sin condicionamientos adicionales, tomando en cuenta el entorno sociopolítico y económico. Durante la época de la Colonia se fundaron diez universidades cada cien años, de las cuales desapareció una cuarta parte antes de 1825. En los siguientes ciento veinticinco años, se consolidaron cincuenta más para llegar a setenta y cinco [1]. De 1950 a 1975, el número creció a 330, en 1980 ascendió a 400 y hasta 1985 llegó a 450.
Por su parte la matrícula universitaria latinoamericana, se consigna que tuvo el siguiente comportamiento: en 1950 registró el número total de 266,692 estudiantes; en 1970 ascendía a 1 millón 640 mil; en 1975 llegó a 3 millones 648 mil; en 1980 ascendió a 4 millones 891 mil y en 1985 el número alcanzó la cifra de 6millones 474 mil [2]. En lo que corresponde a México, en 1950 el número era de 35 mil estudiantes; en 1960, ascendió a 78 mil; en 1970, llegó a 47, 600; cerca de 900 mil en 1980; y en 1985, 1 millón 207,800 [3].
Por lo que se refiere al cuerpo docente, según cifras disponibles, en Latinoamérica era de 527 mil profesores en 1986, la mayoría de tiempo completo; mientras que en México, registraba 1,500 profesores en 1960; 4,300 para 1970 y 3,900 en 1980 [4]. Bajo este marco emergen diferentes instituciones de educación superior en México, las que se clasifican o tienen los siguientes perfiles.
• Universidades coloniales, ahora mezcla de instituciones privadas y públicas. Sus antecedentes se remiten a la época colonial, en la actualidad la totalidad son Autónomas, comprometidas más con la mayoría de la población o con los sectores sociales más desprotegidos, de ahí que sean consideradas como los centros que permiten inyectarle cierta dinámica a los movimientos sociales, donde se gestan posturas liberales, de izquierda moderada, así como radicales de izquierda, se busca justificar el vínculo Universidad-Sociedad, el conocimiento al servicio del pueblo y emergen varios luchadores universitarios y sociales contemporáneos.
• Universidades como monopolios públicos. Que son instituciones cien por ciento gubernamentales o con gran ingerencia de los gobiernos de los Estados. Se abre paso a las universidades e institutos tecnológicos estatales como una opción a las universidades autónomas e incluso la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), teniendo un compromiso institucional, al margen de los movimientos políticos sociales, los estudiantes o los profesionales están enfocados en lo fundamental al ejercicio de su carrera, encuadrados más al fortalecimiento de la estructura institucional.
• Universidades religiosas privadas. Se consideran como sitios para recobrar la credibilidad y alcanzar un reposicionamiento de clero católico, la educación superior tiene como fundamento la espiritualidad católica, por lo que sus egresados mantienen posturas conservadoras.
• Universidades o instituciones privadas de elite. Con su creación se trata de atender la demanda del sector privado, con perfiles claramente empresariales o técnico industriales, el vínculo fundamental es Universidad-Empresa, el objetivo es la conformación de cuadros profesionales selectos.
• Instituciones privadas y seculares pero no de elite. En ellas se pretende la preparación profesional de los estudiantes con un perfil acorde a la estructura económica o a la demanda del sector privado, pero con una mentalidad actualizada, más liberal.
• Universidades contemporáneas. En el inicio de la presente década, específicamente en el 2003, se da a conocer el surgimiento de la llamada universidad intercultural bilingüe, en el municipio de San Felipe del Progreso, perteneciente al Estado de México, inicia sus actividades en los primeros meses del 2004. Es la primera de un proyecto gubernamental de un total de 10 contempladas para los estados de Oaxaca, Tabasco, Querétaro y Guerrero.
La Educación Superior Contemporánea. En la actualidad la mayoría de las universidades en México, cuentan con facultades, escuelas, institutos o centros de investigación, departamentos, academias, áreas y divisiones como parte de las formas de organización académico administrativas; asimismo tienen consejos universitarios conformados por académicos y estudiantes, rectoría etc. No está por demás subrayar que son las universidades públicas en México las que concentran el mayor número de estudiantes. A ese entorno se deben agregar, las diferentes organizaciones de trabajadores académicos, administrativos y en general.
Hasta 1979, se consideraba que mientras más estudiantes tuviera una institución mayores subsidios debía recibir, por lo que se gestaron, como parte de la dinámica estudiantil, diversas movilizaciones de presión para exigir mayores recursos en diversas universidades del país, principalmente las autónomas, independientemente de la problemática político social y económica que empieza a tomar perfiles más sólidos a fines de la década de los 50’, a la fecha la lucha continúa en cada una de ellas, tratando de obtener mayores recursos y con ello mejorar la calidad en la educación [5]. En esta vertiente, sin duda alguna, llegan a impactar o influir los procesos revolucionarios y por ende las administraciones de los países socialistas, en lo particular, de la entonces Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS), así como sus avances en las diferentes ramas de la educación, ciencia y tecnología. Siendo el marxismo, la columna vertebral del bloque socialistas, impacta en los diferentes países del mundo, pero sobre todo los latinoamericanos, surgiendo una serie de corrientes del pensamiento sociológico y económico, que repercuten en la vida académica de la educación superior en México, muchas de ellas, como la de cepalina y la dependentista, llegan a chocar con sus similares emanadas de las universidades de Estados Unidos, principalmente, entre ellas las de Chicago.
Conforme pasa el tiempo, el sistema universitario fue creciendo hasta la fecha, sin embargo en 1980 se considera que se consolida la llamada “oligarquía académica”, identificada como un grupo de presión que interactuó con la ANUIES y la SEP en la defensa de los intereses de esta última, cuyo objetivo fue desactivar o graduar los movimientos universitarios, tomando en cuenta los antecedentes de 1968 y 1971, principalmente en la Ciudad de México. En otros casos, y hasta la fecha, los movimientos estudiantiles se continúan generando con fines políticos o acordes a ciertos intereses de grupos, en última instancia, es una forma de ejercer presión con la pretensión de no verse desplazados dentro de la estructura universitaria, fenómeno que tiende, tarde o temprano, a entorpecer y empañar la imagen de las universidades. Con la constitución de la ANUIES, en 1950, las autoridades educativas se fincaron el objetivo de crear un proceso de planeación [6], sin que este trascendiera más allá de las declaraciones, bajo este marco, predominando la incongruencia entre la SEP y la ANUIES, así como de esta última con los centros de estudios, ya que en éstos la planeación estaba dirigida para atender las necesidades coyunturales aprovechando el concepto de autonomía. El resultado fue que las metas simplemente no concordaron con el panorama económico nacional e internacional [7]. No se puede negar que a la fecha continúa creciendo el número de instituciones universitarias, principalmente las privadas y las tecnológicas, con poco sustento académico y económico: las universidades tecnológicas vinculadas con el sector público, similares a los institutos universitarios de tecnología franceses y a su vez prototipos o puntos de referencias de la mexicanas [8]; mientras que las universidades privadas se les vincula al sector privado.
En el ámbito del Tratado de Libre Comercio (TLC) o North America Free Agreement (NAFTA), el 14 de diciembre de 1991, se constituye el denominado Consorcio Internacional de Educación Superior Fronterizo, con el objetivo de promover el desarrollo de la docencia, la investigación y la extensión de servicios, fomentando los intercambios de personas, información e infraestructuras. Las instituciones firmantes mexicanas fueron: la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), la Escuela Superior de Agricultura Hermanos Escobar, la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, El Colegio de la Frontera Norte,
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