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Enviado por enyerber • 10 de Abril de 2013 • 3.908 Palabras (16 Páginas) • 280 Visitas
Globalización, desarrollo sustentable e identidad cultural
Francisco Javier Velasco Páez. CENDES-UCV
INTRODUCCIÓN
La consolidación de una tendencia histórica que hace viable la creciente articulación intercultural de todas las sociedades humanas consideradas a distintas escalas, constituye un potencial de enriquecimiento asombroso de la experiencia humana en medio de la diversidad. Desafortunadamente, esta potencialidad se ve enfrentada por la globalización neoliberal que supone un proyecto explícito de imposición hegemónica, en base a una economía cada vez más excluyente de las mayorías y minorías inasimilables al modelo dominante, el pensamiento único, el reduccionismo y la homogeneización cultural. En este contexto, los problemas ambientales han pasado a ocupar un lugar innegable en la agenda de prioridades internacionales. Pero para su abordaje, se apela a la racionalidad pretendidamente ecológica del desarrollo sustentable, noción bajo la cual subyace un campo complejo de confusión intelectual, disputas ideológicas y conflictos de interés. Mayormente el discurso de la sustentabilidad deriva sus proposiciones y sus acciones hacia la provisión de estrategias de perpetuación de los poderes establecidos. Igualmente, haciendo del productivismo y la eficiencia en el manejo de los recursos naturales un dogma, promueve un ambientalismo tecnocrático que ignora toda referencia a la ética, las relaciones de poder y las identidades culturales. Ante las consecuencias de empobrecimiento cultural que se derivan de la difusión global de estos esquemas, igualmente degradantes del patrimonio natural, es urgente repensar la noción de identidad desde una perspectiva dinámica y de pluralismo cultural en correspondencia fecunda con los marcos ecosistémicos inherente a la culturalidad.
I LA GLOBALIZACIÓN EN CUESTIÓN
El fenómeno de la globalización ha sido analizado e interpretado a partir de variadas y encontradas interpretaciones. Determinados autores identifican en este espectro posturas ante el fenómeno globalistas y optimistas y otras detractoras y pesimistas (Beck, 1998) (Leis, 1995). Hay incluso quienes sostienen la idea de la pluralidad de las globalizaciones (De Sousa, 2001). Es indudable que en el mundo contemporáneo operan tendencias planetarias fuertemente orientadas hacia una determinada unificación del mundo cuya fuerza es mucho más intensa de las que se han conocido en el pasado. Somos testigos de una progresiva conjunción intercultural a través del cual se están articulando todas las sociedades y los múltiples niveles de actividad humana están conformando un sistema interdependiente que combina y recombina espacios y temporalidades.
No obstante, la apología dogmática del tipo de globalización difundida por el neoliberalismo ha llevado a sus exponentes a sostener la tesis de la inevitabilidad de una globalidad homogénea, uniformadora, promovida por un puñado de Estados y corporaciones multinacionales. Estamos hablando de una globalización impulsada por la expansión del mercado internacional que no integra sino que fragmenta, que genera desigualdades extremas y deterioro ambiental acelerado y que promueve una erosión y de las identidades.
En este esquema el término globalización es fundamentalmente un eufemismo que denomina a un imperativo comercial de la expansión planetaria de las multinacionales que tiene lugar en un marco de controles reguladores evanescentes. Cabe aquí distinguir entre lo que significa, por un lado, un proyecto hegemónico que busca imponer la masificación, un orden económico excluyente de inmensos contingentes humanos, un pensamiento único y una uniformidad cultural que tiene por modelo a la versión más caricatural y reducida de la cultura de masas norteamericana; y por otro lado la articulación real o potencial que de manera creciente configura órdenes de interconexión entre identidades societarias de distintas dimensiones.
II GLOBALIZACIÓN Y CRISIS ECOLÓGICA: EL SURGIMIENTO DEL DESARROLLO SUSTENTABLE
La globalización y sus dilemas constituyen un aspecto fundamental del mundo contemporáneo. La globalización designa a un tiempo de mercados globales y calentamiento global, con una brutal y creciente división entre los ricos y los pobres y con una progresiva difusión de la preocupación ambiental. La amplitud de la crisis ecológica y su creciente reconocimiento mundial luego de la llamada "Cumbre de la Tierra", realizada en Río de Janeiro en 1992, han puesto sobre la escena mundial la posibilidad de percepción de un destino común, signado por amenazas que no reconocen fronteras ni nacionalidades.
Para algunos vivimos una comunidad de destino (Boff, 1994): el destino de la especie humana está asociado estrechamente al destino de la biosfera. El alcance de los peligros que acechan a la vida humana en el planeta es revelado de manera minuciosa por informes, diagnósticos, prospecciones, estadísticas y escenarios que tienen como base un sofisticado despliegue tecnológico de detección y evaluación de desequilibrios. La sorprendente precisión de los modelos climáticos aumenta rápidamente poniendo en evidencia patrones de deterioro ambiental en todo el ámbito planetario. Las percepciones de ciertos riesgos ambientales se globalizan; fenómenos como el calentamiento global (efecto invernadero), el deterioro de la capa de ozono, la reducción de la biodiversidad convergen en una atmósfera aparentemente favorable a la conformación de una "conciencia común cosmopolita" (Beck, 1998: 66) ante los peligros globales.
Con el despliegue de la preocupación ambiental global la imagen de la "astronave Tierra" parece más popular que nunca. Ciertamente ésta es una imagen muy difundida y en buena parte plasmada en el imaginario de grupos que muestran interés y preocupación por la situación del ambiente. Se trata de una idea asociada a las nociones de supervivencia y seguridad del globo que dependen de los cambios que han inducido en la gente la percepción de que todos los humanos estamos en una gran nave espacial. Y la difusión de ésta imagen ha propagado simultáneamente la idea de que en toda astronave}, como ocurre con los autobuses, aviones, barcos y trenes, la mayoría de las personas son meramente pasajeros cuyo destino y seguridad descansa en las manos de una élite (expertos, hombres y mujeres de ciencia, tecnócratas); este último aspecto había ya había sido advertido por Hans Magnus Enzerberger a finales de los años ochenta (Enzensberger, 1988). Además, siendo que el propósito fundamental de un grupo de personas que están abordo de una nave espacial es el de sobrevivir, la calidad de una vida culturalmente significativa
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