Humanismo
Enviado por fabiankv • 9 de Marzo de 2015 • 2.171 Palabras (9 Páginas) • 149 Visitas
HUMANISMO
Jacob Burckhardt
La cultura del Renacimiento en Italia.
Madrid: Akal, 1982 (1860)
El humanismo es un movimiento intelectual, filosófico y cultural europeo estrechamente ligado al Renacimiento cuyo origen se sitúa en el siglo XIV en la península Itálica (especialmente en Florencia, Roma y Venecia) en personalidades como Dante Alighieri, Francesco Petrarca y Giovanni Boccaccio. Busca la Antigüedad Clásica y retoma el antiguo humanismo griego del siglo de oro y mantiene su hegemonía en buena parte de Europa hasta fines del siglo XVI, cuando se fue transformando y diversificando a merced de los cambios espirituales provocados por el desarrollo social e ideológico de Europa, fundamentalmente al pactar con los principios propugnados por las reformas (luterana, calvinista, anglicana), la Contrarreforma católica, la Ilustración y la Revolución francesa del siglo XVIII. El movimiento, fundamentalmente ideológico, tuvo así mismo una estética impresa paralela, plasmada, por ejemplo, en nuevas formas de letra, como la redonda conocida como Letra humanística, evolución de las letras Fraktur tardogóticas desarrollada en el entorno de los humanistas florentinos como Poggio Bracciolini y de la cancillería papal en Roma, que vino a sustituir mediante la imprenta a la letra gótica medieval.
Opinión:
El humanismo es el movimiento que vino a revolucionar y cuestionar ideologías que antes de esta eran irrevocables pero que con el humanismo, los fundamentos de estas ya no fueron tan sólidas por lo que el pensamiento del hombre cambio generando nuevos conocimientos y verdades que hasta hoy día no conocen un fin y no parece tenerlo.
Grupo Patria Cultural
Carlos Llano Cifuentes
México, 2002
Nudos del Humanismo en los albores del siglo XX
Fundamentos Humanistas de los derechos Humanos
El reconocimiento de tales derechos como dependientes de y originados por una condición natural previa- en la que reside el llamado derecho natural- es decir, de Recaséns Siches, consecuencia de una cultura humanística y corolario de la idea de la dignidad humana.
Debe reconocerse que admitida la existencia de un modo de ser natural o específico del hombre, que lo distingue de cualquiera otro grupo de vertebrados, que lo eleva a un rango de dignidad y que le exige un comportamiento acorde con ella, las vinculaciones entre derechos humanos posibilitan de vivir conforme a la naturaleza, y las virtudes dan plenitud a esa vida natural.
No sólo eso; ya hemos dicho que, según la tradición cristiana, no se pueden hacer hombres virtuosos mediante la sola obligación legal de que se reconozcan y respeten los derechos humanos propios y ajenos; pero ahora tenemos que señalar algo más importante, que constituye la tesis central del presente estudio: sin las virtudes fundamentales el ciudadano queda imposibilitado para reconocer y respetar en las demás personas derechos humanos que a ellas les corresponden. Reconocemos la dificultad cultural actual de admitir una naturaleza humana que fundamente sus derechos como posibilidad de expansión y sus virtudes como plenitud de ella.
Opinión:
Los derechos humanos no son más que las libertades que tenemos como humanos de realizar cualquier actividad que nos plazca siempre y cuando no afecte a terceros visto es decir; como menciona el autor lo legal y lo religioso en este caso se complementan dado que lo legal te rige como ser humano y como debes de actuar ante la sociedad y lo religioso se encarga o al menos es su objetivo rendir cuentas en cuanto a lo moral, es decir es el código de conducta de los seres humanos en el ámbito espiritual y lo que nos dice que está bien y que está mal en este ámbito.
El amor al enemigo
Se puede mostrar hoy en la vida privada y pública que esa dualidad de itinerarios es, como dijimos al principio, un dilema falso, que es posible mantener convicciones axiológicas objetivas, y por tanto virtualmente públicas, sin caer en el fundamentalismo. El fundamentalista es intolerante y combativo. La civilización occidental está impregnada por una religión cuyo grado de tolerancia no ha sido igualado por ninguna otra. Ninguna religión se ha atrevido a postular el amor al enemigo. La tolerancia no sólo exige el relativismo, como Bobbio parece suponer, sino que al revés, implica el conocimiento de la verdad. Ser tolerante no significa asumir que no hay verdad ni bien, si no que-con la seguridad de que sé dónde se halla la verdad y el bien en determinado asunto o campo-no los impongo, si pudiera hacerlo, permito que alguien piense y se comporte de manera opuesta a la mía, sin con ellos evito un mal mayor. El Beato Josemaría Escrivá de Balaguer hizo populares dos maneras originales y claras de hacer compatibles las convicciones profundas y la tolerancia, a la que se refiere con los nombres de intransigencia con el error y transigencia con las personas. Por amistad no se debe conceder que dos y dos son más que cuatro, aunque no por ello dejaré de ser amigo de quien sostenga que son cinco. No se trata de atacar al hombre que hace el mal, si no al mal que hace al hombre.
Su otra manera, original y clara, de vivir la tolerancia, parece poner al revés este concepto, porque, de acuerdo con el principio de tolerancia, he de ser tolerante o permisivo con el error ajeno, al mismo tiempo que mantengo la verdad propia. Pero el fundador del Opus Dei da esta actitud un vuelo de ciento ochenta grados, porque pide ser intransigente con las miserias propias y transigentes con las miserias ajenas.
Opinión:
La tolerancia es la clave del autor en este fragmento y es algo verdaderamente lógico, estando en una sociedad dónde hay información por doquier y dónde cada quién es libre de creer lo que quiere y formar sus propios criterios estos puntos son los que nutren y hacen rica a nuestra cultura y es por esto que es deber de cada uno de nosotros aprender a convivir con personas con diferentes ideales sin tratar de cambiar su manera de pensar o sin molestarnos porque no crean en lo que nosotros, si logramos que esto ocurra creceremos como seres humanos ya que aprenderemos a obtener lo bueno y lo malo de cada una de las personas que nos rodean lo cual traerá como consecuencia la obtención de mayores conocimientos y el equilibrio espiritual necesario para vivir en sociedad.
La realidad del espíritu.
Así como las grandes culturas de la humanidad encuentran su lugar común en la convicción de que existe una ley natural del universo que todo hombre debe respetar, así, para Ratzinger, “las más contrapuestas visiones modernas del mundo, las ideologías,
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