Lenguas Del Peru
Enviado por pam8184 • 13 de Agosto de 2013 • 2.744 Palabras (11 Páginas) • 432 Visitas
multilingüismo peruano
INTRODUCCIÓN: LINGÜÍSTICA
La lingüística y otras ciencias del hombre, como son la antropología y la sociología, en su avance científico, ha demostrado lo insustancial de los conceptos de superioridad cultural e idiomática. Pues, se entiende, en principio, que la lengua es un producto cultural de creación social, que tiene la particularidad de reflejar todas las realidades culturales de una sociedad determinada. Dicho de otra manera, la lengua es un instrumento de interacción social, cuyos significados están constituidos por la representación total de una cultura, y cuyas expresiones formales se organizan, lingüísticamente, sobre la base de unidades y estructuras arbitrarias. En este sentido, es la manifestación de la material y espiritual de un pueblo. La lengua es una expresión sistemáticamente estable, pero dinámica y mutable en el uso concreto. Es impuesta a las generaciones nuevas y éstas la manifiestan en constante evolución a lo largo de su ciclo vital. Esta mutabilidad está estrechamente correlacionada a la evolución cultural de la sociedad que la practica. Es por esta razón que el valor de una lengua, en términos de eficiencia, de productividad, es determinado, fundamentalmente, en relación con la cultura en que se sustenta y de la que es parte.
Cuando se produjo – por citar un caso – el contacto de la cultura occidental con la andina, en el siglo XVI, el castellano fue un instrumento insuficiente para comprender y expresar, luego, la cultura nativa. Esto se puede observar en los documentos burocráticos y en las crónicas de la época. Bástenos recordar que los peninsulares llamaron ‘mercaderes’ a los ‘trocadores’ (agentes de intercambio de excedentes sólo con valor de uso); a las llamas ‘carneros del lugar’, y que creyeron encontrar en la religión andina un paralelo a la ‘Santísima Trinidad’. La imaginaron constituida por los dioses ‘rayo, trueno y relámpago’, por ser denominados en quechua con un mismo vocablo: ‘Illapa’ (Vega, 169: 42). Sin embargo, afortunadamente, a nadie se le ha ocurrido utilizar esta comprobación histórica para argumentar la inferioridad del castellano al ser confrontado con una cultura que le era extraña.
En cuanto una lengua expresa una cultura de mayor o menor grado de complejidad y expansión, goza de mayor o menor grado de aceptabilidad social. Por tanto, la idea de superioridad idiomática, en uno u otro aspecto, sólo puede aceptarse, como una confusa identificación con el criterio de ‘prestigio social’ que se deriva del poderío militar, económico, científico, político y/o artístico de la nación o del sector social dominante. Por consiguiente, el prestigio del que gozan algunas lenguas se debe, en sentido estricto, a razones extralingüísticas.
En una perspectiva lingüística, no hay lenguas en sí, superiores a otras, no hay unas gramáticas más lógicas ni más razonadas que otras. No hay estructuras fonológicas, sintácticas o semánticas de una lengua superiores a las de otras. Lo que sí se puede observar es la mayor o menor complejidad de unas estructuras en relación con las de otra lengua. Pero esto no es un indicador de superioridad: es sólo un reflejo del proceso de evolución de una lengua.
La cantidad de vocablos tampoco es indicio de calidad idiomática. El hecho de que en la lengua árabe existan ‘varios cientos de palabras para hacer distinciones entre camellos’ no es razón para suponer una superioridad de aquella lengua sobre la nuestra, en la que sólo disponemos de los términos ‘camello’ y ‘dromedario’ para referirnos a aquellos camélidos. La abundancia léxica, en este caso, es explicable porque el camello cumple una función muy importante en el mundo cultural de los árabes. Algo má interesante se registra en la lengua navajo. Por ejemplo, ‘hay mil nombres registrados de plantas; todo trabajo u oficio tiene una terminología propia completa; los términos de la técnica ceremonial por sí sola llegan por lo menos a quinientos’ (Rossi, 1974:28). Sin embargo, estas características no le conceden rango superior.
ROJAS, Íbico. Lingüística y comunicación. Fundamentos teóricos sobre información, comunicación, lingüística y sociolingüística. Lima, Editorial San Marcos, 1997, pp. 357-359
Los tres pilares de la identidad cultural
La identidad cultural de un pueblo depende de tres factores principales: el histórico, el lingüístico y el psicológico (este último, entendido en su acepción más amplia, puede abarcar las particularidades religiosas). La importancia de esos factores varía según las circunstancias históricas y sociales de cada sociedad. Sin la concurrencia de lo tres no puede haber identidad cultural plena, ya se trate de un pueblo o de un individuo.
¿Puede establecerse una jerarquía de esos tres factores o bien intervienen por partes iguales en la configuración de la personalidad cultural?
La conciencia histórica es el baluarte más sólido que un pueblo puede erigir contra todas las formas de agresión exterior, ya sean culturales o de otro tipo. De ahí que en los contactos entre civilizaciones – por ejemplo, en un proceso de colonización – los colonizadores se esfuercen por debilitar, cuando no destruir, la conciencia histórica del pueblo colonizado.
El ejercicio de la soberanía nacional es pues la mejor escuela del espíritu y de alma de un pueblo, el único medio de mantener despiertas sus virtudes cardinales.
Es difícil afirmar cuál de los dos factores, el histórico o el lingüístico, es más importante. Para Montesquieu, quien decía que ‘un pueblo vencido puede conservar la esperanza mientras no haya perdido su lengua’, ésta aparece como el único denominador común, como las señas de identidad cultural por excelencia.
Pero la unidad lingüística jamás se da a escala continental. La fragmentación y la diversidad son la regla general hasta que un esfuerzo oficial, una decisión política trata de extender el uso de una lengua en detrimento de otra, aunque sea por la fuerza. De todos modos, este proceso sólo afecta en un principio al léxico; escapa en cambio a él la gramática, es decir la morfología y la sintaxis.
Fenómeno particular, la ‘creolización’ está vinculada a circunstancias históricas muy precisas. Este proceso lingüístico es obra de unos cuantos individuos aislados, privados de su libertad, arrancados de su medio original y arrojados brutalmente en otro, al que se adaptan como pueden. Así, los africanos analfabetos deportados a las Antillas han deformado algunas lenguas europeas y creado nuevos lenguajes – como el creol – en los que los investigadores han podido
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