“LA INCLUSIÓN EDUCATIVA: ENTRE EL SER Y EL DEBER SER”
Enviado por Jafet Rodriguez • 25 de Febrero de 2019 • Apuntes • 1.988 Palabras (8 Páginas) • 418 Visitas
CENTRO DE APRENDIZAJE Y SUPERACIÓN, A. C.[pic 1]
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Calidad con calidez
MAESTRÍA EN EDUCACIÓN INCLUSIVA
1ER. SEMESTRE
UNIDAD DE APRENDIZAJE:
HISTORIA DE LA EDUCACIÓN ESPECIAL EN MÉXICO
ASESORA:
MTRA. REMEDIOS GUZMÁN
“LA INCLUSIÓN EDUCATIVA: ENTRE EL SER Y EL DEBER SER”
QUE PRESENTA
JAFET HERNÁNDEZ RODRÍGUEZ
MORELIA, MICHOACÁN. JULIO DE 2017.[pic 3]
SIGNIFICADO Y SENTIDOS DE LA EDUCACIÓN INCLUSIVA
La educación es una labor que nunca termina, es un movimiento perenne; una dynamis cuyo carácter más propio es la libertad. Es decir, es una energía libremente poetizante, libremente creativa. La educación es un quehacer que abre por sí, cada vez, nuevos horizontes, caminos inéditos y, abiertos per se a la búsqueda, al encuentro del saber que jamás puede darse por lo sabido, ya que nunca es un punto de llegada, cuanto más es alto en el camino; siempre punto de partida.
Educar es tarea de valor, en dos sentidos, como lo señaló Savater (1997), porque es valiosa y válida en sí misma, por una parte. Y, por otra, porque es un paso al frente de la valentía humana. De la valentía para crear y recrear por siempre nuevas condiciones de vida. Educar es siempre un paso al frente porque cual quehacer digno, en él no cabe el recelo, la cobardía, la pesadumbre, ni el pesimismo. Educar es un acto de coraje, es tarea optimista y creativa.
La educación en México es un derecho fundamental de todas las niñas y los niños, los adolescentes y jóvenes mexicanos, tal como lo señala el Artículo 3° Constitucional. La Ley General de Educación distingue los siguientes servicios educativos: educación inicial (0-4 años), educación básica (5 -14 años; niveles: preescolar, primaria y secundaria); educación especial; educación media superior y educación superior; educación básica para adultos y formación para el trabajo. Los tipos y niveles enunciados ofrecen servicios educativos en modalidades escolarizada, no escolarizada y mixta.
En cuanto a la educación especial, la normatividad vigente establece que “la educación especial está destinada a personas con discapacidad, transitoria o definitiva, así como aquellas con aptitudes sobresalientes. Atenderá a los educandos de manera adecuada a sus propias condiciones, con equidad social incluyente y con perspectiva de género (LGE, 2014). Se trata de una modalidad de la educación básica que brinda servicios educativos por medio de los Centros de Atención Múltiple (CAM) y las Unidades de Servicios de Apoyo a la Educación Regular (USAER). El modelo de atención que México “aplica” es el de educación inclusiva, el cual busca la eliminación de cualquier obstáculo que impida a la población, que requiera una atención especial, una participación activa en la sociedad, en igualdad de condiciones que las demás personas.
Bajo este marco legal del “deber ser”, se puede decir que ya no caben medias tintas. Una educación sólo puede ser considerada de calidad si es inclusiva: si es una educación de todos, con todos y para todos… sin exclusiones, sin barreras, sin limitaciones. De ahí es posible afirmar que el mayor reto con que tienen que enfrentarse los sistemas educativos de América Latina para incrementar sus niveles de calidad, es acabar con las graves inequidades que le corrompen desde sus cimientos.
La exclusión social y educativa son fenómenos crecientes en todos los países del mundo y especialmente en América Latina, que se caracteriza por ser la región más inequitativa del mundo y por tener sociedades altamente segmentadas. Las desigualdades entre y al interior de los países, el desarraigo producido por las migraciones o el éxodo rural, el desigual acceso a las nuevas tecnologías de la información y a la sociedad del conocimiento, o la ruptura de las solidaridades tradicionales que excluyen a numerosos individuos y grupos de los beneficios del desarrollo y conllevan a una crisis del vínculo social, tal como lo manifestó la UNESCO desde 1996, otorgando una nueva importancia a la cohesión y a la justicia social.
Existe una relación dialéctica entre la inclusión educativa y social porque, si bien la educación puede contribuir a la movilidad social y a la igualdad de oportunidades para participar en las diferentes áreas de la vida social, no es menos cierto que la educación por sí sola no puede compensar las desigualdades sociales ni eliminar las múltiples formas de exclusión y discriminación presentes en la sociedad y en los sistemas educativos, siendo necesaria una mínima equidad social que asegure las condiciones mínimas que hagan posible el aprendizaje. Tedesco (2004) señala que es urgente un sistema educativo justo que asegure la democratización del acceso y la apropiación del conocimiento, siendo esto algo esencial para fortalecer la cohesión y el sentido de pertenencia a la sociedad.
Todos los países reconocen el derecho a la educación para todos sus ciudadanos, pero en la práctica es posible constatar que este derecho es para “casi todos”. La injusticia en la educación no se remite a la exclusión de aquellos que quedaron fuera de la escuela. La injusticia también afecta a quienes estando escolarizados son discriminados o segregados por su etnia, género, su procedencia social, sus características personales o situaciones de vida, o a quienes reciben una educación de baja calidad y no logran aprender lo necesario para participar en la sociedad y realizar su proyecto de vida y de felicidad.
Blanco (2008), indica que romper el círculo vicioso de la exclusión educativa y social requiere en primer lugar visibilizar a los excluidos, porque no todos los marginados son “igualmente visibles”, identificar los obstáculos que enfrentan en los ámbitos educativo y social, y desarrollar políticas intersectoriales que den respuesta integral a sus necesidades.
Las situaciones anteriormente señaladas justifican la importancia de otorgar un lugar central a las políticas de inclusión. Con frecuencia se piensa que la inclusión está relacionada con los estudiantes que viven en contextos de pobreza y, sobre todo, con la participación de los alumnos con alguna discapacidad en una escuela “regular”. Es decir, se está asimilando el movimiento de inclusión con el de integración, cuando se trata de enfoques con una visión y foco distintos que conducen a políticas y a prácticas educativas diferentes.
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