Manual De Normas Y Procedimientos
Enviado por Andreacvivas • 30 de Junio de 2013 • 391 Palabras (2 Páginas) • 287 Visitas
¿Dónde comienza la homosexualidad?
Tenemos claro que una persona que tiene una relación sentimental e intima con alguien de su mismo sexo es homosexual, pero nadie podría asegurar que es gay si no se ha llegado al contacto sexual. ¿Verdad?
Reflexionemos entonces sobre como llamaríamos a una persona enamorada durante años de otra de su mismo sexo pero sin que ocurra nunca nada, ¿y si añadimos que además tiene relaciones sentimentales con gente de sexo contrario siempre? ¿Sería algo así como gay de corazón?
Mientras un individuo dudará de su orientación sexual tan solo a partir de un sueño erótico, otro probablemente tendrá que esperar a tener sentimientos de amor duraderos.
Tratar de transformar los hechos de nuestra vida en etiquetas que nos definan es una tarea inútil, sobre todo cuando hablamos de algo tan involuntario como es la intimidad y el deseo sexual.
La orientación sexual no comienza ni acaba con ningún evento, podemos sentirnos heterosexuales u homosexuales desde el nacimiento sin tener que esperar a experimentar atracción por nadie o podemos descubrir un cambio una o varias veces en nuestra vida a partir de experiencias varias.
La línea entre fantasía y realidad
Las fantasías son totalmente libres, podemos imaginar lo que queramos sin sentirnos culpables ya que no estamos haciendo nada malo. Al igual que podemos deleitarnos con la idea de robar un banco y hacernos millonarios y eso no nos convierte en delincuentes, las fantasías sexuales no determinan características reales como la homosexualidad, incluso siendo la causa de excitación física.
Lo que nos excita al imaginarlo no tiene porque corresponder con lo que nos excite una vez en la vida real. Un buen ejemplo es el de fantasear con sexo en grupo, es una imagen excitante y referente a una práctica que no es habitual y esto da muchos puntos para que se repita en la mente, lo cierto es que la mayoría de las personas no se sentirían tan excitados si ocurriese en realidad y probablemente ni siquiera querrían estar en esa situación.
Si nos sentimos culpables por sentir excitación imaginando algo y llegamos a obsesionarnos es seguro que esa imagen volverá a nuestra cabeza sin que queramos y eso potencia la obsesión y con ello otra vez la frecuencia de la fantasía.
Lo mejor es disfrutar de las fantasías sexuales y fomentarlas sin culpabilidad, son privadas y podemos controlarlas como queramos para utilizarlas en nuestro beneficio./
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