Habitos En Los Niños

La formación de hábitos es un proceso gradual que requiere de un trabajo colaborativo entre padres de familia y profesores, pues mientras mas estimulación tenga el niño frente a estas situaciones de aprendizaje, mayores serán sus niveles de logro, por esto se retomará una serie de consideraciones a tomar en cuenta, de acuerdo al texto de Verduzco y Murrow (2007) en el que el primer punto es “Tener claro el hábito que deseamos instituir, Evaluar si el momento adecuado en el desarrollo del niño, Definir una estrategia para lograr lo que deseamos, Implementar la estrategia siendo constantes y considerando las necesidades del niño, Tener paciencia ya que en ocasiones la adquisición de hábitos lleva tiempo y un gran esfuerzo. Si no somos constantes, no lo lograremos y En caso, de no lograrlo podemos esperar o intentar de nuevo. Se debe tener en mente que es posible fallar y equivocarse tantas veces como sea necesario. Mientras mas pequeños son los niños, es mas fácil establecer los hábitos básicos” (Verduzco y Murow, 2007:74)

En la práctica docente, es necesario considerar que el hábito no se forma con solo exponerlo a los alumnos en una sesión, pues al igual que el resto de los aprendizajes requiere de una regularidad y firmeza en la repetición de los mismos, considerando que deben ser vivencias cotidianas a las que el niño se enfrente para que sea realmente aprehendido.

Por lo cual se retomarán las siguientes características, extraídas del texto de Anton y Lleixá;

1. “Los hábitos siempre tienen una finalidad: Cuando los niños automatizan un gesto o una conducta transforman y perfeccionan una acción. Esta acción esta en relación directa con sus necesidades, es decir, no se da por mera casualidad. Consecuentemente, en el período de adquisición de un hábito, es necesario saber que necesidad cubre y cuales de los actos que conforman el hábito se desea perfeccionar o transformar.

2. Concretar el número de hábitos a aprender simultáneamente, no siendo demasiado ambiciosos. Pocos y bien seleccionados. Es preciso tener presente que la consolidación de un hábito es una tarea muy compleja que además del ejercicio motriz y mental, lleva aparejada exigencias de corrección, normas, valores y conductas globales. En consecuencia, el educador ha de plantearse que y cuales hábitos va a trabajar con los niños a los largo del día y cuantos mas aprenderá el niño por si mismo a causa de las exigencias de adaptación al ambiente o de respuesta a los adultos que le atienden. No se excesivamente ambiciosos en este aspecto y centrar el esfuerzo del niño en los hábitos fundamentales, es un criterio de primer orden en la acción educativa de los seis primeros años de vida.

3. Ser coherentes: Es importante que lo que se le exija al niño sea siempre lógico, y que el adulto ponga en práctica de forma estable y constante, aquello que le pide. De esta forma, podrá esperar del niño una conducta razonable. La coherencia que los educadores han de mostrar, tiene su razón en el mismo proceso de socialización que esta realizando el niño. Es decir, para que el niño adapte a su propio crecer, las normas, valores y formas de conducta que se desea adquiera, debe verlas hechas vida en los adultos que forman el grupo social de donde provienen.

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