La Justicia Del Débil
Enviado por estebitan 321 • 27 de Agosto de 2018 • Trabajo • 4.502 Palabras (19 Páginas) • 119 Visitas
La Justicia Del Débil
Esteban Mejía 2do Sec. Novela Fantástica
La Justicia Del Débil
Índice:
Prólogo: La Ignorancia De Un Niño.
Capítulo 1: La Tropa De La Pureza.
Capítulo 2: El Pobre Y El Rico
Prólogo: La Ignorancia De Un Niño
Cuando era niño tenía este típico sueño de ser un héroe y salvar a mi mundo de todo el crimen que haiga, aunque realmente era lo que yo pensaba que era. Porque no solo había inseguridad en las calles por parte de los pobres ladrones que robaban a los adinerados, también había conspiraciones de los poderosos para ganar más poder en diversos territorios del globo. El pueblo debe pagarles a los cobradores del rey por hogar, agua y protección, o eso es lo que ellos dicen. En realidad solo pagan por hogar y casi nada de agua ya que el rey tiene el control de estas. Yo de niño no conocía la verdad de lo que ocurría en mi mundo. Pensaba que mi rey era el bueno que peleaba con los malos reyes, pero todos eran los malos en realidad. Mi ignorancia era fruto de mis comodidades que me proporcionaban ser el hijo de un respetado alto noble, administrador de una ciudad y ayudante del rey.
Todo este pensamiento cambio al crecer. Cuando me uní a la Tropa De La Pureza.
Capítulo 1: La Tropa De La Pureza
La Tropa De La Pureza eran los protectores del rey. Se encargaban de administrar las actividades de los cobradores y en ciertas ocasiones ir a las zonas bajas a impartir justicias con personas que están en contra de nuestro sistema. Las zonas bajas estaban habitadas por el pueblo que producían alimento únicamente para el rey y todos los adinerados nobles que lo apoyaban, mientras que ellos se quedaban con una miseria. De niño me dijeron que el pueblo vivía en muy buenas condiciones, solo que con no tanto lujos como el de los adinerados y los altos nobles y con trabajos más duros, pero que nosotros los recompensábamos protegiéndoles de los ladrones que se negaban a trabajar. Yo quería ser parte de la tropa, pero mi padre solo quería que administrase correctamente la ciudad cuando falleciera. Cuando murió en un ataque de Los Renegados, mi padre me dijo que ellos querían adueñarse de unas zonas de Felicidonia, para gobernarlas y vivir de la manera más cómoda posible, lo que ocasionaría el descuido de su pueblo. Eso aumentó mis ganas de proteger mi Felicidonia y unirme a la tropa.
Cuando me postulé para ser uno de la Tropa De La Pureza, un Caballero Sagrado, encargado de dirigir a la tropa, me preguntó si realmente quería renunciar a ser alto noble y de la administración de Ciudad 17, ciudad que administraba mi padre antes de morir. Mi respuesta obviamente fue que Sí. Mayormente los hijos de antiguos miembro de la tropa se vuelven parte de la Tropa De La Pureza. Si uno de los guerrilleros de la pureza se vuelve alguien de alto honor y desempeño se volvería Caballero Sagrado. Pues ese era mi sueño. Aunque yo no soy hijo de un antiguo guerrillero de la pureza y ni mucho menos de un Caballero Sagrado, me preparé para ser un guerrillero de la pureza y llegar a ser Caballero Sagrado en el castillo de mi padre.
Me probaron en la fortaleza imperial militar para ver si tenía lo necesario para convertirme en guerrillero de la pureza. Lo básico, fuerza y resistencia.
Al finalizar la prueba tuve que esperar en una fila para que me dieran el resultado, en la Casa Del Poder. Cuando me dieron el resultado quedé decepcionado. En fuerza fue el que menos destacó, pero en resistencia pude compararme con el hijo del Caballero Sagrado. Aunque compararme con el hijo del Caballero es un honor, me empezó a dar miedo estar en medio de la guerra con la poca fuerza que tenía. Al poco tiempo ese miedo me obligó a ejercitarme más de lo que podía. Ese día sufrí mucho dolor. Tenía que estar listo para proteger mi justo y hermoso imperio, el Imperio de Felicidonia.
Un día después el Templo Real De La Pureza envió una carta a todos los postulantes de todas las ciudades de Felicidonia para reunirnos ahí para la ceremonia que consistía en que el rey, que en ese entonces era Galand, el invencible, un felicidoniano, hijo del antiguo rey Galfarín, el goloso, perteneciente a la dinastía Hanh, nos dé su bendición para ser los nuevos miembros de la Tropa De La Pureza. Luego de un largo viaje desde Ciudad 17 hasta La Ciudad Capital 28, logramos ver la Gran Torre Dorada, una torre de oro, construida con la finalidad de honrar al fundador de la Dinastía Hanh. Pelagio, Rey De La Tormenta.
Al llegar al Templo Real De La Pureza, nos recibieron muchos sirvientes para llevarnos al salón real, donde el rey Galand nos estaría esperando. Cuando llegué vi una fuente gigante de oro. Todos los postulantes quedaron asombrados. Entonces apareció el vasallo del rey que nos dijo que el rey Galand estaba ansioso de vernos. Me sentí algo nervioso. Él nos guió hacia el rey. Galand, el hombre de acero, un formidable guerrero y buen gobernante. Estaba sentando en el gran trono y nos saludó, para que después los diferentes Caballeros Sagrados de cada ciudad comenzaran la ceremonia. Muchos concordaron que el discurso fue muy emotivo. Pero a mí solo me importó la parte de: “Ahora oficialmente son parte de la Tropa De La Pureza.
Recordar ese momento hace que se me dibuje una sonrisa de orgullo. Ahora solo debía esperar para tener una misión y luchar contra el mal… O eso era lo que esperaba. Los días siguientes solo fueron guardia en las calles, vigilar que los campesinos no entraran a la ciudad sin autorización, detener a un ladrón, lo normal que me empezaba a aburrir. Hasta que un día se nos mandó a apoyar en una lucha de campesinos que no querían pagar tributo. Esa idea me emocionó porque al fin iríamos a las “hermosos” pueblos campesinos de la llamada zona baja.
Era todo horrible. En las calles se podían ver gente durmiendo en el piso, la verdad es que no podía distinguir si estaban muerto; niños que intentaron robar a uno de los campesinos, siendo brutalmente golpeados. Pero eso no me impresionó tanto como lo que vi después. La indiferencia de todo mi equipo. Cuando llegamos al lugar donde se suponía que lucharíamos, solo encontramos a unos dos guerrilleros que golpeaban a un pobre señor, mientras que un niño (Que parecía ser su hijo) gritaba con desesperación. Aún había indiferencia. Uno de los guerrilleros que golpeaba al señor nos explicó lo que pasaba: “Este señor se reusó a darnos sus alimentos porque no tenían de que alimentarse, algo muy ocurrente. Ayúdenme a llevar todo los alimentos mientras que mi compañero se encargue de la familia.” Antes de poder mostrar mi indignación, uno de mis compañeros dijo: “Bueno, que esperamos. Dinos donde están las cosechas de este abuelo y terminemos con esto.”
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