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LEYENDAS DEL ESTADO MONAGAS


Enviado por   •  11 de Abril de 2013  •  4.663 Palabras (19 Páginas)  •  1.527 Visitas

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LEYENDAS DEL ESTADO MONAGAS

Leyenda de los Encantados: Entre las creencias populares del estado Monagas, el imaginario en torno a los encantados tiene mucha preponderancia. Según varios testimonios, en las zonas montañosas adyacentes a San Antonio de Capayacuar, hay pozas donde habitan los encantados, como por ejemplo, en la poza de la Trilla, en el Agua Fría de Cerro Negro, en la laguna de Ipure, en la poza de La Laja y en la poza de Jesús Forrilla. Según los monaguenses, los encantados son seres celestiales –ángeles caídos– que hicieron del agua su morada. Se dice que cuando un encantado posee a un niño, lo sienta sobre una inmensa culebra para despojarlo del bautizo y después el niño anda solitario, sin apetito y desganado, es decir, está bajo un encanto. Cuando, gracias a rezos, logra liberarlo del encanto, el niño describe a los encantados como seres rubios que lo llevan por hermosos caminos.

El Tigre Palenque: El tigre palenque es una aparición legendaria en el municipio Acosta. Se trata de un gigantesco tigre bañado en llamas que aterra a quienes lo ven. Se dice que es invocado por una persona que hace un pacto con el diablo a fin de conseguir dinero y fama. Antes de acudir el tigre palenque al llamado del creyente, se pueden sentir fuertes vientos en el poblado, a manera de tormenta; y se oyen cadenas como si se estuviesen reventando. Cuando el creyente termina de hacer el pacto, despide al demonio, pero cuando lo hace no debe voltear a mirar, pues si lo hace entonces verá unas imágenes que nunca se borrarán de su mente.

Leyenda del tesoro de Boves: Cuenta una leyenda que el caudillo español José Tomás Boves (Oviedo, 1782 - Urica, 1814), después de librar varias batallas victoriosas en el oriente del país, llevó consigo un tesoro que robó en Cumaná cuando tomó la ciudad. En vista de que debía continuar la campaña realista y combatir en Urica, enterró el tesoro con la ayuda de su esclavo y seis soldados en un valle llamado Los Pacas, al sureste de San Antonio de Capayacuar. Cuando el tesoro ya estaba semienterrado, Boves y su esclavo dieron muerte a los soldados y luego Boves mató a su esclavo con el fin de no dejar testigos. Según cuentan, Boves dijo: Sus espíritus guardarán de que el oro y las alhajas no sean desenterradas por ningún otro. No obstante, mientras Boves luchaba en la batalla de Urica murió de un lanzazo. Jamás se localizó el tesoro y se dice que un jinete sobre un caballo negro lo resguarda. Sólo perdura la leyenda y un misterioso cofre de hierro labrado donde se dice que Boves llevaba las alhajas y el oro, el cual se encuentra en el Museo Colonial de San Antonio de Capayacuar.

Leyenda de la Laguna de Ipure: Según la leyenda, el sector de la Laguna de Ipure era antiguamente un manantial donde los aborígenes iban a buscar agua. Cierto día dos niños que fueron en busca de agua a la laguna se encontraron con una culebra y ésta se tragó a uno de ellos. Cuentan que al brujo de la comunidad enterarse de la noticia, hizo un conjuro y logró sacar a la culebra de las profundidades del agua. La abrió por la mitad para sacarle el cuerpo de la niña que se había tragado y los padres se llevaron el cuerpo de su hija sin vida para velarlo. Cuando regresaron al lugar donde el chamán había abierto a la culebra, vieron que ésta no estaba y, que en su lugar, se encontraba otra laguna, la cual fue llamada Lagunita. Esta leyenda es la que dio lugar al baile tradicional la Culebra de Ipure.

Leyenda de los sacerdotes de la parroquia San Antonio de Capayacuar: Desde la fundación de San Antonio de Capayacuar, el 7 de agosto de 1713 por parte de fray Gerónimo de Muro, muchos sacerdotes, aproximadamente cuarenta y uno, y nueve frailes se han desempeñado en la parroquia. El sacerdote que permaneció por más tiempo fue Eustaquio Abad García de Alcavaz, mientras que los demás sacerdotes y frailes duraron poco tiempo. Cuenta la tradición oral que estos hombres de Dios no duraban porque una maldición cayó sobre el pueblo cuando un sacerdote murió a causa de un flechazo lanzado por un indígena. Efectivamente casi todos los sacerdotes que han llegado a San Antonio se enferman mucho y al poco tiempo se marchan.

La llorona, Leyenda: La llorona es un espanto conocido por los venezolanos desde tiempos remotos. Dicen que la llorona es una mujer a la que le robaron sus hijos y, desde entonces, ella permaneció penando y llorando sin rumbo en busca de sus hijos. Ella suele aparecerse en los caminos y las calles y muchas personas afirman haberla visto. Uno de los testimonios más recientes de San Antonio de Capayacuar es el de un joven llamado Gerardo Cartagena. Cuenta que una noche estaba en la plaza Bolívar y se fue caminando a su casa por la avenida Bolívar, pero al llegar a la esquina dudó y tomó otro camino, el de la calle Bermúdez y mientras caminaba escuchó un fuerte llanto que provenía de El Cerrito, antiguo refugio de los presos. El joven corrió asustado hasta su casa y después de un rato fue que pudo contar el suceso. Quienes lo escucharon interpretan que el llanto era de la llorona.

El ánima Sola, Leyenda: Según dice la gente, el ánima sola fue en vida una bonita y solitaria muchacha que siempre andaba sola y rezaba mucho. Se cree que cuando ella murió Dios le dispuso un lugar apartado para que estuviese completamente sola como ella deseaba. Muchas personas le tienen fe a su ánima y le rinden honores. Aquellos que aspiren a hacerse devotos deben dirigirse en la noche de un lunes a un lugar muy solitario y llamarla. Si el aspirante tiene la suficiente fuerza espiritual, el ánima aparecerá y se manifestará mediante sonidos estridentes y un prolongado silbido. Luego, se revela la dama vestida con una túnica blanca y con su larga cabellera negra.

Leyenda del cacique Taguay: Cuenta la leyenda que durante los tiempos de la colonia, en el lugar llamado anteriormente el Cantón de Aragua, vivía este cacique quien luchaba contra los conquistadores (después de sangrientas luchas el ejército español empezaba a dominar por fin la zona). Este cacique tenía una esposa y una hija a quienes apreciaba mucho, observando la situación de peligro decidió crucificar a su hija para que no fuera tocada o violada por el enemigo invasor. Después de esto salió a luchar junto a su esposa, muriendo en batalla pero luchando por sus ideales.

Aparición de la Mujer que Taconea: La mujer que taconea ha sido escuchada por muchas personas en el pueblo de San Antonio, especialmente por aquellos que viven en la calle Bermúdez cerca de la iglesia. Se dice que los que escuchan su fuerte caminar se acercan a la ventana para verla pasar, pero reciben un gran susto y les da fiebre. El testimonio de Migdalia Rodríguez, quien vive a media cuadra de la

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