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Musicografia Braille

rgiomar23 de Octubre de 2013

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Actas de la IX Reunión

Laura Inés Fillottrani y Adalberto Patricio Mansilla (Editores) Tradición y Diversidad en los aspectos psicológicos,

socioculturales y musicológicos de la formación musical. Actas de la IX Reunión de SACCoM, pp. 80-89.

© 2010 - Sociedad Argentina para las Ciencias Cognitivas de la Música - ISBN 978-987-98750-8-7

La musicografía Braille en el aprendizaje de la Música.

ROMINA HERRERA

UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA

FACULTAD DE BELLAS ARTES

Introducción

El Braille es un sistema de lectoescritura en relieve. Se basa en una matriz de seis puntos

distribuidos en un rectángulo con dos columnas verticales de tres puntos cada una. A partir de esta

matriz o signo generador, se obtienen 63 combinaciones (la ausencia de puntos no se contempla)

que permiten construir diferentes alfabetos, el código matemático, la simbología científica y el código

del lenguaje musical conocido como musicografía Braille.

Diferentes organizaciones que nuclean a personas con ceguera o disminución visual

coinciden en señalar que el sistema Braille ha sido el medio por el cual han podido acceder a la

información de manera autónoma, permitiéndoles consecuentemente adentrarse en el estudio de

diferentes materias.

Jürgen Hertlein (1999) hace notar que para ordenar y estructurar la información (sobre todo

cuando esta es compleja), es necesario utilizar el papel, el lenguaje escrito. Al escribir, ya sea en tinta

o en Braille, se percibe con las manos la estructura y se retiene con más facilidad en la memoria. Por

lo tanto la escritura Braille es una herramienta imprescindible para acceder al estudio de diferentes

materias; que permite recurrir a la información una y otra vez, estructurarla para el estudio, y que

contribuye a la retención de la misma.

Es por estas características de la utilización de la escritura que organismos tales como la

Unión Mundial de Ciegos sostienen que las nuevas tecnologías facilitan la utilización y difusión del

Braille, pero que de ningún modo supondrán su reemplazo.

A pesar de las innumerables ventajas en la utilización del Braille en distintos ámbitos,

diversos autores reconocen que en su aplicación musical presenta ciertas dificultades. Por ejemplo, el

código musicográfico Braille no tiene un equivalente al pentagrama, por lo tanto para la

representación de la altura se utilizan los signos correspondientes a las letras “d, e, f, g, h, i, j” para

representar las notas musicales (do, re, mi, fa, sol, la, si); agregándole un signo de octava para

determinar su ubicación absoluta.

Se suma a esto que la lectura musical braille es más densa que el Braille alfabético, con un

repertorio de signos muy amplio (aproximadamente unos 250) y de una extensión mayor, ya que

muchos de ellos están compuestos por 2 o 3 celdas. (Corrales Meras 1994)

Para Fernández Álvarez y Aller Pérez (1999) otra de las dificultades principales se

desprende de la imposibilidad de alinear verticalmente las notas que suenan en simultáneo. Este

problema se pone particularmente en evidencia en la escritura para instrumentos armónicos; lo que

se deriva del hecho de usar un sistema de escritura conceptualmente diferente e inadecuado.

En la instancia de traducir una partitura en tinta al formato braille la figura del transcriptor

juega un rol fundamental, ya que en muchas ocasiones no hay una forma apropiada de escribir un

pasaje (Aller Pérez 1989). Es entonces el transcriptor quien toma decisiones interpretativas que

imprimen una modificación irreversible en la partitura. Si se tiene en cuenta que los usuarios del

Braille precisan de la máxima fidelidad posible en relación a la partitura en tinta para poder seguir

junto a sus compañeros videntes el desarrollo de las clases, se puede entender con facilidad la

importancia de las interpretaciones que los transcriptores realizan.

Más allá de todas estas observaciones, la autora no ha encontrado estudios que analicen

las habilidades y conocimientos implicados en el manejo de la musicografía Braille en relación a

aquellos comprometidos en el uso de la escritura convencional de la música.

Es el objetivo de este trabajo aportar evidencia de que el aprendizaje de la musicografía

Braille resulta un escollo en el desarrollo académico de las potencialidades musicales de personas

con discapacidad visual; ya que implica una mayor demanda de conocimientos que la requerida para

la utilización del código visual.

