La doncella del tejado.
Enviado por adrianmartinez1 • 19 de Noviembre de 2013 • Ensayo • 576 Palabras (3 Páginas) • 527 Visitas
La doncella del tejado
Invierno en Madrid, el retumbar de truenos lejanos y el sonido del viento azotando los vidrios de los ventanales terminan por deshacer mi placentero sueño y me desvelan. Mi despertador digital marca la 03:31. Perezosamente me levanto de la cama y tras beberme un vaso de agua me siento junto a la ventana del salón para fumarme un cigarro, con la esperanza de poder volver a conciliar el sueño.
La noche fuera está de lo más desapacible, en la plaza del rey, las ramas de los árboles flamean al viento violentamente devolviendo crujidos lastimeros. Algunas bolsas y cartones huidos de los contenedores de basura, se arremolinan al final de la calle y parecen cobrar vida en sus acrobáticos vuelos, imitando los juegos infantiles y al amparo de la intimidad que se les presenta en una noche como ésta, con las calles desiertas y a salvo de miradas juzgadoras.
En el cielo, una masa de nubes rojizas avanza hacia el este a toda velocidad, presagiando la tormenta inminente que no tardará mucho en descargar sobre la ciudad. De vez en cuando, un rayo lejano tiñe las nubes de gris eléctrico y a los pocos segundos, los cristales vibran con su correspondiente trueno. Arrimo más mi sofá a la ventana… siempre me gustaron las tormentas y esta noche parece que el sueño me ha abandonado por completo. En una de las pausas entre trueno y trueno, mientras prendo mi segundo cigarrillo, me parece escuchar el tañir de unas campanas a lo lejos, quizás sean las de la iglesia de los Calatravas, en la calle de Alcalá, pero me parece muy extraño… esos tañidos no son los que marcan la hora… son monótonos… repetitivos, parece que las campanas tocan a muerto. Pero no es posible, a estas horas de la madrugada iglesia de Madrid está abierta y muchísimo menos suenan las campanas, más allá de los mecanismos automáticos de los relojes.
Son las 03:54, de repente, unos enormes goterones impactan contra las ventanas como pequeños kamikazes, produciendo ruidos sordos que rebotan por el salón, perdiéndose en ecos suaves por el pasillo del fondo. Un enorme relámpago serpenteante se dibuja ante mis ojos a unas pocas cuadras de mi casa y prácticamente al instante, al tiempo que suena un estruendoso trueno, se va la luz en la calle y todo queda sumido en la oscuridad. Las campanas siguen sonando entrecortadamente en la letanía…
Me levanto y me pego mi cara contra los fríos y empañados vidrios para comprobar que todo el barrio está completamente a oscuras. La amarillenta luz de otras zonas alejadas de la ciudad que no han sufrido el apagón rebota en los nubarrones inundando la plaza y la calle Infantas con tenues tintes rosáceos. La lluvia comienza a ser más perceptible y mientras alzo mi mirada al cielo, sobre el edificio que tengo en frente, sede del ministerio de cultura… la veo.
Siento como mi cuerpo queda paralizado ante la
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