La Educación en Bolivia. “PADRES-MADRES EN NUESTRAS AULAS”
Enviado por Polreiven • 15 de Mayo de 2016 • Ensayo • 14.712 Palabras (59 Páginas) • 246 Visitas
PROGRAMA DE FORMACIÓN COMPLEMENTARIA PARA MAESTRAS Y MAESTROS EN EJERCICIO
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ENSAYO EN BASE AL LIBRO WARISATA LA ESCUELA-AYLLU
“PADRES-MADRES EN NUESTRAS AULAS”
Integrantes:
- Adorno Parada Juan Carlos
- Baldivia Cáceres Jenny Martha
- Calderon Equise Sandra María
- Camacho Arteaga Rossemary
- Cobos Peña Ruben Darío
- Del Aguila Chinchilla Angélica
- Flores Delgado Valentina
- Polanco Caraballo Efraín
- Ruiz Arimosa Verónica
- Ruiz Arimoza María Yanet
- Siles Cabrera Teresa
- Valverde Panoso Marleny
- Zegarra Molina Sandra Fabiola
Santa Cruz de la Sierra – Bolivia
2014
LOS PADRES-MADRES EN NUESTRAS AULAS
En el primer prólogo del libro de Elizardo Pérez “Warisata la Escuela-Ayllu” se afirma que la educación es un “instrumento de liberación en la lucha contra el régimen de la servidumbre” (Pérez; 1992: 2), cabría preguntarse ¿qué regímenes nos esclavizan hoy en día? Posiblemente esos regímenes están inmersos en cada uno de los bolivianos porque nos hemos ido acostumbrando a sistemas que ejercen control y a partir de ello creemos que lo que acontece a nuestro alrededor es “normal”, es parte constitutiva de la sociedad actual. Siguiendo al autor citado, sostiene también que “la escuela de Warisata era la casa de los desheredados, de los pobres, de los explotados símbolo vivo de lucha por la justicia y por la libertad, emblema de todas las antiguas rebeldías del indio, jamás extinguidas” (Pérez; 1992:12). A partir de tal descripción, las cuestionantes son más profundas, cabe preguntarse si aún nuestros centros educados son centros de acogida para quienes han sido desheredados, empobrecidos y explotados. En nuestros centros educativos se lucha por la justicia y por la liberación de sistemas que oprimen y acallan a los hombres y mujeres que buscan medios para su auto liberación. Entre nuestros pueblos ha surgido la escuela destinada a liberar al indio de la opresión a la que había sido sometido, el instrumento aplicado eran las “escuelas activas que dotadas de talleres, campos de cultivo, semillas, ganado, bibliotecas, internados, material sanitario, hornos para ladrillos y demás instrumentos de trabajo, forjaría el nuevo indio”. (Pérez; 1992: 12). A pesar del trabajo que se había realizado desde la Escuela-Ayllu, no cabe duda que los sistemas de opresión aún persisten en el tiempo y su vigencia se mantiene a veces camufladas o explícitamente en los grupos de poder, en los sistemas de gobierno y dentro de las ideologías “dominantes”, de ahí que debemos de preguntarnos ¿cómo deben ser ahora los centros educativos?, ¿de qué manera y con qué instrumentos debemos responder a estos grupos de poder, sistemas e ideologías? Posiblemente ya no sean suficientes las bibliotecas, los sistemas digitalizados que se presentan como novedad, es imperativo que se tiene que transformar los constructos mentales de nuestros estudiantes, padres-madres de familia, educadores. Se tiene que considerar a los centros educativos espacios activos donde se formen consciencias de superación y de transformación del entorno, claro sin perder de vista que se tiene que cuidar nuestro hábitat, para no terminar en la autodestrucción de la humanidad.
En el prólogo a la segunda edición del libro de Elizardo Pérez, se dice que: “el problema del “indio” era un problema económico, social, político y cultural…y ante esto no se puede educar a un estrato de servidumbre, sin plantear al mismo tiempo un condicionamiento libertario” (Pérez; 1992: 13) Los problemas de opresión se dan desde diferentes estamentos, añadiendo la misma educación que legitima y nos esclaviza a los nuevos sistemas de opresión, como ser el consumismo. De ahí que, en nuestro contexto y realidad no sea posible hablar de educación si no se cuentan con laboratorios de primer nivel, sistemas de informática, textos especializados que nos informan sobre la vorágine del conocimiento siempre relativo. Esta realidad en la que se encuentra la educación, no es al mismo tiempo opresora para nuestros padres-madres de familia, estudiantes y educadores.
Se dice que Warisata “es resultado del régimen dominante, contribuye a su perpetuación como uno de sus principales instrumentos de dominio, y ésta lo cuestiona, lucha por el cambio del sistema, adopta una posición revolucionaria” (Pérez; 1992: 13) La pregunta surge como algo que fluye con naturalidad ¿nuestros centros educativos adoptan posiciones revolucionarias?, cuyas respuestas merecen ser analizadas desde una visión crítica y objetiva. Algo que llama la atención de la visión de Elizardo Pérez es el hecho de que “la escuela tiene su fundamento en el taller y el sembrío…lo que se complementa con la enseñanza en aula, mediante un currículum simplificado, no impuesto por la ciencia pedagógica oficial, sino brota de las necesidades mismas del trabajo.” (Pérez; 1992: 14) Hoy en día ¿se tiene libertad para salir fuera de los esquemas de la pedagogía oficial? La misma reforma vigente nos pretende encasillarnos en lineamientos estructurados y validados por el Ministerio de Educación, a quienes en palabras de Carlos Salazar Mostajo les diríamos: “necios pedagogos que ahora dirigen la educación, no tienen nada que ver con Warisata…Hoy es una lamentable algarada de bribones y holgazanes”. Sin embargo, Pérez propone que la educación debe responder a las necesidades mismas del trabajo, es un reto para los educadores de ser revolucionarios desde los centros educativos, de crear conciencia crítica en los estudiantes y de comprometer a los padres-madres en el quehacer educativo de sus hijos/as para que les hereden la cultura de liberación.
La educación es sin duda un acontecer social, y se involucra a los padres-madres desde el momento que esperan la llegada de un nuevo miembro a la familia…Por lo tanto, la primera función de la familia tiene que ver con la educación de sus miembros, realidad que está lejos de ser considerada en nuestro país, sin embargo es conveniente dar un paso a su efectivización. Así lo había percibido “el último soldado de la causa perdida” Carlos Salazar Mostajo, cuando dice: “Warisata era una escuela socialista…Fue una isla solitaria, cuya firmeza tenía la vitalidad de una formación coralífera que surgiera en pleno océano…Así nació la pedagogía de la teja y el ladrillo…porque la escuela la hacíamos con nuestras propias manos. Ahí nuestra pedagogía del adobe y el ladrillo” (Pérez: 1992: 17-19). Es importante entender que Warisata no sea una “causa perdida”, sino un punto de partida que nos reta construir una pedagogía que ayude a los estudiantes, padres-madres de familia y educadores a liberarse de los nuevos sistemas feudales de opresión. De ahí es que estamos convencidos de que se tiene que dar a los padres-madres de familia el lugar que les corresponde por derecho, porque es deber de ellos la educación de los hijos/as y por lo mismo se les tiene que involucrar directamente en las aulas de nuestro centro educativo. El educador tiene la función de ser mediador entre padres-madres e hijos/as creando, motivando y propiciando espacios donde se dialogue, se intercambie saberes, conocimientos y experiencias para que los hijos/as también asuman un compromiso activo en su formación. Así la educación tiene esa función socialista.
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