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La Campana


Enviado por   •  28 de Septiembre de 2011  •  1.342 Palabras (6 Páginas)  •  600 Visitas

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La campana

Juan Cervera

PUESTA EN ESCENA

La idea procede de un «enxiemplo» del Infante Don Juan Manuel en «El Conde Lucanor o Libro de Patronio».

La acción se sitúa en un ambiente intemporal, pero preferentemente lejano, como el de la Edad Media. Obsérvese que el planteamiento corresponde a la presentación del Narrador, que convendrá ilustrar oportunamente, mientras que el nudo aparece con el Abogado, y el desenlace, que corresponde al fallo del Juez, tiene un epílogo que aclara y pone en ridículo la verdadera intención de los contendientes.

Fácilmente puede lograrse la participación de los espectadores en el juego a partir de la presentación de razones ante el Abogado y el Juez.

Las breves intervenciones del Abogado en su diálogo con los estudiantes y las verduleras tienen como finalidad demostrar su carácter doble. Además, tanto estas intervenciones como los cortes bruscos del Juez ayudan a realizar las elipsis necesarias para que no se repitan las causas y razones de los querellantes y contribuyen así a crear una situación cómica, distorsionada, perfectamente encuadrada en el tema y su tratamiento.

PERSONAJES

NARRADOR.

FERNANDO.

RAMIRO.

ABOGADO.

LEOCADIA.

GENOVEVA.

JUEZ.

NARRADOR.- ¡Qué tiempos aquéllos! La ciudad de Taramara tenía vida muy tranquila. Tan tranquila que se despertaba por la mañana al son de las campanas. Pero aconteció que, como la ciudad era muy próspera y todos eran ricos, no se encontraba campanero para sustituir al pobre Gerardo, hacia dos meses muerto de puro viejo.

Entonces se entabló en Taramara un pleito entre los estudiantes y las vendedoras del mercado. Los estudiantes alegaban que a ellos les correspondía tocar las campanas para despertar a la ciudad, porque eran jóvenes y sabían mucho de leyes y de artes.

Las vendedoras del mercado decían que a ellas les correspondía, porque tenían que madrugar más que nadie para que tan pronto como despertara la primera ama de casa pudiera ir a comprar aunque sólo fuera chocolate para el desayuno.

Y así fue como los estudiantes designaron a dos representantes suyos escogidos entre los más inteligentes, para que se encargaran del caso. Y las vendedoras escogieron a dos verduleras de las más sueltas de lengua y con más habilidad.

(Ante el ABOGADO. Hablan reposados.)

FERNANDO.- Señor letrado, necesitamos que defienda nuestra causa. Somos los estudiantes los más indicados para ocuparnos de tocar la campana que despierta a toda la ciudad.

ABOGADO.- O sea.

RAMIRO.- O sea que queremos que nos defienda en el pleito ante las vendedoras del mercado que dicen que han de ser ellas, porque se levantan más temprano.

FERNANDO.- Y eso no es cierto. Nosotros nos levantamos antes, porque ellas, por la noche, preparan los puestos del mercado y, ¿cómo se van a levantar tan temprano?

ABOGADO.- O sea.

FERNANDO.- O sea que nosotros nos levantamos antes que nadie y a nosotros nos corresponde el deber de anunciar a toda la gente el comienzo del día.

ABOGADO.- O sea.

RAMIRO.- ¿Cómo que o sea?

ABOGADO.- Quiero decir que si vosotros queréis ser los campaneros-despertadores de la ciudad porque tenéis más ganas de madrugar que nadie.

FERNANDO.- Bueno, ¿usted qué opina?

ABOGADO.- ¡Ah! Yo no opino. Yo a esas horas duermo.

RAMIRO.- ¿O sea que le tenemos que decir la verdad?

ABOGADO.- La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.

FERNANDO.- Bueno. Pues, la verdad, la verdad es que nosotros decimos que queremos ser campaneros porque nos parece que madrugamos demasiado y lo que pretendemos es ser campaneros-despertadores para dejar dormir un par de horas más a la ciudad... (El ABOGADO sonríe.)

RAMIRO.- ... a la ciudad y a nosotros también.

ABOGADO.- Siendo así defenderé vuestra causa. Pero que no lo sepa nadie. Será algo difícil.

NARRADOR.- Y el abogado empezó a emborronar cuartillas y folios, hasta que llenó un montón de volúmenes que constituían los derechos de los estudiantes para ser los únicos despertadores de la ciudad.

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