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Obras Divinas: Poesía Religiosa De Sor Juana


Enviado por   •  22 de Febrero de 2015  •  1.888 Palabras (8 Páginas)  •  370 Visitas

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Obras divinas: Poesía religiosa de Sor Juana

El objetivo de esta segunda ponencia es hacer algunas consideraciones sobre las características, causas e influencias que recibió la “Décima musa” al escribir poesía religiosa y en ocasión de su aniversario para recordar, una vez más, que nuestra autora, Sor Juana Inés de la Cruz, es, sin duda, la más reconocida poeta en la historia de la literatura americana.

En todo momento Sor Juana se vio influenciada por la religión, ya que su familia siempre estuvo muy apegada a la Iglesia; sin embargo, ante la disyuntiva que las costumbres de la Colonia le ofrecían como formas de vida, el entrar al convento para seguir con sus estudios, representó la mejor de las posibilidades, no podemos asegurar, sin embargo, que esto haya significado un mayor cambio en sus creencias religiosas o su forma de ver a la Iglesia. A muy temprana edad, como ya se ha dicho, la autora novohispana escribió una Loa al Santísimo Sacramento; ésta, al igual que las que se escribieron en la época de oro del teatro español era una pequeña composición en verso que se escenificaba antes de comenzar con una obra de teatro, y que tenía como fin capturar la atención del público para poder empezar la función, lo anterior marcó, sin duda, el derrotero que sería una constante en la vida de la monja: la creación literaria.

Sor Juana vio limitada su producción literaria por las reformas que impedían la entrada de obras extranjeras al país, específicamente la novela, lo cual determinó que volviera sus esfuerzos a formas poéticas como los sonetos: poemas divididos en cuatro estrofas, con dos cuartetos y dos tercetos, generalmente endecasílabos, es decir de once sílabas; liras: pequeñas estrofas de cinco versos, tres de los cuales son heptasílabos y dos endecasílabos; además escribió villancicos, sainetes, pequeñas piezas dramáticas, entre otros. Al respecto, son los sonetos la máxima expresión de su desarrollo poético, probablemente como influencia del conceptismo, pero especialmente del culteranismo de Góngora, el cual era muy popular entre los escritores de su época.

El obispo de Manuel Fernández de Santa Cruz bajo el seudónimo de Sor Filotea escribe una carta dirigida hacia Sor Juana en la cual expresa la admiración que tiene hacia ella y sus obras, pero al mismo tiempo le reclama que siendo ella una mujer dedicada a la religión su obligación es emplear su talento de escritora en hablar de temas religiosos y no solo profanos. Ante esta crítica, Sor Juana le contesta mediante la carta Respuesta a Sor Filotea en la que decía:

“[…] Entréme religiosa, porque aunque conocía que tenía el estado cosas (de las accesorias hablo, no de las formales), muchas repugnantes a mi genio, con todo, para la total negación que tenía al matrimonio, era lo menos desproporcionado y lo más decente que podía elegir en materia de la seguridad que deseaba de mi salvación […]Ya se ve cuán duro es estudiar en aquellos caracteres sin alma, careciendo de la voz viva y explicación del maestro; pues todo este trabajo sufría yo muy gustosa por amor de las letras. ¡Oh, si hubiese sido por amor de Dios, que era lo acertado, cuánto hubiera merecido! Bien que yo procuraba elevarlo cuanto podía y dirigirlo a su servicio, porque el fin a que aspiraba era a estudiar Teología, pareciéndome menguada inhabilidad, siendo católica, no saber todo lo que en esta vida se puede alcanzar, por medios naturales, de los divinos misterios; y que siendo monja y no seglar, debía, por el estado eclesiástico, profesar letras; y más siendo hija de un San Jerónimo y de una Santa Paula, que era degenerar de tan doctos padres ser idiota la hija. […] “

En ella concuerda con Santa Cruz respecto a que debe mostrar obediencia hacia la religión, pero al mismo tiempo dice que no ha escrito mucho sobre temas religiosos porque no se considera digna, ya que confiesa estar en el ámbito religioso no por su teología o afición a esta, sino porque su prioridad era seguir con sus estudios como tanto deseaba antes de volverse más devota hacia cristo.

Ahora para entrar a la poesía sacra tenemos en cuenta los problemas entre Antonio Vieria y Sor Juana por la crítica presente en la carta atenagórica escrita en 1690, Sor Juana escribe una serie de sonetos como Alaba el numen del Padre Francisco de Castro, de la Compañía de Jesús, en un poema heroico que describe la Aparición milagrosa de Nuestra Señora de Guadalupe de Méjico, que pide la luz pública. Con lo cual pretende explicar el origen de la Virgen de Guadalupe y su importancia dentro de la Nueva España.

Posteriormente, con A la sentencia que contra Cristo dio Pilatos; y aconseja a los jueces que, antes de firmar, fiscalicen sus propios motivos. Encontramos enseñanzas moralizantes sin despegarse de los pasajes bíblicos a los cuales Sor Juana estaba sometida a escribir. La mayoría de éstos poemas son dedicados a la Virreina, Leonor Carreto, en su mayoría agradeciendo el apoyo o comparándolas con mujeres hermosas en sus poemas. Los poemas se encuentran con una métrica endecasílaba.

Otros escritos de carácter exclusivamente religioso, cuando halaba del Santo Rosario o de la Purísima o cuando escribe su Protesta que, rubrica con su sangre, hizo fe y amor a Dios, en esto denota una sensible disminución en la calidad en su escritura, y en la fuerza del estilo, esta consiente de las presiones de sus superiores jerárquicos eclesiásticos, es decir que, condenadas sus aspiraciones al saber, amonestada la libertad de su espíritu, Sor Juana intenta componer obras que puedan satisfacer las exigencias de sus censores y su prosa se reciente y sin duda alguna también su vida.

Un claro ejemplo de la exaltación

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