INFLUENCIA DE LA GLOBALIZACIÓN EN TUXTLA GUTIÉRREZ Y EN EL ESTILO DEVIDA DE SUS HABITANTES
kikechis15 de Febrero de 2013
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INFLUENCIA DE LA GLOBALIZACIÓN EN TUXTLA GUTIÉRREZ Y EN EL ESTILO DE VIDA DE SUS HABITANTES
INTRODUCCIÓN
El presente ensayo tiene como propósito reflexionar sobre la influencia de la globalización en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, capital del estado de Chiapas y las repercusiones en el estilo de vida de sus habitantes. Para ello, se consideran en primera instancias los conceptos básicos relacionados con el fenómeno de la globalización, analizando el contexto histórico de la entidad y el comportamiento de las etnias asentadas en ella ante las nuevas tendencias culturales, sociales, políticas y económicas implícitas en la globalización.
ANTECEDENTES DE LA GLOBALIZACIÓN EN CHIAPAS
Algunos autores afirman que la Globalización es un fenómeno exclusivo de la época contemporánea; sin embargo, de acuerdo a la definición del Diccionario de la Real Academia Española, Globalización es la tendencia de los mercados y de las empresas a extenderse, alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las fronteras nacionales.
Por lo anterior, desde mi perspectiva y bajo el concepto anterior, la Globalización es un proceso histórico que se inicio desde que los antiguos mercaderes abandonaban sus países en busca de especias y mercancías de otros lados, para realizar un intercambio comercial entre distintos países, en el que quizás, desde esta óptica, el antecedente más conocido sea el de Marco Polo, después Cristóbal Colón, la Revolución Industrial, hasta llegar a la época contemporánea en la que el fenómeno de la Globalización incluyó los avances tecnológicos, los aspectos económicos, sociales y culturales y los integró como parte de un proceso en el que la comunicación e interdependencia entre las naciones del mundos se hicieran indispensables para el fortalecimiento de sus mercados y economías.
Este proceso originado en la Civilización Occidental y que se ha expandido alrededor del mundo en las últimas décadas de la Edad Contemporánea (segunda mitad del siglo XX) recibe su mayor impulso con la caída del comunismo y el fin de la Guerra Fría, y continúa en el siglo XXI.
Con base a lo antes expuesto, podría considerarse que la globalización en Chiapas se inició desde la época prehispánica, pues el territorio estatal era un sitio de paso que comunicaba el centro de México con Centroamérica; por lo que hubo numerosas migraciones que pasaron por esta región.
Gracias a diversos trabajos arqueológicos y lingüísticos, se sabe que los primeros asentamientos tuvieron lugar en la planicie costera del Pacífico (Pijijiapan y Suchiate) desde el año 11000 a.c. y a partir de esa fecha diversos grupos tuvieron presencia en tierras chiapanecas, dejando todos ellos el legado de su cultura.
Debido a su biodiversidad y a su situación geográfica, Chiapas fue considerada por las grandes culturas prehispánicas como un lugar comercial estratégico, por lo que en la entidad se han encontrado vestigios mokayas, olmecas, zoques, mixes, mayas y aztecas entre otros. Cada una de estas culturas desplazaba a las existentes, imponiendo sus creencias, credos, costumbres, modos de vida y cultura en general; por lo que a partir de entonces Chiapas se empezó a constituir como un estado pluricultural y multicultural.
Posteriormente, con la llegada de Cristóbal Colón y una vez conquistada la gran Tenochtitlán y no habiendo más tierra que repartir, los españoles voltearon a Chiapas y empezaron a incursionar en estas tierra, pero se encontraron que en la región no había un poder central que controlara a las comunidades indígenas, como ocurrió con el señorío mexica. Esta situación dificultó a los españoles la conquista, por lo que hubo a partir de 1523, tres intentos en los que se libraron cruentas batallas y en las que el poderío militar y armamentístico de los conquistadores se impuso.
La ganadería y el cultivo del cacao, la caña y el algodón representaron negocios muy atractivos para los nuevos pobladores europeos, por lo que a partir de la conquista se fundaron ciudades de españoles y pueblos de indios, ambos sometidos a la autoridad religiosa de la Iglesia y bajo el control de la Corona española. Al principio de la colonización la delimitación entre estas ciudades y pueblos pudo ser aplicada; sin embargo, con las mezclas y las migraciones de españoles, los límites entre ambos centros de población fueron borrándose paulatinamente, ocasionando una mezcla de las tradiciones prehispánicas con las costumbres europeas de la época.