Para ello se presentará un examen teórico de las dificultades que se desprenden de la

utilización de la musicografía Braille organizado en cuatro ejes: las diferencias que presenta la

escritura en relación a la representación interna de la música, las dificultades en relación al manejo de

elementos de la teoría musical, los elementos que dificultarían la comunicación con el resto de la

LA MUSICOGRAFÍA BRAILLE EN EL APRENDIZAJE DE LA MÚSICA

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comunidad dentro de las instituciones académicas de música; y por último dificultades específicas de

la escritura de la música en Braille. Si bien en este análisis se contempla sólo la utilización de la

musicografía en las clases grupales (del estilo de lenguaje musical), muchas de las situaciones

podrían aplicarse a las clases individuales de estudio de un instrumento.

Aportes principales

La musicografía Braille y las representaciones internas

Los orígenes de la escritura musical estuvieron marcados por desarrollar representaciones

para reflejar la altura de la música, y desde entonces éste ha sido un parámetro destacado en el

lenguaje musical. Las letras que fueron utilizadas en una primera instancia dieron lugar a las claves, y

la representación de la altura quedó marcada por la utilización de nuevos signos que indicaban la

altura según su ubicación espacial (por ejemplo, los neumas: tanto su diseño como su ubicación).

Esta correspondencia daría cuenta de que tenemos una experiencia de la altura en términos del

dominio espacial a través del proceso de Mapeo Transdominio (Zbikovski 2002, Martínez 2005). En la

misma dirección estudios recientes indicarían que la representación del parámetro altura del sonido

en términos de la orientación espacial vertical se establece en instancias previas a la instrucción

musical formal (Herrera 2009).

¿Qué ocurre entonces con la musicografía braille como sistema representacional y su

relación con las representaciones tanto mentales como implícitas en los conceptos musicales

teóricos? A continuación se discuten algunas situaciones de conflicto en la representación de la altura

y el tiempo.

La representación de la Altura

La representación de la línea melódica

Los nombres de las notas establecen una relación de altura relativa dentro del ámbito de

una octava y su función principal, valga la redundancia, es nominal. La ubicación espacial de esa nota

es la que determina la altura del sonido al cual esta representa, y posibilita relacionarla con cualquier

otra altura. No sin cierto error, una de las definiciones de nota musical que la Real Academia

Española brinda es “Cada uno de estos sonidos en cuanto está producido por una vibración de

frecuencia constante. El la.” Para ser precisos, el la no se corresponde a una única frecuencia

constante: el “la” pude ser 220, 440, 880, …siendo todos estos sonidos diferentes. La distinción

entre ellos está dada por la referencia espacial en el pentagrama, conjuntamente con la utilización de

las claves.

Figura 1. Signos de octava

La musicografía Braille se basa para la representación de la altura en los signos del

alfabeto: se utilizan las letras d, e, f, g, h, i y j para representar las notas musicales do, re, mi, fa, sol,

la y si respectivamente. A diferencia de la escritura en pentagrama, estas notas se presentan en una

línea: sin ningún tipo de utilización del eje vertical espacial en su presentación. Como ya vimos el

nombre de las notas no es suficiente para representar la altura del sonido. Entonces, ¿cómo se

resuelve esto en la musicografía? Con la adición de un signo de octava, que tiene ciertas reglas para

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su uso que se tratarán en el punto de Musicografía y Escritura. En la figura 1 se puede observar los

signos de octavas, numerados como las octavas del piano (1ra octava, 2da octava, etc.). Por ejemplo,

la 4ta octava abarca del do4 al si4.

Como ya se dijo, estos signos suplen la ausencia de pentagramas indicando el registro de

las notas. Si se siguen los signos de octava del grave hacia el agudo, se puede observar que la

tendencia en la distribución de los puntos en la columna de la derecha es de ocupar el espacio

superior, hacia el inferior. Si bien el punto 5 presenta una correspondencia entre su ubicación

espacial (centrado) y la octava que representa: la octava central; la tendencia descendente iría en la

dirección contraria de la representación de la altura en tinta (ascendente).

La figura 2 muestra

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