La Educación Durante El México Independiente.
Enviado por jj1622 • 25 de Septiembre de 2012 • 2.163 Palabras (9 Páginas) • 1.871 Visitas
C.- La educación durante el México Independiente.
Desde que México nace a la vida independiente en 1821, se inicia una larga serie de intentos de reforma económica, política y social. En este inciso nos referiremos al ámbito social y, en especial, a la educación
C.1.-Los primeros esfuerzos por instruir a la Nación Mexicana.
En diciembre de 1823, nos encontramos con el primer proyecto de Reglamento general de instrucción pública, en donde se hablaba de la instrucción debería ser pública y gratuita, además de que “todo ciudadano tenía derecho a instruirse, nadie debería pagar por ella y sería uniforme”. También se ordenaba la creación de escuelas para niñas y para adultos.(Meneses, 1983: 78 y 79).
Este primer acercamiento al proyecto de reglamento de instrucción pública, nos muestra que los gobernantes deseaban que la instrucción llegara a un público formado tanto por niñas y niños, como por jóvenes e, incluso, también se tomaban en cuenta a los adultos. Sin embargo, la situación política por la que atravesaba nuestro país no permitió que este ambicioso proyecto se llevara a cabo.
No obstante, en algunos estados encontramos una inquietud por la formación de maestros y maestras. Esto responde a que, durante el siglo XIX y hasta 1921 en que se crea la Secretaría de Educación Pública, cada estado manejaba su sistema educativo de manera independiente y de acuerdo con el presupuesto que tuviera. Fue por ello que estados como Zacatecas, Chihuahua, Tamaulipas, Nuevo León, Veracruz, Jalisco, Michoacán y Oaxaca, principalmente, unieron sus esfuerzos a los de la Compañía Lancasteriana, con la finalidad de fundar escuelas en donde se formarían los futuros preceptores. (Galván, 2000: 13, 27 y 28).
Esta misma Compañía Lancasteriana, que se sostenía con capital privado, fue la promotora de la educación primaria gratuita para las clases pobres en México. La primera escuela de este tipo abrió sus puertas en 1822, en una de las salas que había ocupado la inquisición. El método de enseñanza que utilizaron fue el mutuo, el cual ya había sido utilizado en España en el siglo XVI y en México lo betlemitas lo utilizaron desde 1800. Sin embargo, esta Compañía fue la primera en contar con el apoyo gubernamental para poner en práctica su proyecto.
El método de enseñanza mutua era masivo, sin embargo el maestro no enseñaba directamente a cada uno de los cien o más alumnos que asistían a clases, sino que siempre se apoyaban en los alumnos más avanzados, quienes recibían el nombre de monitores, instructores-alumnos o decuriones. Estos niños, previamente instruidos por el preceptor, enseñaban a pequeños grupos de 10 alumnos. El horario de estas escuelas, por lo general era de 8.00 a 12.00 y de 14.00 a 17.00 horas y las materias que se impartían eran: lectura, escritura, aritmética y doctrina cristiana. ( Gómez, 1997: 47 a 49).
Guillermo Prieto, quien asistió a la escuela hacia 1825, cuando tenía 7 años de edad, recuerda lo siguiente: “El Sr. Calderón ocupaba su asiento, los decuriones el centro, D. Isidro la turbulenta retaguardia. Las explicaciones eran de moral, de urbanidad, de buenas maneras, en estilo llano pero florido y elocuente. Se enseñaba con dedicación a leer y escribir, las cuatro reglas de cuentas y un poco más, y doctrina cristiana con toda perfección. El preceptor aprovechaba las reminiscencias de los cuentos, el atractivo de los juegos, el tiempo en que hablaba, los usos y costumbres dominantes. ¡Qué bonito y qué sabroso hablaba!... hablaba en niño...Terminada la explicación, alegres, juguetones y felices nos lanzábamos a los corredores... No faltaba, por desgracia, la palmeta... y el encierro era el castigo más común. La escuela estaba dividida en dos grandes secciones, o sean la sala de lectura y el salón de escritura y explicaciones. La sala de lectura era pequeña y cubierta de gradas desde cerca del techo... La sala de escritura era otra cosa. Buenas pinturas al fresco, papeleras corridas... tinteros fijos y todo lo más adecuado y conveniente. Todo estaba en orden: las pautas y las plumas en sus palos, los botellones de tinta en mesas a propósito, en su estante el repuesto de papel, plumas y gises. Había sus decuriones o ayudantes que eran D. Ignacio Peñaloza, D. Gumersindo Martínez y los niños Manuelito y Pepito, hijos del Sr. Calderón. En la antesala estaba el gran pizarrón para la aritmética. A las once en punto de la mañana cesaba todo trabajo y nos agolpábamos todos con verdadero placer a escuchar las explicaciones. Terminada la explicación, alegres, juguetones y felices nos lanzábamos a los corredores, y allí, el piso y el gigantón, la maruca y la tuta, la pelota, los huesos de chabacano, el trompo y el diablo y la monja. Antes de las cinco de la tarde la invasión de nuestras cabalgaduras en el patio de la escuela anunciaba nuestra salida.” (Cfr. Prieto, 1992).
El año de 1833 marca un momento importante dentro de las realizaciones educativas que se llevaron a cabo en nuestro país. Por un lado, se estableció la Escuela nacional de Ingenieros en donde se podía estudiar para telegrafista, o bien para ingeniero topógrafo, industrial, de caminos y puertos, de minas e ingeniero geógrafo. También se estableció la Escuela Nacional de Agricultura con una hacienda-escuela de enseñanza práctica. Se podían cursar las carreras de ingeniero agrónomo, médico veterinario o de administrador de fincas rústicas, entre otras más. (Mendoza, 1975: 111).
Por otro lado, entre las leyes dictadas durante la primera mitad del siglo XIX, una de las más importantes fue la reforma educativa instrumentada por Valentín Gómez Farías, quien era un médico y político que había nacido en 1781. Desempeñó el cargo de vicepresidente durante el gobierno de Antonio López de Santa Anna a partir del 1° de abril de 1833 y actuaba como ejecutivo en ausencia del propio presidente. Durante su gestión, uno de los principales liberales del siglo XIX, José María Luis Mora redactó una reforma educativa cuyos fines eran, entre otros, “sustraer la enseñanza de las manos del clero, independizándola ideológica y económicamente del elemento conservador”, además de organizar la educación de tal forma que abarcara a todo el país y para que llegara a todas las clases sociales. (SEP, 1933: 21).
Por medio de esta ley se suprimía la Universidad y se creaba la Dirección de Instrucción Pública para el Distrito y Territorios
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