La Realidad Del Conflicto En Áfirca

El realismo del poder es que reproduce poder, y esto ha sido el gran problema del conflicto en el Norte de África y Oriente Medio centrándonos en Egipto, Túnez y Libia, sin desconocer el proceso de Argelia, Yemen, Siria, Bahréin y Marrueccos, entre otros. La realidad social y cultural de estos tres países es bastante compleja vemos que después de las llamadas ‘’revoluciones sociales’’ de Egipto y Túnez, y de la intervención militar por parte de la OTAN en Libia, sigue presentándose un descontento social generalizado debido a la manipulación faccionaria de las potencias en estos territorios, en donde se juega a la dinámica de apoyo y ataque de una u otra dictadura que depende si es calificada de ‘’dictadura amiga’’ o la ‘’dictadura enemiga’’ de acuerdo a si sigue o no sus lineamientos.

Pero antes de entrar a detallar a grandes rasgos la raíz y las secuelas sociales, políticas y económicas que se comienzan a vislumbrar en este momento después de los distintos acontecimientos de desestabilización gubernamental y del proceso de transición a una ‘’democracia’’. Es de entender que la solución no está en cambiar a un hombre por otro que tenga políticas más flexibles para ejercer el poder, sino que por el contrario la visión ante los problemas estructurales y culturales de cada país debe ser mucho más amplia, es por eso que el cambio por el que hay que propender debe ser político y cultural para reformar los fundamentos religiosos, sectarios y facciosos en los que se asientan los regímenes actuales. Aunque es evidente que si se busca esta última vía para entrar en un proceso de cambio, no se debe tener una visión sesgada en donde nuestras aspiraciones dependan de la reflexión individual de un líder mesiánico; sino todo lo contrario, lo que debe de haber es un proceso colectivo de discusión, de participación masiva y de inclusión de las minorías (que terminan siendo las mayorías en la sociedad) en el panorama político, sin embargo entendemos que si se opta por esta vía puede que el proceso se torne más arduo y complicado, no obstante sería muchos más fructuoso en términos generales.

Túnez después de la caída de Ben Alí el 14 de enero, como consecuencia de las revueltas populares que tuvieron lugar a finales de diciembre de año 2010 y la caída de Mubarak el 11 de febrero, vemos como la ‘’ayuda’’ internacional no se ha hecho esperar, y en este momento se está implementando el ‘’Plan Marshall’’ en África, imitando el plan estadounidense que ayudó a reconstruir Europa tras la II Guerra Mundial. Este plan que está en cabeza de la UE y los EEUU, y consiste en un paquete de ayuda e incentivos económicos para los países del Norte de África, que en principio de forma ‘’generosa’’ van a ser ‘’beneficiarios’’ Túnez y Egipto. A Egipto se le condonará 1.000 millones de dólares de la deuda externa que tiene con EEUU para que fortalezca su económica y genere empleo, además de bridarle una ayuda para que consiga un crédito de 1.000 millones de dólares en los mercados financieros y se va a movilizar unos 2.000 millones de dólares en inversiones privadas en Egipto y Túnez con el fin de estabilizar la economía de estos países. La implementación de estas iniciativas económicas en palabras de Obama resulta ser "una oportunidad histórica’’, en que se muestra que los EEUU apoya al pueblo y no a los dictadores. Aunque lo que no es claro es ¿quiénes realmente terminaran beneficiándose con este tipo de oportunidades?, pero lo que sí es evidente es el gran ‘’apoyo’’ que tienen estos países después de tomar la vía de la democracia, que paradójicamente resulta ser muy similar a ese apoyo que tenían las dictaduras de Ben Alí y especialmente la de Mubarak, quienes eran auspiciadas en su momento con grandes ayudas económicas de los mismo sectores que en este momento están satanizando las dictaduras de África y de Medio Oriente. La ayuda de la Unión Europea también está presente, especialmente la del gobierno francés que ha enfatizado que el G8 debe ’’movilizar una ayuda considerable" en el plano económico en respaldo de las incipientes democracias árabes. En donde Egipto reclama y requiere entre 7.000 y 8.500 millones de euros hasta mediados de 2012 y Túnez necesita 17.500 euros en un período de cinco años para facilitar sus respectivas transiciones. Pero estas pretensiones de colaboración económica son bastante ambiciosas si se tiene en cuenta que en este momento tanto Europa como los EEUU se encuentran en medio de la austeridad y se está luchando contra el déficit presupuestario, pero al mismo tiempo es claro que el criterio que ha caracterizado a las potencias es una visión a futuro donde sus intereses se encuentren garantizados con políticas que les puedan traer beneficios a mediano y largo plazo.

Es indudable que estos procesos de cambio no deberían convertirse en unas estrategias de liberalización de barreras económicas que sirvan a los intereses de las potencias y no a los intereses del pueblo. Pero la realidad que se evidencia es otra, sus objetivos están cimentados en las políticas neoliberales clásicas de privatización, regulación y apertura a la inversión extranjera. En la cumbre del G8 el pasado 26 y 27 de mayo quedaron evidenciados estos objetivos al FMI señalar que… ’’La superación del alto desempleo requerirá un aumento sustancial del ritmo del crecimiento económico... El logro de esas tasas de crecimiento requerirá tanto una inversión adicional y una mejora de la productividad. Si bien puede ser necesario cierto incremento de la inversión pública, por ejemplo, para mejorar la calidad de las infraestructuras y los servicios en zonas rurales menos desarrolladas, el papel clave lo deberá desempeñar el sector privado, incluido el de atraer la inversión extranjera directa. Por lo tanto, las políticas gubernamentales deberían apoyar un entorno propicio en el que florezca el sector privado’’. De éste señalamiento por parte del FMI se puede inferir, que los problemas de Egipto se derivan de la debilidad del sector privado

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