Marco Juridico
Enviado por 0498 • 12 de Marzo de 2013 • 29.399 Palabras (118 Páginas) • 256 Visitas
RECOMENDACIONES
LA MAGIA DE LA CONDUCCIÓN
Lo decisivo en una radiorevista es la personalidad de quien la conduce.
¿Qué es lo más importante en una radiorevista? ¿Las secciones informativas, las musicales o las dramáticas? ¿El horario, la duración o la frecuencia? ¿Los equipos técnicos, el acceso a internet o la parabólica satelital?
Todos estos elementos deben tomarse en cuenta, por supuesto. Pero lo decisivo, lo innegociable, es la personalidad de quien conduce.
El conductor. O la conductora. O ambos, porque todas las combinaciones salen bien si quienes animan la radiorevista tienen carisma. Carisma significa gracia. Significa duende, chispa, jale, magnetismo, salero, gancho, swing, pilas, pegada, espuma, mil sinónimos para expresar la principal cualidad de un presentador o presentadora de revistas: su capacidad de comunicarse con la audiencia, de cautivarla.
No es tan fácil encontrar personas con ese don de comunicarse, con esa magia de hablar. Es un talento, se nace con él. También se entrena, es cierto. Hay dinámicas para aprender a hablar bonito, para desarrollar la picardía y el ingenio verbal. Pero tiene que haber una base natural, una ebullición de la sangre. A quien parieron sin gracia, desgraciado lo entierran.
En una revista breve, digamos de 15 minutos o media hora, una conducción de poco brillo puede funcionar. Su menor liderazgo ante el micrófono tal vez pase desapercibido entre las secciones del programa. Pero en espacios largos, si el conductor falla, todo se viene abajo. No hay música ni recurso que lo sostenga.
Hay quienes confían demasiado en su locuacidad y todo lo improvisan. Entran a cabina dispersos, pensando en pajaritos, y no logran imaginar al oyente, sentirlo. Tampoco el oyente los siente a ellos. El resultado es una conducción fría, con muchas palabras tal vez, pero con poca energía. El falso entusiasmo se disimula un par de minutos, no más.
UN DIÁLOGO A TRES
¿Quiénes son esos tres? Tu compañero o compañera de cabina, el público y tú.
Muchos programas, especialmente las radiorevistas, son conducidas por dos personas, una mujer y un hombre. Estupendo. Es la mejor fórmula.
Pero al ser dos y no estar viendo al público, el diálogo entre ellos, más que radiofónico, puede convertirse en telefónico. Marisa se dirige a Sergio, Sergio responde a Marisa, Marisa comenta con Sergio, Sergio se ríe con Marisa... ¿Y la audiencia? Bien, gracias.
En radio, no vemos al público. Pero está ahí, esperando que conversemos con él. Muchas veces, abrimos el programa saludando a los oyentes, felicitando a las radioescuchas... y al poco rato, nos olvidamos de su existencia y nos dedicamos a platicar con el compañero o compañera de cabina. Esto enfría completamente la comunicación.
Hay que pasar de un diálogo a un "trílogo". Esta palabra no existe en el diccionario pero sirve para explicar el desafío que enfrentan los locutores y animadoras de los programas de radio.
Es un dialogo a tres. ¿Quiénes son esos tres? Tu compañero o compañera de cabina, el público y tú.
Tenemos alguien a nuestro lado a quien vemos y tenemos mucha gente enfrente a quien no vemos. El arte de una buena conducción radiofónica consistirá en involucrar a ambos, en mantener siempre esa doble dirección, hacia mi compañero o compañera y hacia la audiencia.
Escucha este "trílogo":
La verdad, Sergio, es que el ALCA se rige por la ley del embudo, lo ancho para los gringos y lo estrecho para los latinos. ¿O no es así? ¿Ustedes qué piensan, agricultores, campesinas? Todavía recuerdo lo que usted, don Crispín, que me estará escuchando ahora, me decía cuando fuimos a Sierra Prieta con la móvil: "¿ALCA?... ¡Al carajo querrá decir!".... Y conociendo estos datos económicos, Sergio, ¿no tiene toda la razón el amigo?
En este párrafo, la conductora Marisa, muy cómodamente, involucró en el diálogo a su compañero Sergio, a la audiencia en general y hasta a un oyente en particular. Y siempre empleó la "segunda persona", que es la de la interlocución.
Cuando hables por radio, no digas:
Un saludo para los amigos y amigas que nos escuchan...
Si te fijas, estás utilizando la tercera persona (él, ella, ellos, ellas).
Más bien, di:
Un saludo para ustedes, amigos y amigas que nos escuchan.
En este caso, estás empleando la segunda persona (tú, ustedes). Estás "trilogando".
LA PAREJA RADIOFÓNICA
Suelen aparecer comportamientos autoritarios, machismos, dependencias, rivalidades.
La mejor combinación para animar una radiorevista es una pareja de conductores, ella y él.
Ahora bien, no basta con designar a dos personas para que lleven adelante el programa. Hay que lograr que ambos se armonicen, se acoplen. Las parejas radiofónicas suelen vivir situaciones y problemas muy semejantes a los de las parejas en la vida real.
En primer lugar, hace falta un tiempo de conocerse, de hacerse amigos, de saber cómo reacciona él, qué carácter tiene ella, qué temas domina cada uno, cómo habla él, cuándo calla ella, cómo mantener entre los dos el ánimo general del programa. Es decir, conocer las mañas del lobo. Y de la loba.
Al poco tiempo de conducir juntos un programa, suelen aparecer los comportamientos autoritarios. O las dependencias. O las rivalidades buscando sobresalir.
Abunda el machismo radiofónico. Salta a la oreja cuando el conductor está acaparando el micrófono y no deja hablar a la compañera. Ésta se limita a repetir con otras palabras lo que ha dicho el Gran Jefe, como un eco que lo confirma, como “dama de compañía”.
ÉL - Hoy hablaremos sobre el reciente aumento de la gasolina....
ELLA - Sí, la gasolina ha subido en estos días...
ÉL - La gasolina que antes estaba a 40, hay que pagarla ahora a 48...
ELLA - Antes a 40 y ahora a 48... ¡una barbaridad!
ÉL - No, Laurita, no es una barbaridad. Es una tremenda injusticia.
ELLA - Claro, es muy injusta un alza así porque...
ÉL - Porque lo que está ocurriendo en este país es....
También se da el fenómeno contrario, que ella roba el micrófono y él queda como “caballero sin caballo”.
Este desequilibrio llega, a veces, a límites insoportables. Es el esquema del vivo y la boba. O de la viva y el bobo. En estos
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