La personalidad es al hombre lo que el perfume a la flor.

La personalidad.

Ensayo.

La personalidad es al hombre lo que el perfume a la flor. 

-Charles M. Schwab.

Desde tiempos muy remotos, casi a la par del nacimiento del pensamiento, se buscó identificar al ser humano. Por ejemplo, podríamos hablar de Hipócrates y la manera en la que sugirió un modelo de personalidad basado en lo que actualmente se conoce como tipología, podemos hablar también, de que el término personalidad se lo debemos a los griegos, pues así es como les llamaban a las máscaras que utilizaban en sus obras teatrales. Lo que bien es cierto, es que la personalidad nos define y nos hace diferentes de los demás. La personalidad se compone por dos factores: el carácter y el temperamento y fuero las básicas en las que personas como Sigmund Freud, Erich Fromm y Erick Erickson basaron sus investigaciones sobre la misma.

Al hablar de la personalidad, es imposible hacerlo sin hablar de Sigmund Freud y su tan popular teoría del psicoanálisis. Su premisa, basada en las necesidades o pulsaciones del inconsciente (principalmente las biológicas) constituyen el eje principal de la personalidad. Propuso que la personalidad humana se basa en tres sistemas interactuantes: el ello, el superyó y el yo. Siendo el ello el almacén de las pulsaciones primitivas e impulsivas (todas las necesidades fisiológicas), el ello es egoísta, pues no le importa qué medio utilizar para satisfacer dichas necesidades. El superyó se basa en la moral y la ética que rigen tanto al ser humano como a la sociedad en general, podíamos definirlo como el freno del ello por ser más racional y apegarse más al lado humano. Por último, tenemos el yo, el control consciente del individuo, aquel que equilibra las demandas del ello y las restricciones del superyó.

Podríamos pasar toda una vida hablando de la teoría del psicoanálisis de Freud, pero ese no es el objetivo de este ensayo. Con la creación del comercio, nacieron también los clientes y la competencia, conocer qué es lo que motiva a un ser humano para comprender su funcionamiento, dejó de ser un estudio exclusivo de los psicólogos, pues a medida que el comercio iba creciendo, lo hacía también la competencia y el buscar una ventaja sobre los demás se volvió un pilar fundamental para incrementar las ventas. Así fue como comenzó a personificarse la marca, con una creciente necesidad de identificación y distinción de los demás.

El conocer las necesidades de las personas para poder presentarles un producto -nuevo o no- se convirtió en una básica de todas las empresas. Maslow ya lo mencionaba en su pirámide, el constatar que un producto puede satisfacer una necesidad de seguridad, social o de reconocimiento, puede ser de fácil aplicación en la rama de la mercadotecnia. Segmentar mercados dejó de ser un problema cuando se comenzó a basar en las investigaciones de Maslow, pues casi todas las necesidades son compartidas por grandes segmentos de consumidores: todos compramos alimento, todos requerimos ropas que cubran nuestro cuerpo y un techo sobre nuestra cabeza que pueda protegernos del clima. También se utiliza la jerarquía de Maslow para posicionar productos y no sólo segmentar mercados, es posible utilizar distintos mensajes promocionales para un mismo producto, basándose en diferentes necesidades, siendo el cuarto y quinto peldaño de la pirámide (los del egoísmo y autorrealización), los más atractivos para el consumidor.

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