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La Doncella


Enviado por   •  19 de Noviembre de 2013  •  3.591 Palabras (15 Páginas)  •  531 Visitas

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INTRODUCCIÓN

La necesidad de proteger la biodiversidad acuática se ha vuelto más evidente en los últimos tiempos. Así mismo, el estado precario actual de dicha biodiversidad se ve agravada por una completa inhabilidad para administrar los recursos acuáticos. Los peces representan más de la mitad del total de las especies de vertebrados acuáticos conocidos.

América del Sur posee una gran variedad de especies de peces, con aproximadamente 6,000 especies de peces conjuntamente con América central (Reis etal. 2004, Hubert & Renno, 2006). Es conocido que la Amazonía alberga una megadiversidad actica, a su vez los estudios realizados sobre las especies amazónicas son escasos, limitando el conocimiento real de las interacciones entre especies; y con su ambiente, además de una reducida capacidad para predecir lo que va a incurrir, si la composición de especies de un ecosistema es alterada.

La pesca comercial en la Amazonía peruana en sus diferentes ríos, está concentrada especialmente en grandes pimelódidos y carácidos, de los cuales Pseudoplatystoma faciatum (surubí) , Pseudoplatystoma tigrinum (Chuncuina), Colossoma macropomum (Pacú) y Piaractus brachypomus (Tambaquí), son las especies que más se capturan debido a la gran demanda que tienen, lo cual determina precios altos en los mercados. Otras especies como el dorado (Brachyplatystoma rousseauxii) el sábalo (Prochilodus nigricans) y el general (Phractocephalus hemioliopterus), tienen una importancia secundaria en la pesca.

Una de las limitaciones más serias para el manejo de los recursos pesqueros en la cuenca amazónica es la poca disponibilidad de información sobre las especies explotadas, razón que impide tomar las mejores acciones para un manejo adecuado y aprovechamiento de los recursos pesqueros.

Se debe recalcar que actualmente el mantenimiento de la riqueza pesquera en la región amazónica requiere de la implicación de los pobladores y pescadores en un adecuado manejo de los recursos, basado sobre el conocimiento de la biología de estas especies para poder tomar acciones dirigidas hacia su protección.

En este sentido el presente trabajo de investigación tiene como objetivo contribuir al conocimiento biológico del género Pseudoplatystoma para que sirva como insumo en el proceso de elaboración de propuestas dirigidas al ordenamiento y a la planificación de su explotación.

Por otra parte como no se ha observado estructuración genética en las poblaciones de estos peces a nivel de toda la Amazonía es importante e interesante ver si las diferencias de origen geológico, tipo de agua, factores fisicoquímicos y productividad entre las cuencas del Iténez y del Mamoré ocasionaran variaciones en los rasgos de vida de los dos pimelódidos.

LA DONCELLA

Taxonomía

Nombre científico : PSEUDOPLATYSTOMA

FASCIATUM

Clase : ACTINOPTERYGII

Orden : SILURIFORMES

Familia : PIMELODIDAE

Nombres comunes : surubí manchado;

surubí pintado; y el

LEYENDA DEL SURUBI O DONCELLA

LEYENDA DEL SURUBÍ Hay Varias versiones

Ignacio y Ramón eran vecinos y compadres. Sus ranchos estaban situados a escasa distancia y sus familias compartían una nueva amistad. Eran hombres de isla, conocían todos los secretos de la naturaleza, y estaban compenetrados con el río y el paisaje.

Daban importancia a los cambios de la luna, intuían las crecientes y las bajantes de las aguas, tejían las redes y tendían espinales. Eran sabios para los encarnes y, además, unían sus voces para discutir por el precio del pescado con los acopiadores.

Los acercaba una amistad basada en el respeto mutuo y largos años de pequeñas dichas y frecuentes pesares. Una mañana Ignacio estaba reparando su canoa, cuando vio que algo extraño se aproximaba hacia la costa en un camalote que era arrastrado por las aguas.

Intrigado, observó con atención. Y cuando la planta estuvo cerca, comprobó que aquel objeto "extraño" que había despertado su atención no era otra cosa que un sombrero.

Casi sin pensarlo, Ignacio se arrojó al río. Nadando, llegó hasta la planta acuática y echó mano al sombrero.

Retornó a la costa y lo examinó con detenimiento. Fue entonces cuando, con gran júbilo, comprobó que la base de la copa de aquel sombrero pajizo era de cuero de yuguareté.

Se sintió feliz, pies desde niño había escuchado decir que el cuero del felino daba poder, fuerza y sagacidad, a quien lo tuviera. Entonces, corrió hasta el rancho a mostrar su "tesoro".

Mientras tanto, Ramón, que había oído las expresiones de admiración y los comentarios de todos, se acercó al rancho de su amigo para averiguar qué sucedía.

Al ver el sombrero, lo invadió una rara sensación: en vez de alegría, sintió rabia; de pronto la envidia esparció en su espíritu, ahogándolo de amargura.

Desde ese momento, todo cambió, Ignacio se ufanaba con inocencia de su posesión y Ramón sentía un oscuro rencor. Se preguntaba por qué aquel día se había quedado en el rancho reparando una red: de no haberlo hecho, el sombrero ahora sería suyo. Esto le hacía pensar que el siempre tenía mala suerte.

Su carácter se volvió huraño y largos silencios enmudecieron sus labios: en tanto, un irracional deseo de venganza lo embargaba.

En cierta oportunidad, Ignacio le propuso navegar río arriba y acampar por dos o tres noches para cazar lobitos de río. Ramón se negó al principio, pero finalmente aceptó. Cargaron la canoa con provisiones, escopetas, facones y cuchillos especiales para cuerear a los animales. Tampoco olvidaron llevar una pértiga de caña tacuara para bordear los malezales costeros.

Una vez que remontaron el río hasta encontrar el sitio adecuado, acamparon. Construyeron rápidamente un bendito y luego colocaron trampas. Esperaron un tiempo prudencial y, por la noche, fueron a verlas. El resultado fue óptimo para Ignacio que había capturado quince ejemplares. Estaba eufórico pensando en el dinero que obtendría por la venta de los cueros que eran muy apreciados y que se pagaban diez veces más que el de las nutrias.

Sin embargo, Ramón no tuvo la misma suerte, sólo capturó uno. El despecho le hizo pensar que la piel del yaguareté del sombrero de Ignacio convocaba fuerzas mágicas que beneficiaban a su poseedor.

Ciego de ira, comenzó a beber y a provocar al amigo. Ignacio soportó callado los insultos, pero al recibir uno que lo lastimo su honor, no

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