Manuel, una lección de vida
Enviado por Ana Jaramillo • 19 de Enero de 2022 • Documentos de Investigación • 2.405 Palabras (10 Páginas) • 108 Visitas
Manuel, una lección de vida.
El caso que se presenta tiene como contexto la escuela primaria “Mariano Matamoros”, turno matutino, en Izcalli, municipio Ixtapaluca, Estado de México, un lugar en donde la mancha urbana se ha extendido y existe una mezcla urbana se ha extendido y existe una mezcla de diferentes niveles socioeconómicas y culturales, donde lo mismo asiste el niño que baja de la Loma caminando 40 minutos para llegar a la escuela y sus padres se dedican a cuidar animales y sembrar sus tierras, o los niños que son llevados en auto y sus padres son profesionistas, y tienen todas las condiciones que brinda la urbanidad.
En mis 10 años de experiencia docente he tenido vivencias y retos con muchos de los alumnos de los que he aprendido; sin embargo, por diversos motivos tengo la necesidad y el deseo de contar esta experiencia por que la considero notable con respecto de muchas otras.
Aparte de la Universidad Tecnológica de México, trabajo en una escuela con visión de integración, donde en su gran mayoría el personal docente está abierto al respeto de las diferencias. Manuel es un alumno que actualmente cuenta con 11 años, tiene un hermano mellizo que estudia el primer año de secundaria en una escuela cercana a su casa, y no presenta ninguna discapacidad. Al nacer, al parecer ninguno de los dos niños tuvo alguna complicación, pero conforme fue avanzando el tiempo, su mamá empezó a notar ciertas diferencias en Manuel, siendo diagnosticado con “retraso psicomotor “y posteriormente parálisis cerebral infantil.
Al ser rechazado en el preescolar regular, Emanuel se incorporó a un Centro de Atención Múltiple (CAM), donde cursaría el primero, segundo y tercer grado de primaria. En el CAM no logró la lectoescritura y no podía desplazarse, lo que le causaba timidez e inseguridad. Su madre comentaba que lo agredían y él no se defendía, ya que “si regresaba el golpe, recibiría más, porque no podía correr”.
Aún desconocemos con qué criterios el CAM canaliza algunos casos a la escuela regular. Afortunadamente en el de Manuel lo agradecemos, por que fue una lección de vida que permite ver a los involucrados en integración educativa que nada es imposible cuando se trabaja en equipo: padres/ docentes de grupos/ equipo de apoyo de educación especial / alumno/ comunidad escolar.
La llegada de Manuel fue inesperada; el tiempo de preinscripciones y canalizaciones había concluido y ya había iniciado el ciclo escolar, sin embargo, el equipo de la Unidad de Servicio de Apoyo a Educación Regular (USAER) lo evaluó para conocer las fortalezas y debilidades del menor y estudiar la mejor posibilidad de integrarlo al grado que se adecuara a su edad y sus habilidades.
Los resultados eran diferentes a los escritos en su evaluación final de CAM, parecía la evaluación de otro niño, ya que presentaba resultados muy diferentes en comparación de cómo recibimos a Manuel, conocía algunas letras, escribía su nombre de memoria, presentaba habilidades de un niño de preescolar, solo se desplazaba arrastrándose.
Como es una escuela integradora, casi todos los profesores tenían asignado un niño con discapacidad (intelectual, motora, auditiva), así que la docente de apoyo de la USAER me comentó que me tenia un candidato que presentaba necesidades educativas especiales asociadas a discapacidad motora.; sólo la observe pensando en cómo seria la personita que llegaría a trabajar a mi grupo, ¡jamás me imaginé cómo era Manuel ¡
Unos días después mi candidato y yo nos conocimos. Su rostro es de tez morena, ojos cafés oscuro, cabello de color castaño oscuro, complexión delgada; su estatura no está de acuerdo con su edad, ya que tiene atrofiados los tendones de la parte trasera de sus rodillas y se desplaza en tramos cortos apoyándose en objetos cercanos.
Manuel camina con apoyo de alguien más por que no puede solo, ya que utiliza las puntas de los pies y tiene la espalda encorvada; utiliza zapatos ortopédicos, por lo tanto, se cansa con facilidad; escribe solamente con la mano izquierda, además no tiene fuerza para llevar a cabo las diferentes actividades de la jornada escolar.
El equipo de la USAER estaba angustiado por la situación motora de Manuel, por que su familia es de escasos recursos económicos, y no le ha sido posible adquirir una silla de ruedas, así que se propuso que su mamá lo apoyara en el horario escolar.
Sentí mucho temor, pero estoy segura de que no eso era lo que se esperaba de mí; respiré profundo y me presenté con Manuel y su mamá. Manuel me recibió con la cabeza hacia abajo, mirando el piso y tal vez hundido en sus pensamientos, dudando quizá si debería estar ahí.
Mis sentimientos fueron encontrados, sentí miedo de la responsabilidad que se me presentaba, ternura al ver su rostro serio y tímido, angustia por que Manuel no sabia valerse por sí solo y alegría por que sabía que contaba con mi apoyo y tendría la oportunidad de poner en practica mis conocimientos, habilidades y capacidades docentes, derivadas de mi formación profesional, pero sobre todo de mi deseo de solidarizarme con Manuel.
La mamá también compartía algunos de estos sentimientos y temores, por que en algunas ocasiones los niños son crueles, además de que todo era diferente para ambos.
Su anterior escuela sólo tenía un grupo por grado y en cada grupo en promedio había ocho alumnos; ahora compartiría clase con 33 compañeros, donde todas las bancas son iguales y trabajan el mismo tema y él lo ejecutaría en la medida de sus posibilidades. La infraestructura de la escuela tiene algunas adecuaciones para niños con dificultades motoras, pero faltan otras más.
Quiero platicarles del trabajo que realice con Manuel, quien ingreso a segundo año. Yo conocía bastante bien al grupo, puesto que había trabajado con ellos en primero. Solo Manuel era nuevo en el aula, por lo que adaptarse no seria fácil.
Los primeros días la mamá de Manuel me auxiliaba a la hora del recreo y los lunes a ceremonias cívica; desde ese lugar Manuel observaba perfectamente el recorrido de la escolta y las actividades que realizaba los niños (bailes, lectura de poesía, de efemérides, representaciones). También le permití que Manuel fuera al baño con ayuda de los compañeros, quienes se turnaban para apoyarlo de acuerdo con la lista de asistencia. De esta manera tres alumnos se turnaban para auxiliarlo y convivir con él a la hora del recreo.
Esto fue cambiando conforme pasaron los días, ya que los alumnos se ofrecían voluntariamente para acompañarlo. Yo admiraba el esfuerzo que hacían los niños para guiarlo con mucho cuidado, ya que Manuel pensaba casi lo mismo que ellos.
A este respecto, les enseñe cómo debían colocar sus brazos para que Manuel únicamente se apoyara y no tuvieran que cargarlo, así que poco a poco retire el apoyo físico de su mamá. Para mi era muy importante este paso, por que ambos tenían que empezar ese proceso de separación, al menos en la escuela, pero no por ello la madre descuidó el trabajo escolar, al contrario, siempre estuvo pendiente.
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