Durante el periodo colonial, la riqueza en Chiapas estuvo en manos de encomenderos, funcionarios reales y religiosos. A falta de minerales como el oro y la plata, la riqueza se obtuvo principalmente por la posesión de tierras y la explotación de la mano de obra indígena. Desde los primeros tiempos de la conquista se cultivó trigo, maíz, algodón, caña, cacao, añil y grana cochinilla. Gracias a sus características geográficas, se facilitó la ganadería y la crianza de caballos. Se considera que las haciendas fueron el principal medio de producción económica.
En la segunda mitad del siglo XIX se introdujeron nuevos productos en Chiapas, como el café, el lino y las frutas tropicales (plátano, mango, piña, papaya), para lo cual, productores alemanes y suizos establecieron fincas productoras, sobre todo en las tierras bajas. Algunas de estas fincas siguen produciendo café en la actualidad.
Después de 1820 se impuso el gusto por el café en varios países. El productor que dominaba el mercado mundial sin duda era Brasil; sin embargo, el clima, la altura, y la mano de obra disponible en Chiapas motivaron a varios inversionistas a incursionar en el negocio cafetalero. Las características de la región del Soconusco fueron ideales para la producción de café. Para 1871 había más fincas de café que de cacao en el Soconusco.
Las élites de los terratenientes sin duda tenían costumbres y gustos del viejo continente, ya que provenían de éste o eran descendientes de europeos y, por lo tanto, intentaron trasladar sus modos de vida a las tierras chiapanecas y diferenciarse de los nativos. Estos inmigrantes, aportaron nuevas concepciones y costumbres que al paso de los años fueron asimiladas y que forman parte de nuestro legado cultural.
En el siglo XIX, la moda mundial la había impuesto Francia con su estilo denominado Napoleón III y en México las clases altas de todo el país trataron de imitarlo. Las haciendas fueron decoradas al modo francés; muebles, telas, prendas de vestir, relojes, enseres domésticos y algunos alimentos provenían de distintos países europeos o de Estados Unidos de Norteamérica. México carecía de una industria nacional que produjera ese tipo de artículos, por lo que fueron necesarias las importaciones. En Chiapas, como en otros lugares del país, los hacendados también asimilaron costumbres regionales que se convirtieron en tradiciones chiapanecas, algunas de las cuales subsisten hasta nuestros días.
En 1891 Porfirio Díaz impuso al gobernador Emilio Rabasa, el cual en los cuatro años que duró su mandato, propuso un plan de modernización para Chiapas que consideraba la remodelación de los edificios, la construcción de nuevos caminos, tender redes telefónicas e introducir el ferrocarril. También se construyeron hospitales y escuelas; se consideró a la higiene, la salud y la educación como bases ideales del progreso.
En los centros de las ciudades se construyeron edificios, como mercados, palacios municipales. Se instalaron quioscos según la costumbre europea, para que los músicos deleitaran a los paseantes. Como símbolo de progreso tecnológico se colocaron relojes en las fachadas de las iglesias y en los edificios de gobierno. Se introdujeron nuevos estilos arquitectónicos, a imitación de los modelos europeos.
En 1936 ganó las elecciones de gobernador el ingeniero Efraín A. Gutiérrez y con él la política del cardenismo se puso en marcha en Chiapas: se crearon dos centrales de trabajadores, una de campesinos y otra de obreros, se fundó el Sindicato de Trabajadores Indígenas. Bajo la dirección de Erasto Urbina, el Departamento de Protección Indígena agilizó y amplió el reparto de tierras a campesinos solicitantes y promovió la educación indígena. Por fin, Chiapas logró la estabilidad política y social que le permitiría en los años por venir un nuevo impulso económico y social. No obstante, seguía siendo un estado verdaderamente incomunicado.
Por ello, una preocupación de la época sería la construcción de vías de comunicación que favorecieran el desarrollo económico. Se transformó el paisaje urbano de Tuxtla Gutiérrez y Tapachula. Se concluye la construcción del ferrocarril del Sureste que atraviesa los municipios de Pichucalco, Salto de Agua, Palenque, Catazajá y La Libertad. Se terminó la construcción de la carretera Cristóbal Colón que unió a Tuxtla con la frontera guatemalteca. Se inició la construcción de otras vías importantes como la carretera que va de El Escopetazo a Pichucalco, de San Cristóbal a Palenque y ramales hacia regiones como Cuxtepeques y la Frailesca.
El desarrollo de la infraestructura facilitó el crecimiento de algunas actividades económicas: la agrícola a partir del maíz, café, plátano y algodón; así como la ganadería bovina y porcina. En lo cultural, el gobernador Rafael P. Gamboa fundó el Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas; y Francisco J. Grajales el Ateneo de Ciencias y Artes de Chiapas, dedicado a promover las letras y las bellas artes.
Entre
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