LA ARGUMENTACIÓN COMO HERRAMIENTA ACADÉMICA
Enviado por albamarina12345 • 22 de Septiembre de 2018 • Ensayo • 1.538 Palabras (7 Páginas) • 193 Visitas
DE LA ARGUMENTACIÓN COMO HERRAMIENTA ACADÉMICA
Y COMO PLATAFORMA PARA EL PROGRESO
La argumentación, como ese proceso de análisis que de una u otra forma permite fundamentar, comparar, contrastar, debatir o reelaborar un precepto, puede ser imaginada como un ejercicio intelectual tan antiguo como lo es la búsqueda de explicaciones certeras a los fenómenos naturales y sociales, -en sus causas o sus efectos-; así mismo puede ser asimilada la argumentación como ese proceso de análisis, comparación entre conceptos e ideas, que se realiza con el fin de contribuir a esa búsqueda humana incansable de “verdades superiores para reemplazar antiguas creencias”.
Hoy por hoy, es posible entender la argumentación como un proceso complejo y sobre todo lógico (haciendo referencia a la lógica en su acepción más filosófica: la lógica aristotélica de los famosos silogismos), en el marco de una verdadera interiorización de cierto “diálogo de saberes”. Pero también es posible concebirlo como una actividad de sincera “humildad intelectual”, por cuanto mediante ésta, es posible llegar a evidenciar la toma de distancia o incluso la separación o ruptura del sujeto argumentante con respecto a su propia postura previa, respecto a un tópico específico del saber. De hecho, reconocemos que es mediante la argumentación como ha evolucionado el conocimiento del mundo y de la sociedad, su naturaleza y sus fenómenos, y es así como seguirá evolucionando: buscando rebatir antiguas verdades, o actualizándolas y complementándolas dentro de un mayor espectro de “verdad”.
En las ciencias naturales, es notable que históricamente pasamos del pensamiento mágico del medioevo al método científico renacentista; por su parte, en las ciencias sociales y humanas, es de forma aún más reciente que hemos abandonado antiguos conceptos -juzgados hoy por muchos cosmopolitas modernos como “idearios retrógrados y falaces”, por decir lo menos-. Por ejemplo, la declaración universal de los derechos humanos, más que un hito en el campo de las “leyes” es para nosotros una obvia necesidad para el avance del hombre y para la convivencia en sociedad.
Al preguntar a un joven de las generaciones actuales por su concepto de “libertad”, “derechos”, “justicia”, seguramente encontraríamos impresa en su mente la idea de que los derechos del hombre nos atañen a todos, simplemente por el hecho de haber nacido. Sin embargo, la verdad es que, como especie, la existencia de éstos conceptos que aparecen en nuestro ideario común, distan mucho de tener su origen en los comienzos de la civilización.
En realidad, desde que tenemos memoria y lenguaje, tardamos mucho tiempo en incluir tales conceptos tan importantes en nuestra idiosincrasia como sociedad: no fue sino hasta 1948 cuando las naciones unidas dieron vía libre a éste tratado, en cuyos antecedentes encontramos a Rousseau y “El contrato social” y el texto de la “Declaración de los derechos del hombre y el ciudadano” en 1789. En otras palabras, de los aproximadamente 5000 años de historia humana, desde los Egipcios, tan sólo tenemos tres siglos con éste concepto universal en vigencia.
Analizar hechos como éste nos hace evidenciar que, al parecer, nuestra especie cometió errores de “sentido común” durante siglos, generaciones enteras, por lo tanto, podemos decir que éste, ya sea una “capacidad racional” o un “sentido” verdadero, del cual alardea tanto el hombre actual, no ha sido tan “común” a través de las eras, sino que lo obvio es un aspecto cambiante del ser humano, dependiente del entorno social, político, y cultural.
En realidad, conceptos como éste mencionado a través del ejemplo de la declaración universal de los derechos humanos, da cuenta de un fenómeno que atraviesa a toda la humanidad: las verdades de cada época, se mantienen inmersas en el marco de las consideraciones vigentes para tal época, más que en un continuo debate argumentativo.
En éste orden de ideas, aunque la sociedad contemporánea pareciera suponer que algunas premisas de la sociedad actual son tan “obvias” e inherentes a la misma condición humana “per se”, en realidad no ha sido así como hemos avanzado. La argumentación, aunque ha marcado el avance de muchas áreas del saber humano, no fue un ejercicio continuo del ser humano desde siempre, e incluso, actualmente es un ejercicio que desafortunadamente no está muy bien establecido en la sociedad. Es más: la academia, cuyos saberes actuales se basan en el ejercicio argumentativo realizado concienzudamente por varias generaciones de grandes pensadores, deja mucho que desear en cuanto a la formación que le está brindando a los futuros profesionales en cuanto a capacidad argumentativa se refiere.
Entonces, es importante preguntarse, ya entrados en el siglo XXI: ¿Por qué el “homo sapiens” con respecto a muchas áreas del saber se mantuvo casi estático, cual “homo ignorans” anclado en pensamientos catalogados hoy en día como “oscurantistas”, o “mágico-religiosos” durante más de un milenio (léase: medioevo)?
Quizá la respuesta a éste interrogante se halle precisamente en las características y en el análisis del complejo ejercicio de la argumentación, labor que se ha realizado desde diferentes disciplinas, como la lingüística, la pedagogía, la filosofía, y más recientemente desde las neurociencias.
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